Beethoven / Chopin - 28/1/2022
«¡Pon atención!, escucha, que ahora soy yo quien va a hablar» nos dice L. v. Beethoven a través de los quince gigantescos acordes en fortísimo con los que da inicio la Obertura Zur Namensfeier en do mayor Op 115. Seguramente era la intención del compositor comunicar algo de esta índole al público cada vez que comenzaba sus piezas de esta manera. Y es que este carácter se puede notar en casi todas sus oberturas.
El título de la pieza se debe a que en un momento su motivo fue servir de homenaje al emperador austriaco Francisco I. Ésta se interpretaría antes de la representación de la ópera Fidelio el día del nombre del emperador (el 4 de octubre, onomástico correspondiente a San Francisco de Asis). Finalmente se estrenó el día de Navidad de 1815 en un concierto a beneficio del hospital en el Redoutensaal de Viena, y fue dedicada al Príncipe Anton Heinrich Radziwill, un compositor aficionado que conoció a Beethoven mientras asistía al Congreso de Viena.
Esta obra fue el resultado de un largo proceso compositivo : comenzó con ideas esbozadas en 1809; estos fragmentos resurgieron alrededor de 1811 cuando Beethoven se interesó por primera vez en crear un escenario musical de la "Oda a la alegría" de Friedrich Schiller. Sin embargo, no desemboca esta composición en nada serio, profundo o trascendental; en cambio, se trata de una fugaz expresión festiva y de celebración, una pequeña "oda a la alegría" que ofrece diversión pura y sencilla. Mientras que las palabras liberadoras de Schiller alcanzaron nuevas alturas épicas en el movimiento final de la Novena Sinfonía, escrita unos trece años después.
De principio a fin la pieza se encuentra empapada de este aire optimista y dinámico, pero uno de los pasajes más característicos se encuentra cerca de los dos minutos del final: los violines luchan turnándose contras los bajos y los timbales generando una sensación de explosividad que abarca gran parte del registro orquestal mientras los vientos entonan en el registro medio repetidas veces las cinco notas de uno de los motivos principales.
En el manuscrito, Beethoven escribió las palabras: "Obertura para cualquier ocasión, o para conciertos". Hasta el día de hoy, la representación de la Obertura Namensfeier es poco frecuente en la programación sinfónica.
Ya contando Beethoven con la atención del público, el Concierto para piano y orquesta no. 4 en sol mayor Op. 58 no se ve en la necesidad de iniciar con fortísimas explosiones, por el contrario: podemos casi escuchar los dedos del solista mientras acarician las cuatro notas del motivo principal que será el núcleo dinámico sobre el cual se construirá todo el primer movimiento. Motivo técnicamente sencillo de tan solo cuatro corcheas pero que inspira tal fuerza y persistencia que lo podemos encontrar en repetidas ocasiones a lo largo de la historia de este arte: tan cerca como en la conocida Quinta sinfonía y tan lejos como en la Rhapsody in blue de Gershwin .
Sobre el terreno de la originalidad, Beethoven daba la impresión de ser tan diferente a todo en lo social, lo humano, lo personal; tan revolucionario en una sociedad marcada por las reglas y este concierto lo ejemplifica desde el primer segundo, pues que un piano solitario e íntimo abra con tal desnudez un concierto clásico supone una excepción a la tradición que solicitaba una introducción orquestal antes de que el solista hiciera su aparición. No afirmemos que haya sido Beethoven el primero en poner esto en práctica, pues ya Mozart en su concierto K 271 se aproximó bastante. Sin embargo, es quizá Beethoven quien logra destacar y emplear estas innovaciones de la manera más pura hasta el momento.
Luego de la breve exposición en sol mayor del piano, la orquesta entra respondiendo en la tonalidad de si mayor. El uso de esta relación armónica por terceras se convertiría en una obsesión de los compositores a medida que avanzaba el siglo XIX. El movimiento suena a Beethoven y continúa desarrollándose modulando entre sus extraordinarios lirismo y furiosa intensidad mientras el motivo de cuatro notas salta entre la variedad tímbrica de la orquesta y el piano y se intercala con los nuevos temas que aparecen más adelante.
