Cherubini / Mahler / Hindemith 21/04/15
LUIGI CHERUBINI
Obertura ‘Medea’
Hacia la mitad de la década de los 1790s, la vida de Luigi Cherubini (1760-1842) transcurría entre circunstancias contradictorias. Por una parte, el compositor debía sortear una cierta estrechez en sus finanzas personales, pero por la otra estaba felizmente casado con Cécile Tourette. El período post-revolucionario había provocado en Francia un auge cultural, en el que la ópera se vio particularmente beneficiada; por la otra, resulta que el compositor tuvo que lidiar con la antipatía personal de Napoleón, quien según dicen se sentía una autoridad en materia de música escénica y no apreciaba particularmente las obras de Cherubini. En 1791 el compositor había tenido uno de los grandes éxitos de su carrera con el estreno de su opera Lodoïska y con las doscientas funciones sucesivas que el público y la crítica aplaudieron en el Teatro Feydeau. En 1793 Cherubini compuso Koukourgi, una ópera que quedó inconclusa y cuya partitura se perdió; al año siguiente creó un pastiche intrascendente, titulado El congreso de los reyes, y estrenó su ópera Eliza. Un par de años más tarde, abordó la composición de Medea, sobre un libreto de François Benoît Hoffmann basado en la tragedia de Pierre Corneille, quien a su vez se había inspirado en la tragedia de Eurípides y la versión de Séneca. El merecido éxito de Medea se debió no solo a la calidad de su música sino también a la profundidad de caracterización del personaje epónimo lograda por el compositor
Medea fue estrenada en el Teatro Feydeau de París el 13 de marzo de 1797, y no fue representada en Italia, patria de Cherubini, sino hasta 1909, en La Scala de Milán. La ópera fue repuesta en 1952 en el Maggio Musicale de Florencia, con una legendaria caracterización de Medea a cargo de María Callas. Este trágico y fascinante personaje tuvo recientemente una aparición importante en el ámbito cultural mexicano: en el año 2000, el gran cineasta Arturo Ripstein filmó la película Así es la vida, sobre un guión de Paz Alicia Garcíadiego basado libremente en la tragedia Medea de Séneca.
GUSTAV MAHLER
Rückert-lieder (Canciones de Rückert)
En uno de los numerosos tomos de una pesada enciclopedia se encuentra un prolijo artículo sobre literatura alemana, que inicia con los primeros textos germánicos del siglo VIII y finaliza con la generación de escritores surgidos después de la Segunda Guerra Mundial. Un poco más allá de la mitad del artículo hay un capítulo dedicado al siglo XIX, y en él, una sección en la que se aborda la poesía lírica. De ahí es posible extraer una breve referencia sobre el poeta que hoy, a través de la música de Gustav Mahler (1860-1911), ocupa nuestra atención. Dice el texto en cuestión:
“La gran tradición de poesía clásica y romántica hizo que fuera, de manera general, relativamente fácil que los poetas lograran la excelencia formal, pero encontraron más difícil el hacer una contribución individual. Esto es particularmente cierto en los casos de Friedrich Rückert y August Platen-Hallermünde, dos de los más consumados poetas líricos de su tiempo. Rückert era un académico y poeta de cierta importancia, pero su vasta producción tiende a ocultar su genuino logro poético, su descripción del conflicto entre la voluntad y la razón. Sus Canciones por los niños muertos (1872), su Primavera de amor (1844), y numerosos proverbios en verso alejandrino de La sabiduría de los brahmanes (1836-39), una colección de versos didácticos, cobran vida gracias a su poder rítmico.”
He aquí un escueto breviario cultural sobre este poeta al que Mahler acudió en más de una ocasión en busca de inspiración para sus muy sugestivos ciclos de canciones sinfónicas.
El compositor utilizó diez de los poemas de Rückert para crear dos de estos ciclos, cada uno formado por cinco canciones: las Kindertotenlieder (Canciones por los niños muertos, 1901-1904) y las Canciones de Rückert (1901-1903).
