Mendelssohn / Rodrigo / Shostakovich 05/05/15

Juan Arturo Brennan | Tlaqná
Obertura Las bodas de Camacho, Op. 10 - Feliz Mendelssohn / Concierto de Aranjuez - Joaquín Rodrigo / Sinfonía n°. 10, Op. 93 - Dimitri Shostakovich

FELIX MENDELSSOHN
Obertura Las bodas de Camacho, Op. 10
Sobre un divertido episodio del Don Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra, el erudito Karl Klingemann escribió un libreto para la ópera en dos actos titulada Las bodas de Camacho, cuya música habría de componer un amigo cercano: Félix Mendelssohn (1809-1947). Antes de abordar la creación de esta obra, Mendelssohn había compuesto un puñado de obras de música escénica, entre ellas un Singspiel y tres óperas cómicas. El compositor terminó la partitura de Las bodas de Camacho el 10 de agosto de 1825. No es extraño que esta sencilla y picaresca historia cervantina haya llamado la atención de más de un compositor, ya que en ella hay ricas descripciones de la música, la danza y la poesía que anteceden a la celebración nupcial. Dice el musicólogo Karl-Heinz Köhler:
La última de las óperas tempranas de Mendelssohn, Las bodas de Camacho, fue estrenada en el Schauspielhaus de Berlín el 29 de abril de 1827. Se urdieron intrigas en contra de la representación. La elección del tema, una sátira socio-crítica basada en episodios de las aventuras de Don Quijote, no era adecuada para el público berlinés y la obra misma tenía debilidades, entre ellas la construcción dramática del libreto de Klingemann; el resultado no fue más que un succès d’estime.
Con la última frase, Köhler indica que el estreno de Las bodas de Camacho tuvo un éxito menor debido más al prestigio de Mendelssohn que a la calidad de la ópera. Es evidente que tanto Klingemann como Mendelssohn quisieron aprovechar lo que se narra en esos tres capítulos del Quijote para proponer una crítica social sobre un tema tan claro como la lucha de clases entre los ricos (Camacho y sus seguidores) y los pobres (Basilio y los suyos). Fue precisamente este elemento el que suscitó las manifestaciones y las críticas en contra de Las bodas de Camacho desde el día mismo de su estreno. En lo que se refiere a su estructura, esta ópera de Mendelssohn guarda puntos de contacto con el Singspiel, por cuanto contiene algunas escenas dialogadas y no cantadas (en el artículo correspondiente en el Diccionario Grove se afirma que los diálogos escritos por Klingemann se perdieron). El musicólogo Köhler, arriba citado, afirma que entre las debilidades dramáticas de esta ópera de Mendelssohn destaca el hecho, por ejemplo, de que una de sus escenas culminantes, la falsa muerte de Basilio, no lleva música.

