VIVALDI – GOUNOD es un evento cultural presentado por la Orquesta Sinfónica de Xalapa en el concierto del 27 de noviembre de 2020. Contiene las piezas sinfónicas hechas por el famoso compositor de música Antonio Vivaldi y Charles Gounod. El programa de música fue dirigido por David Pérez Olmedo.
Una de las invenciones musicales más apasionantes del periodo Barroco fue el género Concierto. La idea de colocar uno o más instrumentos solistas frente a la orquesta, explorando diversas posibilidades técnico-interpretativas, pareciera ser algo que apela a la pasión del siglo XVIII por el máximo contraste estético. Un melómano visitante de la Italia barroca señaló cómo «el oído se sorprende por los contrastes entre el solo y el tutti, entre el forte y el piano de la orquesta y el pequeño grupo de solistas, así como el ojo se sorprende por los contrastes de luz y sombra». El concierto también fue algo muy útil para los compositores barrocos al proporcionarles una manera de crear una gran estructura musical con pocos recursos. Su unidad básica, el ritornello (pequeño retorno) orquestal, es básicamente un párrafo sonoro de tres elementos: una llamativa apertura, una secuencia que le da continuidad y una estrategia musical de salida. Los instrumentos solistas pueden reflejar este mismo material sonoro o bien explorar sus propias ideas desde el virtuosismo. La orquesta proporciona una especie de puntuación musical mediante la reiteración de partes del ritornello, en pos de una conversación continua que bien podría ser un diálogo, una discusión o un monólogo con comentarios.
El compositor y violinista Antonio Vivaldi (1678-1741) nació en Venecia, hijo de un violinista profesional de Brescia. Fue el compositor italiano más original e influyente de su generación. Sus contribuciones al estilo musical, a la técnica violinística y a la orquestación fueron notables. Su producción musical fue muy abundante, cerca de 900 obras, entre ellas unos quinientos conciertos. Aunque en su tiempo fue muy reconocido, especialmente como violinista virtuoso, sus composiciones cayeron en un largo olvido después de su muerte. Fue hasta mediados del siglo XX cuando algunos aficionados y entusiastas del periodo barroco se dieron a la tarea de redescubrir su obra. Vivaldi fue uno de los pioneros de la llamada música programática, un intento sonoro por ilustrar y representar argumentos, personajes, lugares, climas... es decir, situaciones ajenas a la música. En sus conciertos instrumentales, Vivaldi perfeccionó la forma de lo que se convertiría en el concierto barroco. En primer lugar, estandarizó el uso de tres movimientos en el patrón rápido-lento-rápido. En segundo lugar, perfeccionó el ritornello, donde el conjunto completo de instrumentos, conocido como tutti, se alterna con el instrumento (o grupo de instrumentos) solista para presentar, repetir y desarrollar los principales temas musicales. Estas yuxtaposiciones de los tutti con los pasajes solistas abrieron nuevas posibilidades para la exhibición virtuosa de los ejecutantes. Aparte de los más de doscientos conciertos que escribió para el violín, Vivaldi escribió otro tanto para otros instrumentos usuales de su época; entre los más importantes, después del violín, están el fagot y violoncello. Para este último instrumento Vivaldi escribió la friolera de veinticinco conciertos. El Concierto para dos violoncellos, en Sol menor, RV 531 (ca. 1717) es el único que Vivaldi compuso para dos violoncellos. Presenta un estilo bastante cercano al de la colección de doce conciertos L’estro armonico (1711), rítmicamente imponente en la repetición de sus ostinati, caracterizada por un brillante juego de imitaciones y superposiciones melódicas extraídas en buena parte de los ritornello orquestales. Con esta obra, Vivaldi liberó al violoncello de su función utilitaria en el grupo de instrumentos encargados del bajo continuo. Al inicio del concierto, en lugar de presentar el acostumbrado ritornello, Vivaldi expone virtuosos pasajes de los solistas. Una importante ornamentación, conocida como Schwärmer o Rauscher, se presenta en el primero y tercer movimientos (rápidos); se trata de una reiteración rápida de cuatro notas logradas con ágiles movimientos hacia arriba y hacia abajo con el arco. Este recurso técnico provoca un efecto parecido al de abejas zumbadoras que podemos hallar constantemente en Las cuatro estaciones (1723).
El compositor francés Charles-François Gounod (1818-1893) fue hijo de François-Louis Gounod, talentoso pintor y grabador, y de Victoire Lemachois, pianista con talento para las artes visuales. Cuando el padre de Gounod murió prematuramente en 1823, su madre montó un pequeño estudio para la enseñanza del piano, con lo que pudo mantener a sus dos hijos. El joven Charles Gounod demostró una enorme precocidad no solo en la música sino también en el dibujo. Desde muy joven, Gounod fue internado en varias escuelas parisinas, donde en principio se mostró reacio a desarrollar sus dotes musicales, pero su madre arregló que pudiera salir de la escuela un día a la semana para recibir lecciones privadas de armonía y contrapunto con Antoine Reicha. Gounod se mostró más dedicado a la composición que a la interpretación, aunque, según varios informes, desarrolló una fina voz de tenor y adquirió cierta habilidad en el piano. Tras la muerte de Reicha,ingresó al Conservatorio de París en 1836, donde estudió contrapunto con Halévy y composición con Le Sueur. Tres años después ganó el prestigioso Prix de Rome. Durante su estancia en Roma pudo ampliar sus conocimientos musicales al estudiar la obra de Palestrina y la polifonía del siglo XVI, así como la producción de Bach, Beethoven y Mendelssohn. A partir de 1849 ingresó al mundo de la ópera, legando a este repertorio cinco obras importantes: Le Médecin malgré lui (1858), Faust (1859), Philémon et Baucis (1860), Mireille (1864) y Roméo et Juliette (1867). La obra de Gounod ejerció una considerable influencia en la música de Bizet y Massenet, así como en las primeras canciones de Fauré y en la música coral inglesa. Gounod tiene un lugar entre los compositores más respetados y prolíficos de la Francia de la segunda mitad del siglo XIX. La Pequeña sinfonía para alientos en Si bemol mayor (1885), una de las joyas de la literatura musical del siglo XIX para instrumentos de aliento, fue compuesta por encargo de su amigo, el compositor y profesor de flauta Paul Taffanel (1844-1908), personaje de gran influencia en el Romanticismo parisino. Por aquella época, Taffanel había formado un conjunto de cámara destinado a interpretar obras para instrumentos de aliento. En 1885 le pidió a Gounod una pieza que ampliara el repertorio de su conjunto. La instrumentación elegida es muy parecida a la de las Serenatas para alientos de Mozart: un esquema de doble quinteto de alientos (flauta, oboe, clarinete, corno y fagot), pero con una sola flauta. En ella Gounod hibridó la armonización sutil de la tradición francesa con el modo arquitectónico de la escuela vienesa, donde la Sinfonía tuvo central importancia. La Pequeña Sinfonía de Gounod evoca, en miniatura, la grandeza de la sinfonía clásica.
Axel Juárez
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