BRAHMS SEXTO FESTIVAL OSX es un programa presentado por la Orquesta Sinfónica de Xalapa en el concierto del 24 de mayo de 2019. Contiene las piezas sinfónicas hechas por el famoso compositor de música Johannes Brahms. El programa de música fue dirigido por Lanfranco Marcelletti.
Para el especialista George S. Bozarth, Johannes Brahms (1833-1897) es el sucesor de Beethoven y Schubert en cuanto a las formas mayores de la música orquestal y la música de cámara; heredero de Schubert y Schumann en lo que respecta a las formas menores, el preludio, estudio, impromptu y las canciones o lied; y legatario de los polifonistas renacentistas y barrocos en tanto música coral.
Johannes Brahms, muy creativamente, hibridó las prácticas musicales de tres siglos con el folclor europeo y con el lenguaje musical de mediados y finales del siglo xix. Procedía personal y musicalmente del círculo íntimo de Robert Schumann y su esposa Clara, pero en la Alemania de mediados del diecinueve, donde nació y se crió, no fue bien recibida su obra por lo que migró, en una especie de autoexilio, a Viena en 1862. Era buen momento para llegar. El centro de Viena estaba siendo reconstruido, se estaban edificando un nuevo teatro de ópera y algunas salas de concierto. Desde su llegada, Brahms comenzó a esbozar una obra ampliamente esperada por sus amigos. Catorce años después, en la ciudad de Karlsruhe, Alemania, se estrenaba su Sinfonía No. 1, Opus 68 (1876). En esta época, la imponente figura de Richard Wagner (1813-1883) comenzaba a levantar polémicas, y un incipiente antiwagnerismo, filosófico y literario, se prefiguró en las obras de Friedrich Nietzsche: Humano, demasiado humano (1878), El caso Wagner. Un problema para los amantes de la música (1888) y Nietzsche contra Wagner (1889). En el submundo de la crítica musical, el musicólogo y crítico austriaco Eduard Hanslick (1825-1904) personificó el antiwagnerismo. Viena, cuna y crisol de importantes tradiciones musicales, fue testigo de interesantes polémicas. Don Federico Sopeña, historiador del arte y musicólogo español, en su Historia de la música da cuenta de estas polémicas: «En Viena, especialmente, hubo gran resistencia a la admiración de todo el sistema wagneriano: no olvidemos que entonces parecía necesario ligar las óperas de Wagner con toda su amañada concepción del mundo. Hoy no aparecen como enemigas las músicas de Brahms y de Wagner, pero entonces, desde Viena, aparecían como incompatibles». Cuatro meses antes del estreno de la Primera Sinfonía de Brahms, en agosto de 1876, se inauguró el Teatro del Festival de Bayreuth (Festspielhaus) —reducto de la wagnerolatría más acérrima, donde lo único que se toca son obras de Wagner y muy ocasionalmente la Novena de Beethoven—. En esta ocasión se interpretó por primera vez y completamente el ciclo de El Anillo del Nibelungo.
El enorme peso de la tradición de Ludwig va Beethoven (1770-1827) y la convincente asimilación que Brahms hizo de ésta, inspiraron al mítico director Hans von Bülow (1830-1894) para renombrar, en 1877, a la Primera de Brahms como la Décima Sinfonía de Beethoven. El verano de ese mismo año, Brahms sorprendió por la premura con la que compuso su Sinfonía No. 2, Opus 73 (1877). La constante búsqueda de contrastes musicales —fuerte, piano, crescendo— del Romanticismo intenta sugerir sentimientos a través de estos matices dinámicos. Así de contrastante es la Segunda de Brahms frente a la Primera, hay quienes describen a la Segunda como la contraparte soleada de la Primera porque irradia una calidez y una musicalidad ausentes en partes de la Primera, aunque Brahms confesaba que su Segunda también tenía un tono melancólico.
Axel Juárez
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