Tchaikovsky concierto para violín es un programa presentado por la Orquesta Sinfónica de Xalapa en el concierto del 8 de febrero de 2019. Contiene las piezas sinfónicas hechas por el famoso compositor de música P.I. Tchaikovsky. El programa de música fue dirigida por Vicente Martínez.
José Francisco Vásquez Cano (1896-1961) fue un prolífico compositor y director de orquesta jalisciense, que ha quedado injustamente en el olvido. ¿Cómo se ha podido pasar por alto una producción de más de doscientas obras, entre ellas siete óperas, cinco sinfonías, cuatro conciertos para piano y orquesta y dos para violín, poemas sinfónicos y mucha música de cámara? Hay quien señala como culpable de este olvido al periodo nacionalista cultural en nuestro país. La necesidad de rescatar este legado musical ha llevado al hijo de Vásquez Cano a rastrear y hallar las partituras de su padre en el típico mercado de La Lagunilla en la Ciudad de México, en cajas de cartón pertenecientes a diversos archivos particulares, en la Escuela Nacional de Música de la UNAM y hasta en un bazar en Argentina. La formación de Vásquez Cano en el Conservatorio Nacional fue de primer nivel; entre sus maestros destacaron Rafael Tello, con quien estudió piano y Julián Carrillo, con quien aprendió teoría y composición. En 1921 fundó en la Ciudad de México su propia Escuela Libre de Música, donde enseñó durante toda su vida, y en 1929 fue maestro fundador de la Escuela Nacional de Música y de la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM). Durante su carrera dirigió orquestas en Europa, Sudamérica y Japón. Como compositor, su inquietud, curiosidad y capacidad de trabajo lo llevaron a explorar diversas sonoridades, que plasmó en su tríptico sinfónico Acuarelas de viaje (1929) en el que muestra una marcada influencia francesa, especialmente en la técnica de orquestación. La obra fue escrita poco después de un viaje del compositor a Guatemala. Posteriormente fundó su propia compañía de ópera, Pro arte patrio. Vásquez Cano vivió la época del nacionalismo musical mexicano dominada por la personalidad terca y vigorosa de Carlos Chávez (1899-1978), con quien tuvo algunos desacuerdos que probablemente le costaron el ostracismo: omitía la referencia nacionalista directa en los títulos de sus obras, además de mostrar una abierta orientación estética hacia el impresionismo francés (Debussy, Ravel, Satie) y el romanticismo alemán tardío (Wagner, Marschner, Meyerbeer).
En países tan lejanos de México como Rusia también se habían gestado nacionalismos musicales, además de algunas personalidades musicales reticentes a los dogmatismos y a sus políticas culturales. Entre 1856 y 1870 se conformó en San Petersburgo “El Grupo de los Cinco”, un puñado de músicos rusos, románticos y nacionalistas, que tenían como objetivo crear una música específicamente rusa, que no imitara a la antigua música europea ni su academicismo. Para este fin retomaron elementos melódicos, armónicos, tonales y rítmicos de canciones folklóricas rusas. Piotr Illich Tchaikovsky (1840-1893) fue contemporáneo de este grupo, aunque nunca coincidió del todo con su estética y sus metas. En algunas de sus obras utilizó canciones populares, pero en la mayor parte de su producción se apegó a las prácticas occidentales de composición, especialmente en términos de tonalidad y progresión tonal. Cuando se acercaba a los cuarenta años de edad, Tchaikovsky pasó por aciagos momentos emocionales que lo llevaron a recluirse durante veinticinco días, entre marzo y abril de 1878, en Clarens, Suiza, intentando recuperarse de una fuerte depresión, resultado de su desventurado matrimonio con Antonina Miliukova. Cabe recordar aquí la homosexualidad de Tchaikovsky, que lo llevó a casarse con Antonina para guardar las apariencias. Esta unión mantuvo en vilo a la baronesa Nadezhda von Meck, melómana, mecenas y admiradora de Tchaikovsky, quien el 12 de febrero de 1878 le escribió al compositor: “Me hago cargo de todos los aspectos de su vida […] Para que el talento pueda avanzar y conocer la inspiración, es indispensable que se libere de los aspectos materiales de la vida.” Un mes después, el 17 de marzo, Tchaikovsky escribió a la baronesa: “Desde esta mañana he sido atrapado por un inexplicable fuego de inspiración […] Me sentí estupendo y muy satisfecho. Junto con algunas piezas pequeñas, estoy escribiendo una sonata para piano y un concierto para violín.” El proceso de composición le tomó once días, el 28 de marzo Tchaikovsky informó a la baronesa: “Hoy he terminado el concierto. Todo lo que resta es copiarlo, tocarlo varias veces y luego orquestarlo. Mañana comenzaré a copiarlo y a elaborar detalles.” El Concierto para violín (1878) de Tchaikovsky es considerado hoy como parte fundamental del canon violinístico y una joya del Romanticismo.
En la década de 1880, mucho después de que los integrantes del grupo de Los Cinco tomaran caminos separados, surgió —también en San Petersburgo— otro grupo llamado “Círculo Beliáyev” (en honor al filántropo y editor Mitrofan Belyaev) que reanudó la labor nacionalista con renovadas perspectivas, reconociendo la necesidad de una formación académica basada en la tradición musical de occidente. Uno de los músicos más destacados y geniales de este círculo fue Alexander Glazunov (1865-1936), quien a los 17 años estrenaba su primera sinfonía en San Petersburgo e inauguraba una fructífera amistad con un Tchaikovsky de 44 años. Nació así un fértil intercambio de ideas y sonidos entre dos generaciones. Uno de tantos productos sonoros de este nuevo ambiente fue la Sinfonía No. 5 (1895), también conocida como Heroica, que actualmente es la más tocada de sus ocho sinfonías. Glazunov se distinguió también como maestro y director del Conservatorio de San Petersburgo, donde se convirtió involuntariamente en un enlace con músicos de la nueva generación soviética (su discípulo más célebre fue Dmitri Shostakovich). En 1928 desertó de la URSS y se estableció en París, donde vivió hasta su muerte, entre la indiferencia de un público francés, más interesado en las vanguardias y tendencias modernas.
Axel Juárez
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