Bartók / Martinu / Tchaikovsky 17/05/15
BÉLA BARTÓK
Danzas folklóricas rumanas
Jocul cu bât? (Danza de los palos)
Brâul (Danza de las fajas)
Pe loc (En su lugar)
Buciumeana (Danza de las chirimías)
Poarga Româneasc? (Polka rumana)
M?run?el (Danza rápida)
M?run?el (Danza rápida)
Las viejas fotografías del joven Béla Bartók (1881-1945) grabando concienzudamente con su gramófono los cantos de los campesinos centroeuropeos son documentos visuales fascinantes de su generosa labor de recopilación sonora. Las investigaciones de Bartók dieron origen, entre otras cosas, a varios interesantes ensayos sobre el tema, y como prueba de que Bartók sí se interesó vivamente en el folklore rumano, ahí van los títulos de algunos de esos ensayos: Canciones folklóricas rumanas del distrito de Bihor; Música folklórica rumana de Maramures; Melodías del colinde rumano. Para la trivia, queda el dato de que el colinde era una especie de villancico rumano, cantado en los ritos del inicio del año solar, con cualidades mitad religiosas y mitad paganas.
El interés de Bartók en la música rumana fue más allá de la recopilación y los ensayos musicológicos; en diversas etapas de su producción tomó como materia prima algunas de esas músicas rumanas para incorporarlas a sus propias obras. Fue así como surgieron, en 1915, las Danzas rumanas, a partir de materiales que Bartók había recopilado en lugares como Mezoszabad, Egres, Bisztra, Belenyes y Nyagra. Dos años más tarde, en 1917, el propio Bartók realizó la orquestación de las danzas a partir del original pianístico, de modo que hoy es posible escucharlas en versiones diversas: piano solo, violín y piano, cuerdas, orquesta sinfónica, órgano, flauta y arpa, etc. Tantos arreglos y versiones demuestran que las Danzas folklóricas rumanas de Bartók han alcanzado una merecida popularidad, gracias a la sapiencia con la que el compositor estilizó los ritmos, las melodías y las armonías que había descubierto en sus viajes por el campo y la montaña.
BOHUSLAV MARTINU
Concierto para oboe y pequeña orquesta
Entre 1953 y 1955, Bohuslav Martin? (1890-1959) vivió en la Costa Azul de Francia, en la ciudad de Niza, donde comenzó a componer la ópera Mirandolina y el oratorio Gilgamesh. En 1955 aceptó un ofrecimiento para trasladarse a los Estados Unidos como profesor del Instituto Curtis de Filadelfia, pero apenas al año siguiente se hartó (como ya se había hartado anteriormente) del American way of life, y en 1956 se marchó a Europa, como profesor de la Academia Americana en Roma. Fue precisamente en Niza, en su casa de las faldas del Monte Boron, que Martin? compuso su Concierto para oboe en 1955, antes de partir por última vez hacia los Estados Unidos.
El primer movimiento del Concierto para oboe de Martin? se inicia con una introducción orquestal ligera y festiva, que prepara la entrada del oboe (en su registro agudo) en un ambiente expresivo distinto al del preludio de orquesta, más serio y pausado. A lo largo del movimiento, el sonido del oboe se funde efectivamente en varias ocasiones con la textura orquestal. Este discurso ligero y transparente concluye en un final calmo y sereno. El segundo movimiento, por contraste, tiene una introducción hasta cierto punto dramática, encomendada a las cuerdas, que se mueve en un atractivo entorno armónico. El oboe, a su vez, propone melodías que se mueven en un mundo de armonías elusivas; aquí, el piano orquestal tiene un importante papel en el acompañamiento. La tensión general del movimiento es rota en un par de ocasiones por la aparición de centros tonales bien definidos. La segunda aparición del oboe solista, de nuevo en cercana colaboración con el piano, es más compleja y activa que la primera, y presenta una segunda parte claramente tonal. El tercer movimiento es, en comparación con el primero, rítmicamente más vivo y acentuado, y la orquestación es más compleja aquí que en los otros dos movimientos. Después de una serie de acordes, pausas y acentos, entra el oboe con un discurso extrovertido, sinuoso y complejo. Después de dialogar con la orquesta, el oboe tiene un breve episodio solo, casi a la manera de una cadenza; el retorno de la orquesta representa otro cambio en el ambiente expresivo de la obra, y aparece de nuevo el breve episodio de acordes, pausas y acentos, para la última aparición del oboe. El episodio final es vivaz y brillante, y la coda es compacta y luminosa.
Bohuslav Martin? compuso su Concierto para oboe en respuesta a un encargo del oboísta checo Jiri Tancibudek, por entonces residente en Australia y gran admirador del compositor. La transparente orquestación de la obra consta de cuerdas, alientos a dos, un par de cornos, trompeta y piano.
PIOTR ILYICH TCHAIKOVSKY
Sinfonía No. 4, Op. 36
Piotr Ilyich Tchaikovsky (1840-1893) abordó la creación de su Cuarta sinfonía en un período particularmente tormentoso de su existencia. En 1877 el compositor cometió uno de los mayores errores de su vida al casarse con Antonina Ivanovna Miliukova. Como era de esperarse, dada la clara inclinación homosexual de Tchaikovsky, el matrimonio fue un rotundo fracaso y sumió al compositor en una crisis de tal magnitud que lo hizo intentar suicidarse. Sólo la intervención de su hermano Anatol evitó que Tchaikovsky lograra quitarse la vida; se lo llevó a Suiza, donde el compositor tuvo el tiempo y el espacio necesarios para recuperarse de la aguda crisis. Fue durante este período que la Cuarta sinfonía se gestó, y Tchaikovsky dedicó la partitura a Nadezhda von Meck. En una carta a su protectora, el compositor ruso describió las circunstancias bajo las cuales compuso esta obra:
Era como un sueño, algo remoto, una extraña pesadilla en la que un hombre con mi nombre, mi rostro y mi conciencia actuaba como uno actúa en los sueños: de una manera inconexa, paradójica y sin significado alguno. Ese no era yo, en posesión de mis poderes de la lógica y la razón. Todo lo que yo hacía tenía el carácter de un conflicto enfermo entre la voluntad y la inteligencia, que no es otra cosa que la locura.
Además de esta breve pero significativa descripción de su estado de ánimo, Tchaikovsky obsequió a la señora Von Meck con una larguísima descripción de los sentimientos e imágenes asociados con la Cuarta sinfonía.
El compositor llegó a afirmar que su Cuarta sinfonía estaba modelada sobre la Quinta sinfonía de Beethoven, lo que demuestra que el compositor era plenamente consciente de que sus raíces musicales estaban más cerca de Viena que de San Petersburgo. La Cuarta sinfonía de Tchaikovsky fue estrenada en Moscú el 2 de febrero de 1878, bajo la dirección de Nikolai Rubinstein.
Juan Arturo Brennan