El Emperador 05/09/14

Juan Arturo Brennan | Tlaqná
Concierto n°. 5 para piano - Ludwig van Beethoven
Además de lo mucho que se ha dicho y escrito sobre Ludwig van Beethoven (1770-1827) como compositor, han llegado hasta nosotros muchos testimonios de contemporáneos suyos acerca de su peculiar perfil como pianista virtuoso. Esta faceta de la carrera de Beethoven fue de fundamental importancia, ya que su propia actividad como pianista dio origen a una parte significativa de su producción como compositor, en la que destacan cinco conciertos con orquesta, 32 sonatas para piano solo y un número significativo de obras de cámara con piano. De sus talentos y excentricidades en la improvisación pianística existe un testimonio muy interesante, escrito por el compositor bohemio Jan Vaclav Tomaschek (1774-1850): La sorprendente interpretación de Beethoven, tan extraordinaria por los desarrollos audaces de su improvisación, me conmovió de manera extraña. Me sentí tan hondamente humillado en lo más profundo de mi ser que no volví a tocar el piano en varios días. Volví a oír a Beethoven en su segundo concierto. En esta ocasión seguí su ejecución con un espíritu más calmado. Ciertamente admiraba su técnica fuerte y brillante, pero los saltos frecuentes y audaces de un motivo a otro no se me escaparon. Estos, por el contrario, suprimen la unidad orgánica y el desarrollo gradual de las ideas. La rareza y la desigualdad parecen ser para él un principio de la composición. No deja de ser curioso el hecho de que Beethoven, un hombre de ideas revolucionarias y tendencias políticas liberales, se pasara buena parte de su vida dedicando su música a toda clase de aristócratas y oligarcas. Prueba de ello, por ejemplo, las dedicatorias de sus conciertos para piano: - Concierto No. 1: a la princesa Odescalchi - Concierto No. 2: a Karl Nikolas von Nikelsberg - Concierto No. 3: al príncipe Luis Fernando de Prusia - Conciertos No. 4 y No. 5: al archiduque Rodolfo Ni modo: el buen Beethoven necesitaba el patrocinio de tan ilustres personajes para poder vivir. En el mes de diciembre de 1800 Beethoven escribió una carta a Franz Anton Hoffmeister (1754-1812), compositor austríaco que además fue un importante editor de música, habiéndose hecho cargo de la publicación de obras de Franz Joseph Haydn (1732-1809) y del propio Beethoven, entre otros. En esa carta, dirigida a Hoffmeister en Leipzig, el compositor le ofrecía algunas obras suyas para su publicación, entre ellas un concierto para piano y orquesta que, según el propio Beethoven, no era de lo mejor de su producción, porque el compositor se reservaba para sí mismo sus mejores obras. En la misma carta, Beethoven le informaba a Hoffmeister que tenía otro concierto para piano, que habría de ser publicado por el editor Mollo. De todo esto resultó que en 1801 Mollo publicó el que hoy conocemos como Primer concierto para piano de Beethoven, y Hoffmeister publicó otro concierto, el que hoy conocemos como segundo de la serie y que lleva como número de Opus 19. Lo cierto es que este Segundo concierto fue compuesto por Beethoven antes que el que conocemos como Primer concierto, y que la cronología invertida se debe al orden en que ambas partituras fueron editadas. En el segundo concierto hallamos todavía una serie de elementos de expresión que parecen remitirnos directamente a Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). Si esta partitura fue comenzada por Beethoven en 1787, ello quiere decir que precede en su concepción a los dos últimos conciertos pianísticos de Mozart. La transparencia de la textura de la obra es apuntalada, además, por una orquesta de dimensiones modestas: flauta, dos oboes, dos fagotes, dos cornos y cuerdas. He aquí el programa de un concierto realmente histórico, en el más amplio sentido del término: T h e a t e r a n d e r W i e n A b r i l 5, 1 8 0 3 A las 18 horas Concierto extraordinario con obras del Sr. Ludwig van Beethoven 1.- Sinfonía No. 1, do mayor 2.- Sinfonía No. 2, re mayor 3.- Oratorio Cristo en el Monte de los Olivos 4.