MÚSICA ACUÁTICA es un evento cultural presentado por la Orquesta Sinfónica de Xalapa en el concierto del 6 de noviembre de 2020. Contiene las piezas sinfónicas hechas por el famoso compositor de música Georg Friedrich Händel. El programa de música fue dirigido por Antonio Méndez Escobar.
El compositor Georg Friedrich Händel (1685-1759) nació en Halle, al noreste de Alemania. Recibió sus primeras lecciones de música por un organista de su ciudad. Siendo aún adolescente se trasladó a Hamburgo para trabajar como compositor, y algún tiempo después viajó a Italia, donde desarrolló su talento en el arte dramático con las óperas cómicas Rodrigo (1707), Agripina (1709) y su famoso arreglo del salmo Dixit Dominus (1707). En 1710 regresó a Alemania, a Hannover, donde se convirtió en director musical, el prestigioso puesto de Kapellmeister del Elector de Hannover (quien posteriormente se convertiría en el rey Jorge I de Gran Bretaña). Un año después, Händel se trasladó a Londres, donde vivió el resto de su vida. Encontró la fama con sus oratorios, género que llevó al cenit de la música coral, especialmente El Mesías (1742) y con la obra que marcó su carrera, Música para los reales fuegos artificiales (1749). Händel murió siendo rico y fue sepultado, con grandes honores, en la prestigiosa abadía de Westminster en Londres.
Hasta finales del siglo XIX, Inglaterra era conocida como la “tierra sin música”, como llegó a describirla en 1904 el crítico alemán Oscar Adolf Hermann Schmitz, refiriéndose sobre todo al terreno de la composición. No obstante, Londres tenía, desde muchos años atrás, una próspera vida musical, con la tradición más antigua de conciertos públicos en Europa, aunque la moda era promover a los compositores e intérpretes extranjeros en lugar de músicos nativos. Tanto Händel como Johann Christian Bach (conocido como el Bach inglés) se mudaron a Londres para aprovechar al máximo las oportunidades musicales que brindaba la ciudad. Compositores como Mozart y Haydn solían visitar la ciudad, donde eran músicos bien pagados y famosos. Londres fue la primera ciudad en establecer conciertos públicos donde la gente pagaba por entrar. La tendencia comenzó alrededor de 1672, cuando el violinista y compositor John Banister organizó un concierto de pago en su propia casa. Para cuando Händel llegó a Londres, había lugares especialmente diseñados para conciertos de música de cámara. Además, los teatros de la calle Drury Lane y el Haymarket ofrecían ópera italiana y, más tarde, inglesa. Alrededor de 1740, surgieron jardines recreativos en la capital, el más famoso en la zona de Vauxhall. Aquí los visitantes podían pasear, cenar y divertirse con música en vivo de orquestas y bandas de viento. Un ensayo de Händel para los Reales fuegos artificiales, en los jardines de Vauxhall, en 1749, atrajo a unas doce mil personas, cada una pagando dos chelines y seis peniques, y provocando un atasco de tres horas en el Puente de Londres.
Cuando Händel llegó a Londres en 1711 ya tenía un estilo distintivo, arraigado en la educación recibida en el norte de Alemania, e influenciado por sus estancias en Italia. Allí había conocido a Arcangelo Corelli y Domenico Scarlatti y alcanzado el éxito con óperas italianas y obras religiosas. También estaba familiarizado con la obra de Jean-Baptiste Lully, que dominaba la música francesa, y con Henry Purcell, que hacía lo propio en Inglaterra. Este cosmopolitismo atrajo a los asistentes asiduos a los conciertos en Londres, quienes recibieron con satisfacción que Händel evitara algunos de los floridos excesos del contrapunto del Alto Barroco que tanto utilizaba J.C. Bach. Al poco tiempo, Händel fue nombrado director musical del duque de Chandos, quien lo presentó con otros miembros de la aristocracia inglesa. Mientras trabajaba para el duque, Händel perfeccionó un nuevo estilo, más directo, que se puede apreciar en sus Himnos de Chandos (1717-18) y en la obra, descrita como masque (mascarada), Acis y Galatea (1718). Fue también en esta época cuando escribió Esther (1718), el primero de sus oratorios en inglés, género por el que se haría famoso.
