Karelia 03/02/15
Suite Karelia, Op. 11
El gran poema épico nacional de Finlandia, el Kalevala (nombre que significa tierra de héroes) fue la fuente principal de inspiración para los hermosos, evocativos, poemas sinfónicos de Jean Sibelius (1865-1857), así como de algunas de sus obras en otras formas y géneros. En estas piezas, Sibelius demostró un talento y una intuición insuperables para convertir en sonidos las fantásticas imágenes poéticas creadas por los antiguos bardos de Finlandia. Uno de los pasajes del Kalevala narra la expedición a Pohjola, la tierra del norte, realizada por los tres héroes principales del poema épico. Un buen día, Väinämöinen, Ilmarinen y Lemminkäinen se embarcan hacia la sombría tierra de Pohjola en busca de un mágico talismán, el sampo. Llegados a Pohjola, se encuentran con la Madre Louhi, la poderosa mujer que domina la región. El pueblo de Pohjola es convocado contra los aventureros que quieren robar el sampo. Para seguir adelante con sus planes, el viejo Väinämöinen toca hermosas melodías en su kantele (el instrumento nacional de Finlandia, semejante a un salterio) y pone a dormir a los habitantes de Pohjola. Después, acompañado de Ilmarinen y Lemminkäinen, el viejo y sabio Väinämöinen se dirige a la montaña donde se halla enclavado el sampo.
Con ayuda de un toro fantástico, los tres héroes del Kalevala arrancan el sampo de las entrañas de la montaña, se lo llevan hacia su barco y se hacen a la mar de regreso a su patria. Mientras tanto, el pueblo de Pohjola despierta y la Madre Louhi convoca a los dioses Utar y Ukko para que desaten neblinas y tormentas contra el barco de quienes le han robado el sagrado sampo. En medio de la tormenta, el kantele de Väinämöinen es barrido por una gran ola y se pierde en las profundidades del mar. Entonces, los de Pohjola, guiados por Louhi, se hacen a la mar en persecución de los héroes. Cuando están a punto de ser alcanzados, Väinämöinen arroja al mar yesca y pedernal, y de ellos nace un gran escollo contra el que naufraga el barco de sus perseguidores. Entonces, Louhi se convierte en un águila y, cobijando a sus guerreros bajo sus alas, continúa la persecución de los tres héroes. El águila desciende sobre el barco y se entabla una dura lucha en medio de la cual el sampo cae al mar y se hace pedazos. Vencida por Väinämöinen, Ilmarinen y Lemminkäinen, la Madre Louhi, en su forma de águila, vuela de regreso a Pohjola, triste y abatida por la pérdida del sampo, sin el cual no habrá pan ni alegría en su tierra, la tierra de Laponia. Libres ya de toda persecución, los tres héroes regresan a su patria. Al llegar a tierra, Väinämöinen encuentra los pedazos del sampo y los distribuye en varios lugares; de esos pedazos del sampo nacerán, al paso del tiempo, la cerveza de cebada y el pan de centeno. Una vez cumplida su misión, Väinämöinen alza su voz al cielo en una invocación a Jumala, el dios supremo:
“¡Concédenos, oh creador, una brillante prosperidad! ¡Haz, oh Jumala, que nuestra vida transcurra dichosamente y concédenos morir con honor en estas dulces regiones, en este hermoso país de Karelia!”
Esta rica referencia a la mitología finlandesa es un buen preludio para un acercamiento a terrenos más reales, específicamente a la Karelia a la que se refiere el héroe Väinämöinen. En principio, Karelia es el nombre de una provincia del sureste de Finlandia cuyos habitantes, según se dice, son más vivaces y extrovertidos que el resto de los finlandeses. Por otro lado, a través del tradicional viaje a la enciclopedia y al atlas más cercanos, se puede averiguar que existe una República Soviética Socialista Autónoma de Karelia, que formaba parte de la República Soviética Socialista Federada de Rusia y que hoy es, simplemente, una parte de Rusia. Para aclarar un poco las cosas vale decir que esta moderna Karelia, en su región oriental, ha sido parte de Rusia desde el siglo XII, y actualmente se sitúa entre la frontera de Rusia con Finlandia y el Mar Blanco. Con todos estos datos, y con el recuerdo relativamente reciente de la prolongada dominación rusa sobre Finlandia a través de la historia, es posible tejer un sabroso enredo geográfico, político y musical en el que se vean entrelazadas la Karelia mítica del Kalevala, la Karelia de la realidad y la Karelia de la imaginación de Sibelius. Sin embargo, considerando los perpetuos vientos de cambio que soplan por aquella región del orbe, más vale no aventurarse mucho, porque en cualquier momento Karelia se puede convertir en otra cosa, cambiar de nombre, o desaparecer como tal. El caso es que la Suite Karelia de Sibelius fue compuesta en 1893 a partir de un encargo específico. Los estudiantes de la Universidad de Viborg estaban dedicados en aquel tiempo a montar un espectáculo escénico sobre diversos temas de la historia finlandesa y le pidieron a Sibelius, el gran compositor nacional, que compusiera algunos trozos de música incidental. El resultado del encargo fue precisamente la Suite Karelia, que originalmente contaba con un número mayor de piezas que las que actualmente se conocen. Ocurrió que Sibelius, siempre autocrítico al extremo, impidió la publicación de la obra en su totalidad. Así, de toda la música escrita por el compositor finlandés para aquella ocasión, sobrevivieron sólo cuatro números: la obertura, que hoy es considerada como una obra independiente con el número de Opus 10, y las tres piezas que conforman actualmente la conocida Suite Karelia.
Hoy en día, Karelia es simultáneamente fuente de orgullo nacional y de dolor histórico para los finlandeses. Fue en Karelia precisamente donde el filólogo Elías Lönnrot recopiló la mayor parte de los poemas tradicionales con los que dio forma al Kalevala, por lo que Karelia es considerada, con razón, como la cuna de la identidad del pueblo finlandés. Y al mismo tiempo, los finlandeses contemporáneos deben vivir con la amarga realidad de que, en una de tantas particiones políticas de su patria, la legendaria Karelia pasó a pertenecer a Rusia, uno de los mayores enemigos históricos de Finlandia.