Dvorák / Bach / Stravinsky 28/09/15
ANTONIN DVORÁK (1841-1904)
Obertura Carnaval, Op. 92
Entre 1891 y 1892 Dvorák escribió tres oberturas de concierto a las que originalmente puso el título colectivo de Naturaleza, vida, amor como si se tratara de un ciclo unitario. Más tarde, el compositor las separó y les puso títulos y números de opus independientes: En el reino de la naturaleza Op. 91, Carnaval Op. 92 y Otelo Op. 93. Se sabe que Dvorák apreciaba mucho estas oberturas, al grado de que las envió a su editor, Simrock, junto con su espléndida sinfonía Del nuevo mundo, afirmando que eran sus mejores piezas para orquesta. De estas tres oberturas, Carnaval ha sido siempre la más popular. Está construida en una clara forma ternaria, con una primera parte robusta y brillante, una sección central de carácter pastoral y contemplativo, y una tercera parte ágil y vigorosa, semejante a la primera. Si bien las tres oberturas de este ciclo son independientes, Dvorák conservó la idea original de darles cierta unidad. El punto de contacto entre las tres piezas es un tema común, que en los tres casos es confiado a los clarinetes en su primera aparición. Por cierto, ese tema aparece en repetidas ocasiones, muy similar al original de Dvorák, en la partitura de la película Los vikingos, realizada por Richard Fleischer en 1958 y protagonizada por Kirk Douglas y Tony Curtis. La partitura de Los vikingos está acreditada a Mario Nascimbene y Gérard Schurmann.
JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750)
Concierto para dos violines y cuerdas en re menor, BWV 1043
Entre los conciertos instrumentales compuestos por Bach en la época en que trabajó en la corte de Cöthen (1717-1723) está el Concierto para dos violines BWV 1043. (Como referencia al vasto catálogo de Bach, vale la pena mencionar que en él existe un Concierto para dos claves BWV 1062, en do menor, que es una transcripción del propio Bach sobre su Concierto para dos violines). En este concierto el diálogo no se establece, como pudiera pensarse, entre los dos solistas, sino entre ellos como unidad y la orquesta. En el primer movimiento, Vivace, la textura es dominada por apretadas texturas a base de semicorcheas. Sin embargo, son las variaciones en la articulación las que proporcionan su verdadero carácter al movimiento, totalmente apartado de lo que se conoce como el fraseo Bach. En el segundo movimiento, Largo ma non tanto, la orquesta completa juega el papel del continuo. En tiempos de Bach, la idea del continuo ostinato era un tanto extraña; según el propio Bach, “cada nota debe tener su propia fuerza y su propia debilidad.” En este movimiento, el meticuloso fraseo está dado no sólo en las marcas de arco, sino en verdaderas indicaciones para una articulación específica. El tercer movimiento, Allegro, es una clara demostración de la filosofía de que cada compás debe expresar una emoción diferente. Este Allegro se inicia con un enérgico tutti, una especie de persecución en medio de la cual hay dos implorantes interjecciones de los solistas, que son bruscamente rechazadas por la orquesta. El motivo principal del movimiento nace, efectivamente, de esas dos interjecciones, mientras que a lo largo del desarrollo la orquesta se mantiene en la impetuosa idea del principio. Para mencionar de nuevo y por último la cuestión del fraseo y la articulación, es claro en este movimiento que las demandas específicas en la técnica del arco dan lugar a acentos rítmicos cambiantes que sugieren, en esta música del siglo XVIII, las síncopas que mucho más tarde habrían de darse en el ragtime como preludio al jazz.
IGOR STRAVINSKY (1882-1971)
Petroushka
Para los asuntos del libreto y la continuidad escénica de su ballet Petroushka, Igor Stravinsky requirió los servicios de Alexandre Benois, quien a pesar de estar distanciado del empresario Diaghilev, aceptó colaborar en el proyecto. Entre los últimos meses de 1910 y los primeros de 1911 todos los involucrados en la producción de Petroushka trabajaron arduamente sobre una partitura que no era fácil, sobre un libreto ciertamente complejo y sobre una serie de propuestas escénicas que hacían muy difícil la labor de los bailarines. Sin embargo, al paso de los meses las asperezas se pulieron y a mediados de 1911 Petroushka quedó lista para su estreno. Como fue el caso de los otros ballets de Stravinsky, Petroushka tuvo un estreno de lujo, a juzgar por el talento y fama de los involucrados: producción general de Serge Diaghilev, música de Igor Stravinsky, libreto de Alexandre Benois, coreografía de Michel Fokine, dirección musical de Pierre Monteux, y los papeles principales del ballet bailados por Vaslav Nijinski, Tamara Karsavina, Enrico Cechetti y Alexander Orlov. Con semejante acumulación de genios, el estreno no podía ser sino un éxito rotundo, y así fue, la noche del 13 de junio de 1911, cuando Petroushka se puso en escena por primera vez. Sin embargo, tal éxito no fue universal, debido entre otras cosas a que el público parisino era más flexible y conocedor que los públicos de otras latitudes. De ese modo, cuando Petroushka se puso en escena por primera vez fuera de Francia (en Viena, en enero de 1913), la hostilidad del público, la orquesta y la crítica fueron notables. Sin embargo, este ballet de Stravinsky corrió con mejor suerte al ser estrenado en Londres y en Nueva York, donde obtuvo sendos y rotundos éxitos.
La partitura de Petroushka contiene muchas y muy variadas riquezas, y al menos un gesto enigmático: el famoso acorde Petroushka, una armonía bitonal en la que Stravinsky superpone la tonalidad de do mayor y la de fa sostenido mayor.
Juan Arturo Brennan