JOAQUÍN RODRIGO
Concierto de Aranjuez, para guitarra y orquesta
El famoso Concierto de Aranjuez es la más notoria de las obras enfrentadas al problema del balance sonoro entre la guitarra solista y la orquesta, y es de mínima justicia decir que es una de las que mejor lo resuelven. Más que las dimensiones moderadas de la orquesta, es el tino de Joaquín Rodrigo (1901-1999) en usar la guitarra a modo de pinceladas sutiles y discretas, lo que le permite un buen diálogo con el conjunto orquestal. A estas alturas de la historia y la fama de este concierto, quizá parecería un lugar común repetir que, sobre todo en su segundo movimiento, es una obra sumamente evocativa. Pero, ¿qué es lo que evoca este buen concierto para guitarra y pequeña orquesta?
Aranjuez es una ciudad situada a unos cuarenta kilómetros al sur de Madrid, en el fértil valle formado por la confluencia de los ríos Tajo y Jarama. Relativamente nueva, la ciudad fue construida a mediados del siglo XVIII, y ostenta varias residencias reales. Entre ellas, el Palacio, que alberga innumerables tesoros, y la Casita del Labrador construida por Carlos IV, quien en el año de 1808 abdicó el trono, precisamente en Aranjuez. Espárragos y fresas, conservas, caballos de pura sangre, productos químicos, metálicos y textiles forman la moderna dinámica de Aranjuez. Pero no fueron estos elementos, sino sus parques y jardines, los que inspiraron a Rodrigo para la composición de su concierto. Parques y jardines que existieron sólo en su imaginación, y que el compositor nunca vio: la ceguera que padeció desde los tres años de edad le impidió conocerlos cabalmente.
Así, a través de la evocación de origen no-sensorial, Joaquín Rodrigo logró en este concierto la más española de las músicas españolas, una pintura tonal de rara belleza y equilibrio. El Concierto de Aranjuez fue estrenado en Madrid el 11 de diciembre de 1940, y de inmediato se hizo muy popular. Años más tarde, el mismo Rodrigo realizó una versión de la obra para arpa y orquesta, dedicándola a Nicanor Zabaleta, el gran arpista español. Para nadie es un secreto el hecho de que la popularidad del Adagio de este concierto le ha hecho víctima de muchos arreglos y versiones, la mayoría de ellos inútiles y vacíos, llegando al deleznable extremo de utilizarlo en la incesante y repetitiva promoción de muebles y enseres baratos, o haciéndolo pasar como algo espurio llamado Aranjuez mi amor. Sorprendentemente, la única otra versión musicalmente interesante de este Adagio, además de la original, se debe a un músico improbable en este contexto clásico: el gran trompetista Miles Davis, figura indispensable de la historia moderna del jazz.

DMITRI SHOSTAKOVICH
Sinfonía No. 10, Op. 93
Palabras surgidas de las memorias de Dmitri Shostakovich (1906-1975):
‘Yo no podía componer una apoteosis para Stalin, simplemente no podía. Yo ya sabía lo que me esperaba cuando compuse mi Novena sinfonía. Pero sí hice una descripción musical de Stalin en mi siguiente sinfonía, la décima. La escribí inmediatamente después de la muerte de Stalin, y nadie ha adivinado todavía de qué se trata la sinfonía. Se trata de Stalin y de su época. La segunda parte, el Scherzo, es un retrato musical de Stalin, más o menos. Claro, hay muchas otras cosas en la sinfonía, pero esto es la base’
Sería fácil pensar que la materia musical de esta Décima sinfonía de Shostakovich está concentrada en este retrato sonoro de Stalin, trazado por el compositor en el segundo movimiento, a expensas del resto de la obra. Lo cierto, sin embargo, es que esta sinfonía es quizá la más equilibrada de las quince que compuso Shostakovich. Además del brutal retrato de Stalin, la Décima sinfonía contiene otro elemento importante. Por esos años, el compositor comenzó a utilizar como materia sonora de sus composiciones un motivo de cuatro notas derivado de la transliteración alemana de su nombre, Dmitri Schostakowitsch. A partir de esto, el mencionado motivo con las iniciales del nombre y el apellido del compositor puede escribirse como DSCH, es decir, re-mi bemol-do-si, según la notación alemana. Este breve motivo ya había hecho su aparición en algunas obras anteriores de Shostakovich, como su Primer concierto para violín y su Quinto cuarteto de cuerdas. Pero es en la Décima sinfonía que este sello musical tan personal adquiere una mayor relevancia, debido al uso claramente simbólico que el compositor hace de él. En las últimas páginas del cuarto movimiento aparecen algunas ominosas reminiscencias del retrato musical de Stalin, pero son finalmente ahogadas, aplastadas, vencidas por el motivo DSCH que identifica al compositor, del mismo modo en que Richard Strauss vence a sus enemigos en su poema sinfónico Una vida de héroe.
En 1953 se celebraron los 250 años de la fundación de Leningrado, ciudad natal del compositor, y el 17 de diciembre de ese año Evgeny Mravinski dirigió a la Filarmónica de Leningrado en el estreno de la Décima sinfonía de Shostakovich, quien con esta obra obtenía una triple victoria: celebraba a la ciudad que lo viera nacer, exorcizaba y enterraba al feo fantasma de Stalin, y reafirmaba con música su propio triunfo personal.

Juan Arturo Brennan