De Falla / Jolivet / Milhaud / Lalo 09/01/16
MANUEL DE FALLA (1876-1946)
Suite No. 2 de El sombrero de tres picos
Después de haber escuchado la evocativa partitura de Noches en los jardines de España, el empresario ruso Serge Diaghilev sugirió a Falla la idea de hacer un ballet sobre la obra. Sin embargo, el compositor respondió con una propuesta alternativa: escribir una partitura especial para el proyecto escénico de Diaghilev. Atraído desde tiempo atrás por la novela El sombrero de tres picos de Pedro Antonio de Alarcón, Falla encargó el libreto del ballet a Gregorio Martínez Sierra. La obra, concebida originalmente como una pantomima, llevó por título provisional El Corregidor y la molinera, pero cuando Falla y Martínez Sierra transformaron su trabajo en un ballet, se tomó la decisión de respetar el título original de la novela de Alarcón. En este proceso de transformación, Falla convirtió el pequeño grupo de cámara original en orquesta sinfónica y añadió algunas piezas que no estaban en la partitura de la pantomima. El libreto del ballet, muy apegado al original literario, nos pinta a un magistrado gruñón y prepotente, el Corregidor, que además se las da de galán y seductor, en sus afanes por lograr los favores de la bella esposa del molinero. Sin embargo, sus esfuerzos son frustrados por la acción concertada de los demás personajes de la obra. Después de que la bella molinera baila una sensual danza con un racimo de uvas para tentar al Corregidor, el molinero y los vecinos realizan sus propias danzas y, como conclusión de una serie de escenas muy divertidas, el Corregidor es arrojado al río, donde se le bajan los humos y se enfría su ardor.
La música de El sombrero de tres picos fue estrenada en el Teatro Eslava de Madrid el 7 de abril de 1917, y como ballet, la partitura de Falla fue bailada por primera vez en el Teatro Alhambra de Londres el 22 de julio de 1919, bajo la dirección de Ernest Ansermet. Como fue el caso con los ballets de Stravinsky, El sombrero de tres picos fue dado a conocer por una verdadera constelación de estrellas. Los diseños fueron realizados por Pablo Picasso, la coreografía fue de Leonid Massine y los papeles principales del ballet fueron bailados por el propio Massine y Tamara Karsavina.
ANDRÉ JOLIVET (1905-1974)
Concierto para flauta y orquesta de cuerdas
En el año de 1941, Gaston Crunelle fue nombrado profesor de flauta en el Conservatorio de París, y una de sus primeras medidas fue renovar el repertorio tradicional que solían tocar los alumnos en sus exámenes. Con ese fin, Crunelle encargó en 1944 a André Jolivet una pieza para el examen final de los alumnos de flauta. El resultado del encargo fue la obra Canto de Linos para flauta y piano. Uno de los alumnos que ese año ganó el primer premio del Conservatorio de París fue el legendario flautista Jean-Pierre Rampal. Con el paso del tiempo, Jolivet y Rampal habrían de establecer una relación de trabajo que dio como resultado que Jolivet dedicara a Rampal su Sonata para flauta y piano (1958) y su Concierto para flauta y cuerdas (1949).
En su Concierto para flauta y cuerdas, Jolivet sigue con disciplina y claridad la línea de conducta que es característica de toda su obra, y que está bien resumida en estas palabras del compositor:
Desde el punto de vista técnico, mi meta es liberarme por completo del sistema tonal. Por lo que se refiere a la estética, yo quisiera devolverle a la música su función original respecto a la magia y la invocación.
La última parte de este comentario de Jolivet es particularmente significativa, ya que se conoce además una declaración suya en la que mencionaba el papel ritual que la flauta (cualquier variedad y tipo de flauta) jugó en numerosas culturas antiguas de todo el mundo. Sin duda, esa percepción de Jolivet en cuanto a la flauta está en el origen de las obras que dedicó a este instrumento.
El Concierto para flauta y cuerdas está oficialmente dividido en tres movimientos, aunque en realidad se percibe como una obra en dos partes. Se inicia con una amplia introducción lenta que, no por inconfundiblemente moderna, deja de tener claras ligas con el lenguaje impresionista. La introducción va ligada, sin interrupción, a un Allegro scherzando de marcado rítmico y de alta exigencia técnica para el solista. El movimiento lento es muy breve, armónicamente más austero que el movimiento inicial, y se liga sin interrupción con el agitado Allegro risoluto en el que los retos técnicos para el solista son aún mayores que en el Allegro scherzando. Y, tal como lo afirma Jolivet en la cita incluida arriba, su lenguaje armónico está aquí liberado de toda liga con la tonalidad tradicional. El Concierto para flauta y cuerdas de André Jolivet fue estrenado en 1950 por Jean-Pierre Rampal.
