Ibarra / Derbez / Dvorák 21/09/15
FEDERICO IBARRA (1946)
Sinfonía No. 2, Las antesalas del sueño
En 1992, Federico Ibarra recibe un encargo para componer una obra orquestal breve y decide abordar la creación de su Segunda sinfonía. El título de la obra, Las antesalas del sueño, es original del compositor, inventado no como un accesorio descriptivo o programático sino como un comentario sutil al desarrollo de las ideas musicales que forman la columna vertebral de la sinfonía. Al respecto Ibarra menciona que en el desarrollo motívico de Las antesalas del sueño, los materiales han sido tratados de manera un tanto análoga a la sucesión de los cuadros que se crean en nuestra mente en los momentos previos al sueño. Dicho de otra manera, las asociaciones son similares a las que ocurren en el proceso de la vigilia. Cuando Federico Ibarra menciona este elemento, pregunto prudentemente si en el desarrollo de su Segunda sinfonía hay algo parecido al proceso de asociación libre, pero el compositor descarta de inmediato el término, por su matiz cabalmente psicoanalítico. Prefiere, en cambio, mencionar que en el proceso de los sueños, los cuadros sucesivos son aparentemente inconexos, pero que en realidad hay una relación entre cada etapa de ese proceso. A la luz de estos conceptos, surge de inmediato la idea del surrealismo, tema en el que Federico Ibarra es un experto. Al reconocer su cercanía a la estética surrealista, que ha marcado algunas de sus obras anteriores, el compositor menciona que la mejor aproximación posible a un concepto de la música surrealista sería, en todo caso, la improvisación, que es el proceso musical más cercano al fenómeno de libre asociación que se da en el sueño y en sus antesalas.
La Segunda sinfonía fue escrita por Federico Ibarra en respuesta a un encargo de la Dirección de Actividades Musicales de la UNAM, y la partitura está dedicada a Jesús Medina, quien como director artístico de la Orquesta Filarmónica de la UNAM se encargó de su estreno, el 5 de junio de 1993. En la carátula de la partitura, el compositor ha puesto un epígrafe que dice así:
Un ruido sordo
Azul y numeroso
Preso en el caracol
De mi oreja dormida
El texto es de Xavier Villaurrutia, y no debe ser tomado como un elemento descriptivo, ya que Ibarra eligió este epígrafe después de que su Segunda sinfonía quedó terminada.
GEORGINA DERBEZ (1968)
Doble concierto para flauta y piano
Georgina Derbez, autora de este Doble concierto, hace estos comentarios sobre la partitura:
El Doble concierto es el resultado de una idea de Juan Trigos, de invitar a los solistas que forman parte del Ensamble Icarus y a la vez hacerme el encargo para escribirles el concierto. Aceptar este encargo me llevó a enfrentar el reto de escribir partes solistas más o menos equivalentes, dada la tan distinta potencia de volumen de estos instrumentos. Así que primero me di a la tarea de escribir las partes solistas, tomando como punto de partida unas pequeñas células melódicas que aparecían en la parte de cinta de una obra previa para cello y electrónica, titulada Forza d 'Amor. Y después vino la deliciosa tarea de orquestar, lo cual hice mayormente coloreando las resonancias de los materiales solistas, intentando siempre distintas fusiones de timbres, llegando a tener así un piano y una flauta con posibilidades ampliadas, casi de colores nuevos. Debo decir que la confianza que puso en mí el maestro Juan Trigos, me llevó a esforzarme quizás como nunca en mi vida para poder enfrentar de la mejor forma posible este reto.
Una audición del Doble concierto de Georgina Derbez (cuya grabación, evidentemente, ya está colgada en el ciberespacio, disponible para audición) acerca al oyente a una obra que se desarrolla en un solo movimiento y que si bien contiene algunos episodios en los que se perfila claramente la oposición dialéctica solistas-orquesta, hay otros (notablemente la introducción de la pieza) en los que la flauta y el piano son más colaboradores que oponentes de la orquesta. Es precisamente en ese episodio introductorio donde la compositora logra crear las más atractivas atmósferas tímbricas de su Doble concierto, que están reflejadas puntualmente en las últimas páginas de la obra, cerrando un elegante arco expresivo. La parte de la flauta solista está escrita fundamentalmente para la flauta en do, pero para algunos pasajes que así lo requieren por razones de registro o de proyección sonora, Georgina Derbez indica el uso del piccolo.
El Doble concierto para flauta y piano de Georgina Derbez, encargado por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato y su director artístico, Juan Trigos, se estrenó el 12 de diciembre de 2012 en el Teatro Juárez de Guanajuato. Los solistas fueron Kumi Uchimoto en el piano y Giovanni Mareggini en la flauta, y la OSUG estuvo bajo la batuta del propio Juan Trigos.
ANTONIN DVORÁK (1841-1904)
Sinfonía No. 7, Op. 70
En el mes de julio de 1884 la Sociedad Filarmónica de Londres eligió a Antonin Dvorák como miembro honorario, y para celebrar la ocasión le encargó la composición de una nueva sinfonía. Es probable que Dvorák hubiera recordado el hecho de que, cerca de sesenta años antes, la misma Sociedad le había encargado a Ludwig van Beethoven (1770-1827) la creación de otra sinfonía, que resultó ser la monumental Novena. El caso es que, coincidencia o intención, la nueva sinfonía de Dvorák fue escrita en la misma tonalidad, re menor, que la Novena sinfonía de Beethoven. En la época de este encargo, Dvorák recién había escuchado la Tercera sinfonía de Johannes Brahms (1833-1897), de modo que el sonido brahmsiano estaba muy presente en su pensamiento. Por otro lado, el mismo Brahms había escuchado hacía poco tiempo la Sexta sinfonía de Dvorák y le había manifestado al compositor bohemio su convicción de que su siguiente sinfonía debía ser algo muy diferente a ésta. En términos muy subjetivos, esto quizá significaba que si la Sexta sinfonía de Dvorák había sido alegre, brillante y expansiva, la Séptima sinfonía, según Brahms, debía ser más severa y oscura.
El 22 de abril de 1885 la Séptima sinfonía de Dvorák fue estrenada en la capital inglesa. El concierto en el que la obra se escuchó por primera vez fue dirigido por Sir Arthur Sullivan (1842-1900) (el mismo Sullivan que componía operetas en colaboración con William Gilbert), con la excepción de la obra de Dvorák, que fue dirigida por el compositor, y fue muy bien recibida no sólo por su indiscutible calidad musical sino también por el hecho de que el público londinense había adoptado a Dvorák y a su música con cariño, del mismo modo en que tiempo atrás había adoptado a Félix Mendelssohn (1809-1847).
Respecto a la curiosidad que le causaba a Dvorák la suerte de su sinfonía en su estreno en Londres, la respuesta fue dada por el compositor mismo en una carta posterior dirigida a su editor, Fritz Simrock, en la que Dvorák escribió, con la sencillez que siempre lo caracterizó:
Mi sinfonía tuvo un éxito excepcionalmente brillante.
Juan Arturo Brennan