Réquiem Alemán 23/03/15

Juan Arturo Brennan | Tlaqná
Un Réquiem Alemán, Op. 45 - Johannes Brahms

JOHANNES BRAHMS

Un Réquiem alemán, Op. 45

I. Selig sind, die da Leid tragen (Bienaventurados los que padecen)
II. Denn alles Fleisch, es ist wie Gras (Porque toda la carne es como la hierba)
III. Herr, lehre doch mich (Hazme saber, por tanto, Señor)
IV. Wie lieblich sind deine Wohnungen (Cuan dulces son tus moradas)
V. Ihr habt nun Traurigkeit (Ahora vosotros os sentís afligidos)
VI. Denn wir haben hie keine bleibende Statt (Pues no tenemos aquí morada permanente)
VII. Selig sind die Toten (Bienaventurados los que mueren)

A primera vista resulta fácil decir que Johannes Brahms (1833-1897) cometió un pleonasmo al llamar Un Réquiem alemán a su conmovedora partitura sinfónico-coral dedicada a la meditación sobre la muerte. Después de todo, parecería evidente que cualquier obra (incluyendo una misa de muertos) surgida de la pluma de Brahms tendría que ser, por fuerza, representativa cabal del espíritu musical alemán. Sin embargo, las características mismas de la obra permiten apreciar con claridad que el compositor no se equivocó al enfatizar en el título el espíritu alemán de su Réquiem. De estas características, tres son especialmente importantes:
1.- La decisión de Brahms de utilizar textos en alemán en lugar del latín tradicional en estos casos. El compositor seleccionó los textos a partir de la traducción alemana de la Biblia hecha por Martín Lutero.
2.- El hecho de alejarse por completo de la secuencia litúrgica tradicional que suele utilizarse para las misas de difuntos.
3.- La orientación filosófica que Brahms da a la obra, enfatizando la esperanza en la resurrección en vez del miedo por el día del juicio final. Esta visión de Brahms puede entenderse mejor dividiendo al Réquiem alemán en dos secciones: la primera, que comprende las tres primeras partes, se refiere al sufrimiento terrenal; la segunda, formada por las cuatro últimas partes, transforma ese sufrimiento en el camino cierto hacia la gloria celestial. Para enfatizar la intención de esta noble obra, Brahms declaró alguna vez que había pensado cambiarle el título y ponerle simplemente Un Réquiem humano.
Brahms trabajó en la creación de Un Réquiem alemán desde 1857 y hasta 1868. Si bien hay musicólogos que afirman que el compositor escribió la obra en memoria de su madre, fallecida en 1865, el año de inicio citado arriba da cierta credibilidad a una teoría alterna, que indica que el Réquiem alemán fue concebido por Brahms como su último, más importante homenaje a su amigo Robert Schumann, muerto en 1856. Los tres primeros movimientos de la obra se estrenaron en Viena el primero de diciembre de 1867 bajo la dirección de Johann Herbeck, y este pre-estreno resultó un fracaso. Brahms se dedicó entonces a revisar la partitura y agregó otros tres movimientos para un segundo pre-estreno, que tuvo lugar el Viernes Santo (abril 10) de 1868, en la ciudad de Bremen. (Algunas fuentes mencionan que la dirección fue del propio Brahms, mientras que otras consignan el nombre de Karl Reinthaler como director). En esta ocasión, el Réquiem alemán fue un éxito, y se convirtió en el motor del reconocimiento internacional del compositor; de hecho, puede decirse que la verdadera madurez de Brahms comienza en esta singular fecha. Un mes más tarde, luego de visitar la tumba de su madre, Brahms compuso el solo de soprano Ahora vosotros os sentís afligidos, y lo insertó en el conjunto como quinto movimiento. Así, la versión final de la obra recibió su estreno el 18 de febrero de 1869 en Leipzig, en otra velada muy exitosa para Brahms. El compositor, consciente del alcance de sus poderes creativos, dijo esto al ver concluido Un Réquiem alemán:
Ahora estoy consolado. He superado obstáculos que nunca creí poder vencer,
y me siento como un águila, ascendiendo cada vez más y más.


Juan Arturo Brennan