DARIUS MILHAUD (1892-1974)
Scaramouche, Op. 165b
Al parecer, Darius Milhaud sólo compuso música incidental para una pieza teatral de Molière: El médico volador, en 1937. Ese mismo año, Milhaud tomó algunos materiales de esta música incidental para la pieza de Molière (que lleva el número de Opus 165 en su catálogo) y realizó con ellos una suite de concierto para dos pianos que lleva por título Scaramouche Op. 165b. De inmediato, surge una pregunta: ¿por qué la suite se titula Scaramouche? Para encontrar la respuesta, es necesario volver la mirada hacia el teatro.
Entre 1600 y 1694 vivió un notable actor italiano, originario de Nápoles, llamado Tiberio Fiorilli. Importante intérprete de personajes de la commedia dell’arte, Fiorilli se hizo famoso en toda Europa, y fue invitado a Francia por el cardenal Mazarino. Ya en París, Fiorilli se instaló con su compañía en el Teatro de Petit-Bourbon, que compartió durante varios años con Molière y su grupo. Pronto se estableció una cercana relación entre el actor italiano y el dramaturgo francés, basada en la admiración y el respeto mutuos. Además de buen actor, Fiorilli era un buen mimo, músico y acróbata. La vida de Fiorilli tuvo, sin embargo, un triste final. Ya octogenario, el actor acusó a su mujer de infidelidad, y la hizo encerrar en Saint Lazare. Después de este execrable acto, Fiorilli fue olvidado, y murió solo y abandonado. ¿Cuál es, entonces, la conexión entre Tiberio Fiorilli, la obra de Molière y la música de Milhaud? He aquí la respuesta. Se sabe que en 1674 el grupo teatral comandado por Fiorilli puso en escena una versión italiana de El médico volador, con el título Medico volante, que quizá pudo ser una de las fuentes que Molière tuvo en cuenta para la creación de Le mèdecin volant. Y como tantos otros actores y actrices de su época y de otras épocas, Tiberio Fiorilli tenía un nombre artístico: se le conoció como Scaramouche, nombre que adoptó a partir de uno de los personajes principales de la commedia dell’arte
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Darius Milhaud compuso originalmente Scaramouche para dos pianos, según consta en la mayor parte de las enciclopedias, y en la actualidad esta sabrosa suite existe en numerosos arreglos y transcripciones para toda clase de combinaciones instrumentales. La versión para saxofón y orquesta es del propio Milhaud, y algunas investigaciones recientes apuntan hacia el hecho (no comprobado del todo) de que esta versión pudiera ser anterior a la de dos pianos.
EDOUARD LALO (1823-1892)
Concierto para violoncello y orquesta en re menor
El Concierto para violoncello y orquesta de Edouard Lalo, sin ser tan popular como los conciertos de Antonin Dvorák (1841-1904) y Robert Schumann (1810-1856), tiene su propio lugar en el repertorio. ¿Qué clase de matices podemos hallar en este Concierto para violoncello, escrito por un francés de ascendencia española? Matices alemanes, ni más ni menos. Quienes han estudiado a fondo esta obra de Lalo afirman que dos de sus influencias principales fueron Schumann y Félix Mendelssohn (1809-1847), a cuyos estilos el compositor integró elementos nacionales de Escandinavia, España, Bretaña y Rusia. Esta peculiar combinación produjo un estilo musical que, lejos de ser compatible con los compatriotas de Lalo, estuvo siempre más cerca de compositores como Alexander Borodin (1833-1887) o Bedrich Smetana (1824-1884). Ello no impidió, sin embargo, que Lalo pudiera dejar marcada su influencia en compositores franceses como Paul Dukas (1865-1935), Claude Debussy (1862-1918) y Albert Roussel (1869-1937).
Así pues, una audición del Concierto para violoncello de Lalo nos remitirá, antes que a lo específicamente francés, a un mundo sonoro que está muy cerca de Johannes Brahms (1833-1897), aunque sin el empaque y la concreción del músico hamburgués. Edouard Lalo terminó la partitura de su Concierto para violoncello en 1876, y su estreno se realizó el 9 de diciembre de 1877 en Berlín. El solista fue Adolph Fischer, violoncellista belga a quien la obra está dedicada.
Juan Arturo Brennan