Berlioz / Sierra / Mendelssohn 19/01/16

Juan Arturo Brennan | Tlaqná
Obertura de la Ópera Benvenuto Cellini - Héctor Berlioz / Cantares - Roberto Sierra / Sinfonía n°. 3, Op. 56, Escocesa - Félix Mendelssohn

HÉCTOR BERLIOZ (1803-1869)

Obertura de la ópera Benvenuto Cellini

Entre 1500 y 1571 vivió un pintoresco personaje llamado Benvenuto Cellini, al que se recuerda fundamentalmente como orfebre y escultor. Sin embargo, para ser artista de oficio, Cellini vivió una vida llena de aventuras. De carácter pendenciero y violento, Cellini se vio envuelto más de una vez en problemas con la ley; mató a alguno, hirió a varios, pasó tiempo en prisión, realizó trabajos de orfebrería y diseño para diversos dignatarios civiles y eclesiásticos, fue acusado de inmoralidad, viajó a Francia, conoció casi toda Italia y murió en Florencia. Pero más que sus trabajos de orfebrería y sus aventuras, lo que ha marcado a Cellini para la posteridad es su espléndida autobiografía, escrita en un sencillo lenguaje coloquial sin artificio alguno, y que representa no sólo un retrato muy completo del propio Cellini, sino también una fascinante visión de la Italia del siglo XVI. Sobre la autobiografía de Cellini, los señores Leon de Wailly y August Barbier escribieron el libreto de la ópera Benvenuto Cellini, cuya música fue escrita por Héctor Berlioz entre 1834 y 1837.
La ópera de Berlioz, dividida en tres actos, trata fundamentalmente de los amores de Cellini con Teresa, la hija de un tal Balducci, tesorero del Papa, y de la rivalidad del orfebre y escultor con su colega Fieramosca, quien no sólo quiere quedarse con el trabajo de Cellini, sino también con su mujer. El triunfo final de Cellini está representado por su realización de una espléndida escultura de Perseo.

El estreno de Benvenuto Cellini se realizó en la Ópera de París el 10 de septiembre de 1838 y resultó un fracaso. Como suele ocurrir con mucha frecuencia en la historia de la ópera, el fracaso se ha atribuido sobre todo a las inconsistencias del libreto y no a la música de Berlioz. Años después, al ser representada en Weimar en 1852 y en Londres en 1853, Benvenuto Cellini corrió con mejor suerte que en su estreno, aunque nunca ha sido una de las óperas fundamentales del repertorio francés. Como toda la música orquestal de Berlioz, la obertura de Benvenuto Cellini es un brillante y exitoso ejercicio de instrumentación. En el año de 1844 Berlioz tomó algunos de los temas de la ópera Benvenuto Cellini para componer una obertura de concierto, titulada El carnaval romano.


ROBERTO SIERRA (1953)

Cantares

Una vez más, vale la pena señalar que en el mundo de la música, como en prácticamente cualquier disciplina creativa, las influencias y enseñanzas de maestros, mentores y guías suelen ser una buena clave para descifrar o comprender las principales tendencias del pensamiento musical de un compositor. Dicho de una manera más directa, en el ámbito de la composición también es muy sano ser de padre conocido; y en ocasiones, los padres suelen ser varios. En el caso del compositor puertorriqueño Roberto Sierra, la principal influencia paterna puede ser localizada en la música y las enseñanzas del gran compositor transilvano György Ligeti (1923-2006). En el entendido de que Ligeti es una de las figuras fundamentales de la música del siglo XX, es evidente que su huella e influencia en sus alumnos no puede ser sino benéfica. En el caso específico de Roberto Sierra, hay en esta relación maestro-alumno una componente particularmente interesante, y muy evidente: no es difícil entender una continuidad musical entre Ligeti y cualesquiera de sus alumnos europeos, pero siendo Sierra un músico que trae el trópico y el Caribe plenamente integrados en su perfil personal y profesional, esa línea de continuidad se vuelve mucho más interesante. Algún escéptico podría preguntarse: ¿cómo es posible integrar las enseñanzas de un compositor como Ligeti al lenguaje de un músico puertorriqueño que asume a plenitud sus raíces? La respuesta es muy simple: basta escuchar con atención algunas de las obras de Roberto Sierra y, si hay oportunidad, escucharlo a él mismo hablando de la música de Ligeti. En el año 2015, la Universidad de Cornell, en la que Roberto Sierra es profesor, cumplió 150 años. Con ese motivo, la institución le encargó una obra de celebración, y el resultado del encargo fue Cantares, con dedicatoria a los dos conjuntos corales que hoy participan en el estreno en México de la obra. Las fuentes de inspiración para Cantares son el antiguo himno en quechua Hanacpachap cussicuinin, la música ritual del África Occidental, un poema de 1528 y un texto del cronista Bernal Díaz del Castillo. En palabras del propio compositor:

Cuando recibí el encargo de escribir esta obra, mi intención inicial fue componer música que evocara voces perdidas en el tiempo. Busqué textos que se remontaran en la historia y la memoria, y la inspiración para el primer movimiento la encontré en un manuscrito del Siglo XVII que contiene el himno Hanacpachap cussicuinin, escrito en lengua quechua y publicado en 1631 en Cuzco, Perú. Este antiguo intento de sincretismo me pareció fascinante y disparó en mi mente muchas imágenes de cómo podría expresarse musicalmente este texto. Al final decidí no reconstruir el sonido a la manera como el himno podía haber sonado, sino que me enfoqué en crear mi propia reflexión moderna sobre el texto y la polifonía musical a cuatro voces que lo acompaña, escrita hace casi cuatro siglos. El texto combina ideas y conceptos procedentes de la cultura quechua y el concepto cristiano de la madre de Dios.

El Canto Lucumí es de ascendencia cubana, música ritual de origen africano. El texto consta de conjuros que han sido transcritos fonéticamente al español. El significado de las palabras es a veces oscuro, pero lo que realmente me interesaba era su sonoridad y sus fascinantes cualidades rítmica. La naturaleza flotante de la música y el uso de técnicas vocales que emulan sonidos silbantes y percusivos realzan el misterio embebido en los textos originales.

El interludio orquestal es una meditación sobre los dos movimientos anteriores y reúne la estructura interválica que ha dominado el contenido melódico y armónico de la obra. Una secuencia de intervalos de tercera menor y una segunda es el germen del tejido musical. Esta secuencia interválica también determina la nota central para cada movimiento. La idea de tres y dos también impregna las células rítmicas presentes a lo largo de toda la obra.

En Suerte lamentosa, un poema autóctono de 1528 se sobrepone a otro escrito del Siglo XVI, del cronista español Bernal Díaz del Castillo. Estos textos traen la narración de acontecimientos trágicos que ocurrieron durante la conquista del Imperio Azteca. Estas narrativas ofrecen dos perspectivas: una desde el punto de vista del invasor español y la otra de los indígenas que luchan contra la invasión.

Cantares se estrenó el 19 de abril de 2015 en el prestigioso Carnegie Hall de Nueva York, con la Orquesta Sinfónica Americana y los Coros y Glee Club de la Universidad de Cornell, EUA, bajo la dirección de Leon Botstein.


FÉLIX MENDELSSOHN (1809-1847)

Sinfonía No. 3 en la menor, Op. 56, Escocesa

Podemos decir sin duda que Félix Mendelssohn era bastante aficionado a los viajes; una breve mirada a su biografía nos habla de algunos de los lugares que conoció fuera de Alemania. Entre ellos, París, Londres, Escocia, Italia, Suiza. El impacto de estos viajes en su sensibilidad puede detectarse directamente en algunas de sus obras, entre las cuales pueden ser citadas la obertura Las Hébridas, también conocida como La gruta de Fingal, su Tercera sinfonía, Escocesa, y su Cuarta sinfonía, Italiana. Resulta que además de buen viajero, Mendelssohn era un buen corresponsal, y gracias a algunas de sus cartas nos hemos podido enterar del efecto que le produjo su viaje por Escocia, particularmente en lo que se refiere a la creación de su Sinfonía Escocesa. El 30 de julio de 1829 el compositor escribió esto:

Fuimos, al atardecer, al palacio de Holyrood donde vivió y amó la reina María. Hay un pequeño cuarto al que se llega por una escalera de caracol. Por ahí es por donde subieron y hallaron a Rizzio en el cuartito, lo sacaron arrastrando y, tres habitaciones más allá, en un oscuro rincón, lo mataron. La capilla adjunta ya no tiene techo y la hierba y la hiedra crecen en ella. Ante su estropeado altar, María fue coronada reina de Escocia. Todo está arruinado y lleno de moho, y se filtra la luz del sol. Creo que hoy hallé aquí el inicio de mi Sinfonía Escocesa.

A pesar de haber hallado en Holyrood la inspiración musical, Mendelssohn tardó un buen tiempo en terminar la sinfonía. El mismo día que escribió la carta citada, anotó los primeros compases del primer movimiento. Al año siguiente el compositor trabajó en la Escocesa durante el viaje a Italia que le inspiró la Sinfonía Italiana. Sin embargo, habrían de pasar doce años antes de que la partitura estuviera terminada. El día 20 de enero de 1842 Mendelssohn puso el toque final a su Sinfonía Escocesa en Berlín, y seis semanas más tarde él mismo dirigió el estreno de la obra con la famosa Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig.

Notas al programa por Juan Arturo Brennan