Danzones de Márquez 31/10/14
Arturo Márquez, la secuencia inspiradora en torno del danzón
La experiencia de Arturo Márquez como compositor parte desde sus inicios en el arte musical. Tenemos conocimiento de partituras escritas por él, de forma prácticamente intuitiva, desde los 16 años de edad. En el año de 1976, a su regreso de una estancia en la ciudad californiana de Los Ángeles, ingresó al Taller de Composición del Instituto Nacional de Bellas Artes, que se ubicaba en Coyoacán, en el inmueble propiedad de la Sociedad de Autores y Compositores de México. Sus maestros allí fueron Raúl Pavón, Federico Ibarra, Joaquín Gutiérrez Heras y Héctor Quintanar. Con aquella orientación estética, sus trabajos apuntaban hacia las formas propias del denominado “avant-garde”, en boga desde mediados del siglo pasado, y en ellos registraba la sensible influencia de Héctor Quintanar –ejemplar compositor, instructor y director de orquesta–, que también se establecía como uno de sus modelos a seguir.
Sin embargo, el paso del tiempo hizo madurar en Arturo la idea de escribir sobre un lenguaje más accesible y de sugerente poder comunicador. Nacieron así diversas partituras, entre las que se incluye la serie de ocho Danzones, escritos para diversas formaciones instrumentales y con variada estructura. Del mismo ciclo destaca una partitura de intrínseca belleza y sorprendente estructura, que se ha sido capaz de alcanzar celebridad internacional: el Danzón 2, interpretado regularmente en importantes centros musicales del mundo y con directores tan celebrados como el venezolano Gustavo Dudamel. Actualmente es la obra representativa de la creatividad sinfónica mexicana en el mundo, y se ejecuta ya con más frecuencia que el Huapango de José Pablo Moncayo.
Al mismo tiempo, la frondosa imaginación creadora de Márquez se disparó hacia contextos tan interesantes como la tradición oral generada en el estado de Morelos, donde actualmente reside, en torno de la aún vigente personalidad y los ideales de Emiliano Zapata, de lo que se derivó la partitura denominada Leyenda de Miliano. También la reminiscencia que apunta hacia las primeras estaciones de ferrocarril en el país o la tradición prehispánica del Fuego Nuevo. El contexto citadino no le ha sido ajeno y de ello es representativa La pasión según san Juan de Letrán, así como piezas de tan destacada originalidad como Son a Tamayo (con dedicatoria a la arpista Lidia Tamayo), En clave, Días de mar y río, Enigma, Espejos en la arena, Conga del Fuego Nuevo y muchas más.
Originario de Álamos, Sonora, donde nació en el año de 1950, la formación musical de Arturo se dio en su tierra natal, como ejecutante de instrumentos de metal (el trombón fue su predilecto). Luego se trasladó a la Ciudad de México para hacerse alumno de los maestros arriba citados, antes de viajar al extranjero para tomar clases con Morton Subotnick, William Kraft y Mel Powell. En 1994, el año del estreno del Danzón 2, se integró en el Sistema Nacional de Creadores de Arte, a lo que habrían de seguirle diversas distinciones importantes, en México y en el exterior.
La lista de Danzones es representativa de la fascinación que sobre el músico ejerce esta sugestiva forma de baile, particularmente el elegante estilo que se cultiva en el Puerto de Veracruz, lugar que visita con frecuencia. En el mismo contexto, su relación con la ciudad de Xalapa va más allá del simple encuentro casual; la edición 2001 de la Feria Internacional del Libro Universitario llevó una dedicatoria especial a su persona. Por añadidura, la versión original del Danzón 5 –subtitulado “Portales de madrugada”, evocación insinuante del ambiente danzonero habitual en la bulliciosa plaza principal del Puerto de Veracruz– lleva en su versión original dedicatoria específica para el Cuarteto de Saxofones de México, agrupación fundada en la capital de Veracruz por Abel Pérez Pitón, experimentado instrumentista que se desempeña como clarinetista principal en la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
El listado de los Danzones nos indica que el primero de ellos data del año 1990, trabajado inicialmente sobre sintetizadores, al que siguió el Danzón 2, estrenado en 1994 por la Orquesta Filarmónica de la UNAM, bajo la dirección de Francisco Savín. El propio Márquez ha indicado que la génesis de esta célebre partitura se dio desde tiempo antes, y la culminación coincidió con el estallido de la guerrilla zapatista en el estado de Chiapas, hacia inicios de 1994, un acontecimiento que inquietó el ánimo del compositor y que influyó decididamente en sus motivaciones posteriores. El Danzón 3, escrito el mismo año de 1994, fue compuesto originalmente para flauta y guitarra, a las que posteriormente añadió el autor el acompañamiento de una orquesta de cuerdas, tornándolo así en una obra concertante. El Danzón 4 vio la luz en 1996, en tanto “Portales de Madrugada” data de 1997. El Danzón 6, conocido como “Puerto Calvario” y distinguido por su elegante y sensual solo de saxofón soprano concertando con una orquesta de cuerdas, data de 2001, al igual que el Danzón 7. El Danzón 8, el último de la serie hasta el momento, fue compuesto en el 2004. Subtitulado “Homenaje a Maurice”, Márquez evoca en esta obra las atmósferas sonoras propias del universo del célebre homenajeado, el compositor francés Maurice Ravel (1875-1937).
Después de la serie de Danzones, la fecundidad de Márquez no se interrumpe y el público ha atestiguado el estreno de obras como Sueños (2005), De Juárez a Maximiliano (2006), Marchas de duelo y de ira (2008, con dedicatoria a los caídos en Tlatelolco, en 1968) y varias más, a lo que se suma su elogiable trabajo de reconstrucción para el segundo acto de la ópera Atzimba, del duranguense Ricardo Castro (1864-1907). Los Danzones de Arturo Márquez han motivado también creaciones coreográficas, y se establecen como un paréntesis de medular esencia en su catálogo. Por lo mismo, nuestra Orquesta Sinfónica de Xalapa dedica la audición de esta noche a tan significativo curso inspirador, representativo de un talento que desde México se muestra al mundo con singularidad y enorme significación.
No en vano se expresó de esta manera el musicólogo Aurelio Tello, en las notas elaboradas para el CD “Arturo Márquez. Ocho Danzones” (CONACULTA, 2013):
Qué fortuna, digo yo, vivir en este tiempo –el de Arturo Márquez- y ser testigo de la creación de una de las obras más originales, más entrañables, más arraigadas en lo que somos como individuo y como pueblo, más sólidas en sus bases técnicas y más conmovedoras en su expresión. Y… poder ir hacia el creador de tan hermosos danzones y darle “un abrazo emocionado. ¡Qué más da! Emocionado… emocionado…”
Notas al programa por: Jorge Vázquez Pacheco