Cuarta de Beethoven es un programa presentado por la Orquesta Sinfónica de Xalapa en el concierto del 1 de febrero de 2019. Contiene las piezas sinfónicas hechas por el famoso compositor de música Ludwig V. Beethoven. El programa de música fue dirigida por Jörg Birhance.
La historia de la música está llena de coyunturas socio-históricas que han determinado no sólo las condiciones laborales de los músicos y su producción, sino el carácter mismo de las obras. El caso de Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770 - Viena, 1827) cobra especial importancia para la música de concierto por haber asimilado y extendido la tradición clásica vienesa representada por Mozart y Haydn. Hay dos aspectos a tomar en cuenta para entender la música de Beethoven: el primero, de índole personal, es el desarrollo gradual de su sordera, así como una cierta incapacidad para entablar buenas relaciones personales. Esto devino en un estilo musical individualista que -combinado con la tradición Mozart-Haydn y su propia exploración sonora- llegó a altos niveles de expresión personal, posicionándolo como la figura musical dominante a inicios del siglo XIX. La influencia decisiva de Beethoven en los compositores posteriores es apabullante, además de representar el puente al periodo romántico. El segundo aspecto -externo- es el contexto social en que vivió, rodeado de un ethos del siglo XIX donde la Revolución Francesa marcaba pautas de libertades varias, ideario con el que Beethoven simpatizaba. Es en este contexto cuando los músicos dejan de depender de la aristocracia o de la iglesia, para depender de un público que pagara por escuchar o comprar sus obras. El espacio natural de la producción musical dejó de ser la iglesia o la corte, apareciendo así las salas de concierto. Su Sinfonía No. 4 fue compuesta en el año 1806 y estrenada en Viena el 7 de marzo de 1807 en el palacio del príncipe Lobkowitz, uno de los mecenas y promotores de Beethoven. En 1806, un Beethoven de 36 años pasaba uno de sus momentos más difíciles, física y emocionalmente. Cuatro años antes había comenzado a manifestarse su sordera paulatina, sin embargo fue uno de los años más fecundos de su carrera. La cuarta sinfonía está dedicada al conde Oppersdorff, de quien Beethoven había recibido en 1806 el encargo de la composición. Las sinfonías de Beethoven conforman un indiscutible legado al canon musical occidental, sin embargo, la Cuarta Sinfonía es menos interpretada en la actualidad que sus hermanas más cercanas: la Tercera o “Heroica” y la afamada Quinta. Al respecto cabe recordar dos insignes opiniones: Hector Berlioz se refirió al Adagio central como una “canción imperturbable de pura armonía” y Robert Schumann se refirió a la cuarta como “la grácil criatura griega en medio de dos gigantes germánicos”.
Egon Wellesz (Viena, 1885 - Inglaterra, 1974) se destacó como compositor, musicólogo y maestro, encontrando su veta principal en la composición de obras escénicas y sinfonías. Si bien su carrera musical se dividió marcadamente entre Viena y Oxford, su estilo fue algo impredecible. Judío de nacimiento, destacado alumno -y biógrafo- de Arnold Schoenberg, sus composiciones fueron etiquetadas en los años treinta como Entartete Kunst, o arte degenerado, que es como los nazis llamaban prácticamente a todo el arte moderno, menospreciándolo por sus connotaciones o influencias judías y bolcheviques.
La música y literatura han estado ligadas prácticamente desde su nacimiento, no es raro encontrar constantes referencias -y semillas- literarias en el campo musical, y La Tempestad de William Shakespeare es uno de los muchos y fructíferos ejemplos de esta fusión música-literatura. Basta mencionar las siguientes obras orquestales basadas en ella: la fantasía La Tempestad (1873) de Tchaikovsky, el poema sinfónico Bou?e (1880) del compositor checo Zden?k Fibich, el poema sinfónico The Tempest (1876) del norteamericano John Knowles Paine, la Obertura (1902) del inglés Benjamin Dale, el Preludio orquestal (1923) del suizo Arthur Honegger, la obertura y suite orquestal Der Sturm (1923) del austriaco Felix Weingartner, y el conjunto de cinco piezas Los embrujos de Próspero (1934-6) de Egon Wellesz, que evoca los personajes principales de la obra de Shakespeare. Esta música estaba destinada originalmente a convertirse en una ópera, proyecto que Wellesz desechó, sin embargo la obra terminó por salvarle la vida casualmente. En marzo de 1938 Wellesz se encontraba en Ámsterdam para escuchar al famoso director y compositor alemán Bruno Walter dirigir Los embrujos de Próspero, cuando sucedió la invasión de Austria por las tropas de Hitler, el 11 de marzo. Amigos ingleses de Wellesz le advirtieron por telegrama de la situación para evitar su regreso a Viena. Se trasladó posteriormente a Inglaterra, donde aceptó un puesto como colaborador del mítico Grove's Dictionary of Music, luego dio clases en la Universidad de Cambridge y un año después se integró al Lincoln College de Oxford, donde trabajó hasta el día de su muerte.
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