La cadenza hace su aparición hacia los 16 minutos del concierto y se prolonga alrededor de 4 minutos desembocando casi sobre el final del movimiento. El piano da pie al regreso gradual de la orquesta que pronto entona al unísono con el solista las cuatro notas del motivo introductorio. El piano se desliga rápidamente en forma de veloces escalas mientras la orquesta continúa repitiendo el motivo en un extraordinario crescendo que da paso a uno de los finales de movimiento más memorables en la historia de los conciertos para piano.
El segundo movimiento representa un contraste absoluto con los otros dos. La música es introducida por las cuerdas en forma de oscuros rugidos en mi menor. A pesar de su brevedad ha sido este movimiento el que más ha captado la atención de los estudiosos en busca de interpretaciones; y es que su carácter dialógico entre la dulzura del piano y lo abrupto de las cuerdas resulta en la generación de una atmósfera teatral de tal dramatismo que da la idea de una inspiración en escenas extramusicales. El teórico de la música Adolf Bernhard Marx, en su biografía de Beethoven de 1859, sugirió que en este Andante con moto existía alguna relación con la ópera Orfeo ed Euridice de Gluck, específicamente, a cómo Orfeo usó música para domar fieras. Así, las fieras son representadas por las cuerdas y Orfeo por el piano. Incluso podemos notar como hacia el final las cuerdas parecen ceder e integrarse a la dinámica mucho más moderada y tierna del piano.
Al contrario del primer movimiento y nuevamente rompiendo la tradición la orquesta comenzará exponiendo el primer tema, al contrario de lo que es común en los rondós finales del concierto clásico y en el resto de los conciertos para piano de Beethoven . Nos hayamos ahora sobre un terreno mucho más dinámico, juguetón y menos lírico. El tema sumamente rítmico dota a este movimiento de una gran vivacidad que se puede notar incluso en la otra cadenza interpretada por el solista.
El concierto fue compuesto entre 1805 y 1806 y estrenado en privado en marzo de 1807 en una presentación realizada en casa del príncipe Franz Joseph von Lobkowitz. El estreno al público no sería hasta el 22 de diciembre de 1808 en en el Theatre an der Wien de Viena en lo que quedó registrado como uno de los más extraordinarios eventos en toda la historia de la música: un monumental concierto con alrededor de cuatro horas continuas de estrenos de Beethoven. Además del Concierto para piano y orquesta no. 4, con el mismo compositor como solista, se estrenaron la Quinta y Sexta sinfonías, la Fantasía Coral Op. 80 y varios movimientos de la Misa en do mayor. Nadie diría, por su fuerza, intimismo y poesía, que este concierto supondría la última actuación pública del maestro a causa de su sordera.
Beehotven representó la transición e inicio del romanticismo musical, del cual hay quienes creen que su expresión más pura dedicada al piano tiene alma polaca. Frédéric Chopin representa quizá la máxima expresión de poesía, expresividad y virtuosismo destinada al piano, instrumento al que le dedicó prácticamente toda su producción. Ni la sinfonía, ni la ópera, ni ningún otro género fue abordado por Chopin. Cuando era niño, pudo comenzar sus estudios de piano con los mejores maestros disponibles. Después de terminar la escuela secundaria en 1826, asistió a clases en la Universidad de Varsovia, especializándose en composición, no en interpretación de piano. En 1829, habiendo aprendido todo lo que pudo en Varsovia, el joven Chopin decidió estudiar en el extranjero, pero el Ministerio de Educación no aprobó su solicitud de financiación.
El 11 de octubre de 1830 Chopin ofreció un concierto de despedida en Varsovia. Uno de los hechos más significativos fue el estreno de su Concierto para piano y orquesta no. 1 en mi menor Op. 11. En marzo de ese año, había presentado su Concierto para piano no. 2 en fa menor Op. 21 en su primera aparición pública en esa ciudad. La nueva obra fue recibida con gran admiración y permitió al pianista de veinte años partir hacia Viena con grandes esperanzas de éxito. El 1 de noviembre de 1830, partió hacia Viena como la primera parada de una gira europea planificada para buscar la fama como compositor y pianista. Para el otoño del año siguiente Chopin se encontraba ya en París.