En 1717, su antiguo patrón en Hannover, ahora convertido en el rey Jorge I de Gran Bretaña, le pidió a Händel que compusiera la música para acompañar un viaje en barcaza por el río Támesis. La música tenía que ser sensacional, el Rey quería hacer una gran declaración pública para desviar la atención de su hijo, el Príncipe de Gales, que estaba formando una facción política opuesta. Händel tuvo que equilibrar sus deseos de innovación musical con la necesidad de ampliar el atractivo popular de la obra. Si ya un concierto en una barcaza con unos cincuenta músicos era una novedad en sí misma, Händel añadió un toque exótico al importar músicos de la región de Bohemia, cuyas elegantes fanfarrias seguramente sonaron muy diferentes a los sonidos de cuernos de cacería tan familiares para el público inglés. Junto con los fagotes y las trompetas, los cornos bohemios ayudaron a que la música se transmitiera perfectamente al aire libre. Básicamente, la Música Acuática (1717) es una mezcla de danzas en estilos populares europeos. Comienza con una obertura en los irregulares ritmos del estilo francés, e incorpora bailes que estaban de moda en toda Europa en ese momento, incluyendo la música más inglesa, la danza hornpipe[1] –un baile alegre de paso moderado en tiempo binario–, que se convirtió en la melodía característica de la obra. Händel sabía muy bien cómo agradar al público. Entre las danzas de moda que incluyó estaban: la giga, una animada danza barroca de origen italiano o francés, pero tradicional en las Islas Británicas desde el siglo XV; el minueto, danza de la corte francesa en tiempo ternario (vals); la bourrée, un animado baile francés de raíces populares; y la sarabanda, un baile lento y señorial de origen español.
Dos días después del crucero real del 17 al 18 de julio de 1717, durante el que se estrenó la Música Acuática, Friedrich Bonet, el residente prusiano (es decir, el cónsul) en Londres, escribió un informe:
Hacia las ocho de la tarde, el rey regresó a su barcaza, en la que fueron admitidas la duquesa de Bolton, la condesa Godolphin, Madame de Kilmanseck, la señora Were y el conde de Orkney, el caballero de la alcoba en espera. Junto a la barcaza del Rey estaba la de los músicos, alrededor de cincuenta, que tocaban todo tipo de instrumentos, a saber, trompetas, trompas, hautboys [es decir, oboes], fagotes, flautas alemanas [es decir, flautas transversales], flautas francesas [es decir, flautas dulces], violines y bajos; pero no hubo cantantes. La música había sido compuesta especialmente por el famoso Händel, nativo de Halle y principal compositor de la corte de Su Majestad. Su Majestad lo aprobó tanto que hizo que se repitiera tres veces en total, aunque cada actuación duró una hora, es decir, dos antes y una después de la cena. La velada fue todo lo que se podía desear para la fiesta, el número de barcazas y sobre todo de botes llenos de gente deseosa de escuchar era incontable. Para hacer este entretenimiento más excitante, Madame de Kilmanseck había organizado una cena selecta en la villa del difunto lord Ranelagh en Chelsea, en el río, donde el rey fue a la una de la mañana. Salió a las tres y regresó a St. James's alrededor de las cuatro y media.
Lo que hoy se conoce de la Música Acuática no es sino un fragmento de la partitura original, de la que sólo sobrevivieron copias incompletas. Los musicólogos suponen que la Música Acuática, tal como se estrenó en 1717, debió haber estado formada por más piezas que las que hoy se conocen, y de las que en ejecuciones posteriores Händel y otros músicos omitieron algunas, presentaron otras en arreglos distintos a los originales, o bien sustituyeron por otras nuevas. Esto se desprende de la necesidad que observó Händel de modificar el carácter original de la música, escrita para una gran banda de ejecutantes acomodada en una barcaza, y convertirla en una obra apta para los salones de cámara, balanceando las dotaciones de instrumentos de cuerda y de alientos e incluyendo un clavecín para realzar las labores del continuo. Algunos musicólogos sospechan incluso que la Música Acuática, en su totalidad, pudo haber sido escrita para tres festividades cortesanas distintas, o quizá para ser tocada en tres puntos diferentes de la travesía por el Támesis. Esto se desprende del hecho de que la obra se publicó dividida en tres suites, que se distinguen entre sí no sólo por sus tonalidades distintas, sino también por su diferente orquestación. Estas tres suites conforman lo que hoy escucharemos: la Suite No. 1 en Fa mayor (HWV 348) en su orden original, y una combinación de la Suite No. 2 en Re mayor (HWV 349) y la Suite No. 3 en Sol mayor (HWV 350).
Es incalculable la influencia musical que Händel tuvo en la generación posterior de compositores. Durante los cien años que siguieron a su muerte, no tuvo prácticamente ningún competidor en la música coral, ya que la obra de Johann Sebastian Bach todavía estaba por redescubrise. Después de Haydn, Mozart y Beethoven, su estilo dominó la música coral del siglo XIX. Para el crítico Jan Swafford, “el triunfo de su música también fue el triunfo del arte musical: nunca antes un compositor se había acercado tanto al centro de la cultura y, tras él, los compositores empezaron a verse a sí mismos como parte de una corriente musical que se movía a través de la historia. Beethoven fue el primer compositor que aspiró a la inmortalidad. Y Beethoven dijo que Händel había sido el músico más grande.”
Axel Juárez
[1] Hornpipe también es un instrumento que consiste en un tubo de madera o carrizo con lengüeta simple y hasta seis perforaciones. Es probable que su nombre derive de un cuerno que emite el sonido por su campana o bien de la embocadura que cubre la lengüeta de un cuerno.
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