Mahler inició la composición de las Canciones de Rückert en el verano de 1901 en su bucólico retiro de Maiernigg, a orillas del lago Wörth, en Austria. Fue en ese mismo año que Mahler conoció a Alma Schindler, su futura esposa, a quien el año siguiente dedicó una de las canciones del ciclo, la que lleva por título Si amas la belleza, no me ames. La propia Alma Mahler escribió en su diario una muy buena descripción del origen de esta hermosa canción:
“En ese verano de 1902 yo estaba tocando al piano muchas obras de Wagner, y esto le dio a Mahler una idea para darme una encantadora sorpresa. Había compuesto para mí la única canción de amor que compusiera en su vida, Si amas la belleza, y la metió entre la portada y la primera página de la partitura de La valkiria. Luego esperó durante varios días hasta que yo abriera esa partitura, pero como no tenía muchos deseos de tocar esta obra, la paciencia de Mahler se agotó. Un buen día, dijo: ‘Creo que hoy voy a echar un vistazo a La valkiria’. Abrió el volumen y la canción cayó al suelo. Yo quedé estupefacta de alegría, y creo que ese día tocamos la canción al menos unas veinte veces.” El estreno de los Rückert-Lieder, bajo la batuta del propio Mahler, aconteció en Viena en 1905.
PAUL HINDEMITH
Sinfonía Matías el pintor
¿Cómo seguir creando simples obras de arte mientras la civilización a la que esas obras pertenecían estaba siendo amenazada en sus propios cimientos? Paul Hindemith (1895-1963) encontró una respuesta parcial a esta cuestión en el caso análogo de un artista confrontado con el mismo problema: el pintor medieval alemán Matías Grünewald, autor del famoso Altar de Isenheim, que actualmente se encuentra en el Museo Unterlinden en la ciudad de Colmar en Alsacia. Grünewald vivió durante la época de la Reforma, durante la cual Alemania se vio envuelta en una terrible lucha entre católicos y protestantes.
El compositor eligió para el libreto de la que sería su ópera Matías el pintor, uno de los momentos más terribles de la Reforma: la llamada Guerra Campesina de 1524, una erupción de poder popular que culminó en una sangrienta masacre. Matías, convencido por uno de los líderes de la revuelta campesina, y atravesando por una crisis de fe respecto a su arte, abandona la pintura y se une a la lucha para liberar a los campesinos oprimidos. Matías se descubre entonces impotente para evitar la arrogancia e injusticia de los nobles, así como el pillaje y el vandalismo de los campesinos, muchos de los cuales olvidan pronto los ideales que los llevaron a la guerra. La confusión, la duda y el tormento crecen en el alma de Matías. En una pesadilla alegórica, sufre en carne propia las tentaciones de San Antonio, a quien el verdadero Matías pintó como parte del tríptico del Altar de Isenheim. Los demonios de reúnen para atormentar al artista, pidiéndole cuentas de su fracaso político y el abandono de su don artístico. Entonces, Matías reconoce que la creación artística es parte de la misma batalla. Después de la duda y la confusión, llega la claridad, y con ella, la confianza en el trabajo del artista, al cual el pintor regresa finalmente.
Hindemith compuso la sinfonía Matías el pintor a partir de partir de materiales basados en distintos episodios de la ópera, cuando ésta aún se hallaba inconclusa. La sinfonía, compuesta a petición del director Wilhelm Furtwangler, tiene tres movimientos, cada uno de los cuales lleva el título de uno de los paneles del célebre tríptico de Isenheim. El estreno de la obra por la Filarmónica de Berlín, dirigida por Furtwängler, aconteció el 12 de marzo de 1934, con gran éxito entre el público. Sin embargo, la obra recibió severas críticas por parte del partido nazi, que ya anteriormente había descalificado otras obras de Hindemith por ‘degeneradas’, ‘decadentes’ y ‘judaicas’, y fue vetada por el régimen. A pesar de ello, Hindemith continuó su trabajo en la ópera, que concluyó en 1935. Pero el ambiente político que imperaba entonces en Alemania impidió su estreno en este país, y no fue sino hasta 1938 cuando la ópera pudo finalmente presentarse al público, más no en Alemania, sino en Zurich, Suiza.
Juan Arturo Brennan