Frédéric encontró consuelo en la vida musical parisina, mucho más adecuada para sus numerosas piezas de salón que la comunidad musical más elitista de Viena. En París pudo socializar con poetas, novelistas y otros músicos, mientras que sus habilidades como pianista tenían una gran demanda. Compuso cientos de obras íntimas para piano solo, la mayoría de las cuales nunca han salido del repertorio. Estaba tan dedicado a su instrumento que cada obra que compuso incluía el piano. Casi toda su música para piano solo está escrita en forma compacta: nocturnos, mazurcas, valses, estudios, preludios, etc. Sin embargo, muchas de estas formas eran bastante nuevas y su uso para la música de salón fue discretamente revolucionario. Constantemente ha sido criticado por su falta de habilidad orquestal, pero Chopin creó acompañamientos adecuados y funcionales que sirven para realzar la escritura pianística, que fue su único propósito en componer para orquesta: en sus conciertos él vio a la orquesta como un medio para transmitir sus solos de piano a gran escala.
El Concierto Op. 11 se abre con una larga introducción orquestal que establece hábilmente el tono de lo que sigue. Cuando entra el piano, lo hace con la nobleza y delicadeza que hemos llegado a esperar de este maestro de las miniaturas. A medida que avanza el primer movimiento con el drama habitual y la interacción entre el piano y la orquesta, Chopin le da al solista la mayor parte de la responsabilidad, llenando casi todos los compases con deslumbrantes figuraciones pianísticas.
El segundo movimiento está designado como Romance, pero en realidad es un nocturno extendido para piano y orquesta en todo menos en el nombre. Después de una breve introducción evocadora, el piano entra con un tema de una belleza que se derrite y que se repite con la deliciosa ornamentación que es la marca registrada de Chopin, quien comenta acerca de e:sta música “… Tiene la intención de transmitir la impresión que uno recibe cuando la mirada se posa en un paisaje amado que evoca en el alma hermosos recuerdos, por ejemplo, en una fina noche de primavera iluminada por la luna” .
Después de un comienzo interrumpido, el rondó final comienza con su tema de polca que regresa a lo largo del desarrollo entre episodios más elaborados. Esta obra maestra perfecta para piano se vuelve más compleja a medida que avanza a través de secciones tiernas y virtuosas. Las páginas finales del concierto contienen algunos de los pasajes pianísticos más difíciles y emocionantes del siglo XIX. Después de una declaración final del tema de la polca, una coda enérgica corre hasta el final con escalas y arpegios exigentemente impecables que dejan a la audiencia tan cautivada como exhausto el solista.
Luego de la interpretación su concierto y la exitosa despedida de Varsovia, Chopin no volvió nunca a su país natal. Falleció en 1849 debido a la frágil salud que lo aquejaba, diez años después de haber contraído tuberculosis. En lugar de poder físico, la música de Chopin tiene una delicadeza de ornamentación y matiz armónico compartida por pocos compositores de su época; podemos encontrar en ella muchas de las melodías y temas más bellos y célebres jamás compuestos.
Puede incluir fragmentos tomado de las siguientes fuentes:
• Doolin, C. (16 de noviembre de 2015). Program Notes – Chopin & Beethoven. Orpheus Music Prose. http://www.orpheusnotes.com
• Judd, T. (9 de septiembre de 2020). Beethoven’s “Namensfeier” Overture: The First “Ode to Joy”. The listener’s club. https://thelistenersclub.com
• Keller, J. (1 de diciembre de 2019). Notes on the program – Symphony No. 2 in D major, Op. 36, Piano Concerto No. 4 in G major, Op. 58. New York Philharmonic. https://nyphil.org/
• Mangum, J. (2022). Piano Concierto No. 4 en sol mayor, Op. 58 – Ludwig van Beethoven. LA Phil. https://www.laphil.com
• Ropón, E. (28 de mayo de 2021). Notas al programa – Chopin y Sibelius. Orquesta Sinfónica de Tenerife. http://sinfonicadetenerife.es
• Tarin, C. (5 de marzo de 2012). “Concierto para piano no. 4 en Sol mayor, opus 58”, de Beethoven. Melómano digital. https://www.melomanodigital.com