Ewald 17/03/2021
El compositor e ingeniero ruso Victor Ewald (1860-1935) nació en San Petersburgo. A la edad de 12 años ingresó al Conservatorio de la ciudad, donde recibió clases de composición y armonía, además de formarse en distintos instrumentos: violoncello, piano, corno y corneta. Su educación musical transcurrió a la par de sus estudios en ingeniería, en la Escuela de Construcción de San Petersburgo, donde se graduó en 1883, convirtiéndose pocos años después en “Profesor Honorario”. Sus actividades laborales de juventud las desempeñó como profesor de Ingeniería Civil y, durante 16 años, como violoncellista del célebre Cuarteto Beliaeff.
La Rusia de finales del siglo XIX, no se destacaba por ofrecer las mejores condiciones para los músicos. La precariedad en el ámbito musical ruso difería con otras profesiones artísticas –como los pintores, escultores y actores– quienes fueron considerados como “artistas libres”, lo que los eximía del pago de diversos impuestos, permitiéndoles establecerse en cualquier parte del país. Los músicos fueron menos afortunados, para el gobierno tenían el mismo estatus que un campesino, lo que explica la gran cantidad de músicos que trabajaban en otras profesiones . Entre ellos se encontraban Victor Ewald y un notable grupo de su generación que empezaba a mostrar interés, como él, en la música tradicional rusa y su incorporación a las nuevas composiciones. Esto devino en un nuevo estilo: el Nacionalismo Ruso. Este manojo de músicos, llamado Grupo de los Cinco, lo conformaban: Mily Balakirev (oficinista ferrocarrilero), Alexander Borodin (químico), César Cui (soldado e ingeniero), Modesto Mussorgsky (oficial de la Guardia Imperial) y Nicolai Rimsky-Korsakov (oficial de la marina). Todos, incluyendo a Ewald, ingeniero, se dedicaban a sus respectivas profesiones, lo que no les impedía dedicarle tiempo a su verdadera pasión. Empezaron, así, a frecuentar la casa de un personaje central en el desarrollo de la nueva música rusa: el melómano, comerciante maderero y músico aficionado Mitrofan Petrovich Belaïev (1836-1904). En su casa se organizaban las famosas veladas semanales, que reunían cada viernes a lo más granado del ámbito musical ruso. Comenzaban poco antes de la cena y terminaban después de las tres de la madrugada. Según el testimonio de Rimsky-Korsakov –en su autobiografía traducida al inglés como My musical Life– las sesiones de los viernes por la noche habían comenzado poco antes de 1883, aumentando el número de asistentes durante el invierno de 1883-1884. Entre ellos se encontraban Alexander Borodín (1833-1887), Alexander Glazunov (1865-1936), Nikolay Sokolov (1859-1922) y otros notables compositores. Sokolov fue uno de los profesores de composición de Ewald, en el Conservatorio de San Petersburgo. Podríamos decir que buena parte de la destreza compositiva de Ewald y su gran sentido de la forma son deudoras de lo aprendido en el círculo de Belaïev. A falta de apoyos estatales, mecenazgos como el de Belaïev fueron determinantes en el desarrollo del nacionalismo ruso. Belaïev fundó una importante editorial musical en Leipzig que se encargó de publicar la música de muchos compositores rusos, asegurándoles de esta manera derechos de autor internacionales. El mecenas-editor llegó a publicar poco más de dos mil composiciones rusas. Dentro de las actividades de las veladas, también se organizaban recitales de cuarteto de cuerda con el propio Belaïev en la viola, Nikolai Gesekhus y Alexander Gelbke en el violín y Victor Ewald al violoncello. El repertorio habitual consistía en cuartetos de Haydn, Mozart y Beethoven, sin dejar atrás las nuevas composiciones de sus amigos Borodin, Glazunov y Rimsky-Korsakov.
Victor Ewald es considerado uno de los padres del quinteto de metales moderno. Entre sus composiciones más importantes encontramos sus cuatro obras en este género. El Quinteto No. 3 en Re bemol mayor, Op. 7 (1912) lo conforman cuatro movimientos: I. Allegro moderato, II. Intermezzo, III. Andante y IV. Vivo. Según el crítico musical británico Malcolm McDonald «como muchos de sus compañeros compositores rusos, Ewald recopiló canciones populares rusas y, sus quintetos, a pesar de sus líneas clásicas, están profundamente imbuidos en el sentimiento del romántico nacionalismo ruso. También están escritos con un profundo conocimiento de las capacidades de los instrumentos, además de tener páginas de profunda calidez emocional y de una virtuosa y muy vital escritura en sus movimientos rápidos».