- Concierto para piano No. 3, do menor El Sr. Beethoven tocará el piano y dirigirá la orquesta Se dice que a las 5 de la mañana del día del concierto Beethoven trabajaba frenéticamente dando los últimos toques al oratorio y al concierto para piano, obras que aún no estaban terminadas. A pesar de estas y otras circunstancias irregulares, el concierto se inició a la hora señalada, en punto, y las partituras estuvieron completas. Es decir, las partes orquestales estuvieron listas, porque de la parte del piano solista del concierto tenemos otras noticias. Ignaz Ritter von Seyfried, amigo cercano de Beethoven, se encargó esa noche de dar vuelta a las páginas de la partitura mientras Beethoven tocaba, y dejó una constancia clara de lo sucedido en esa ocasión: Dios me ayude, eso de dar vuelta a las páginas fue más difícil de lo que parece. Tenía ante mí páginas casi vacías; a lo más, había algunos jeroglíficos egipcios totalmente ininteligibles para mí, y que servían de guía para Beethoven, que tocó casi toda la parte solista de memoria. Me echaba una mirada secreta cada vez que se aproximaba el final de una página, y mi angustia por no perder el momento decisivo de dar vuelta a la página parecía divertirle mucho, y se rió mucho de ello durante la cena que tuvimos después del concierto. El Tercer concierto para piano de Beethoven fue publicado en el año de 1804 por la casa Breitkopf y Härtel, y está dedicado al príncipe Luis Fernando. En otra velada igualmente histórica, ocurrida el 22 de diciembre de 1808, se interpretó el siguiente programa con obras de Beethoven: - La Fantasía coral para piano, coro y orquesta - El aria de concierto Ah, pérfido - Fragmentos de la Misa en do mayor - El estreno mundial de la Quinta sinfonía - El estreno mundial de la Sexta sinfonía - El estreno público del Cuarto concierto para piano Sin duda, éste fue un concierto espectacular, incluso en el contexto de la costumbre de aquellos tiempos de organizar conciertos gigantescos. El Cuarto concierto para piano fue escrito por Beethoven en el año de 1806, uno de los más brillantes y productivos de su carrera. Algunos musicólogos han hecho notar que el suave y delicado inicio de este concierto, cuatro notas repetidas en varias ocasiones por el piano solista, es como un espejo del poderoso tema de cuatro notas con el que Beethoven inicia su Quinta sinfonía. La noche del 11 de mayo de 1809 los cañones franceses tronaron sobre la ciudad de Viena para tratar de convencer al archiduque Maximiliano que la rendición incondicional era lo mejor para todos. La tarde del día siguiente Viena cayó en poder del ejército de Napoleón y se convirtió en una ciudad ocupada, con todas las incomodidades y peligros que ello implica. Sin embargo, la ocupación napoleónica no le impidió a Beethoven seguir componiendo y durante ese período escribió, entre otras obras, su sonata para piano Los adioses, su cuarteto de cuerdas llamado Arpa y el quinto de sus conciertos para piano, el llamado Emperador. Al mismo tiempo, el compositor se las arregló para seguir expresando abiertamente sus sentimientos políticos. Cuenta la leyenda que una de esas noches, en plena ocupación de Viena por los franceses, un amigo suyo encontró a Beethoven en un café, blandiendo furioso un puño ante un oficial del ejército francés, mientras le gritaba, airado: “¡Si yo fuera un general y supiera tanto de estrategia como sé de contrapunto, ya les daría algo en qué pensar!” Pero en vez de darles su merecido a los invasores, Beethoven dio su concierto Emperador al mundo; ya no volvería a componer conciertos para piano, quizá porque su avanzada sordera ya no le iba a permitir tocarlos él mismo. ¿Y qué hay respecto al sobrenombre de Emperador? La leyenda aceptada con mayor frecuencia dice que la primera vez que el concierto se tocó en Viena, el 12 de febrero de 1812, un oficial francés que se encontraba en la sala exclamó admirado: “¡Este es el emperador de todos los conciertos!” Al parecer, los emperadores tenían la manía de atravesarse en el camino de Beethoven: recordemos al respecto la fallida dedicatoria a Napoleón de su sinfonía Heroica. El estreno del concierto Emperador de Beethoven tuvo lugar en Leipzig el 28 de noviembre de 1811, con Friedrich Schneider como solista y Johann Philipp Christian Schulz dirigiendo la orquesta. La noche del estreno en Viena, tres meses después, el solista fue Carl Czerny (1791-1857), el alumno más notable de Beethoven y a su vez maestro de otras importantes figuras, entre ellas Franz Liszt (1811-1886). Juan Arturo Brennan