El compositor danés Carl Nielsen (1865-1931), contemporáneo de Sibelius, Glazunov y Dukas (todos ellos nacidos en 1865), demostró habilidades muy tempranas para la música, especialmente en la trompeta, la cual tocaba desde su infancia en la banda militar local. Cuando cumplió sesenta años, en el verano de 1925, la celebración nacional en Dinamarca concordó en magnitud con la de Sibelius en Finlandia. Se le considera uno de los compositores más importantes de su generación (la que está en medio de los siglos XIX y XX). Sus composiciones cubren un amplio rango de estilos, desde el romanticismo brahmsiano hasta el neoclasicismo stravinskiano. Es bien conocido por sus sinfonías, las cuales coinciden, en periodización y estética, con las de su contemporáneo Sibelius, además de ser comparado con Mahler, por la gran sensibilidad, optimismo y lirismo que muestra en su obra. Prácticamente compuso en todos los géneros más importantes de la época, como se hace notar en su Quinteto de alientos, en La mayor, Op. 43 (1922), dedicado al quinteto de alientos de la Orquesta Real de Copenhagen, y estrenado el 30 de abril de 1922. Nielsen decidió componer su Quinteto al terminar su Quinta sinfonía. Según el relato del Quinteto de alientos catalán DaCap –basado en la biografía del compositor escrita por Torben Meyer:
«Una noche de otoño de 1921, Carl Nielsen llamó por teléfono a Christian Christiansen, un gran amigo suyo pianista que estaba justamente acompañando a cuatro de los cinco músicos que formaban el Quinteto de viento clásico de la Royal Orchestra de Copenhagen. Estaban interpretando la Sinfonía Concertante de Mozart (K.297b). Mientras hablaba Nielsen con su colega, los cuatro músicos seguían tocando. El danés le preguntó a Christiansen si podía escucharlos en persona. En ese momento, habiendo terminado su quinta sinfonía, decidió que su siguiente trabajo fuera un quinteto dedicado a este grupo en concreto. Mientras componía esta obra, consultó muy de cerca aspectos interpretativos con los músicos. Estos eran: flauta: Paul Hagemann, oboe: Svend Christian Felumb, clarinete: Aage Oxenvad, trompa: Og Hans Sørensen y fagot: Knud Lassen. Con esto, Nielsen intentó plasmar las personalidades de cada miembro en su parte musical. El resultado de este proyecto fue un impresionante lienzo de contrastes tímbricos y de intervenciones puntuales de instrumentos individuales que crean un collage colorido y vivo».
Su genial y melodiosa obra se convirtió pronto en una de las más interpretadas del siglo XX. Inauguró una manera de componer, basada en el carácter individual de los instrumentos, convirtiéndose, así, en repertorio obligado de los quintetos de alientos. En una Nota de programa, el propio Nielsen describe su obra: «en el quinteto de alientos intento representar a los personajes de los diversos instrumentos. En un momento todos hablan al mismo tiempo, en otro están absolutamente solos. La obra consta de tres movimientos: a) Allegro, b) Minueto y c) Preludio – Tema con variaciones. El tema de estas variaciones es la melodía de una de mis canciones espirituales, que aquí se ha convertido en la base de unas variaciones igualmente elegantes y extravagantes que elegíacas y serias, que terminan con el tema en toda su simplicidad y expresado de una manera pacífica. En general, la pieza combina aspectos del neoclasicismo y del modernismo».
A estos quintetos de Ewald y Nielsen los separa una década. Ambos son una gran muestra de las capacidades de esta formación de cámara. Desde el sabor de lo popular ruso, expresado con profundo conocimiento del Romanticismo, Ewald abrió brecha en la composición de la poco usada formación del quinteto para metales mientras Nielsen, con su excelente manejo melódico y sensibilidad estética, enriqueció el repertorio del quinteto de alientos clásico. Estamos ante dos hitos de la composición de cámara del siglo XX, época en que los alientos sobresalen en las composiciones modernistas; lo logrado y propuesto en los quintetos de Ewald y Nielsen será explorado y explotado, en la misma línea del quinteto, por compositores de la talla de: Paul Hindemith, Arnold Schoenberg, Theodor Blumer, Henri Tomassi, Heitor Villa-Lobos, Jacque Ibert, Grazyna Bacewicz, John Cage, Darius Milhaud, Malcolm Arnold, Jean Français, Elliot Carter, Luciano Berio y György Ligeti.
Axel Juárez