Barber / Dubois / Prokofiev 25/01/16
SAMUEL BARBER (1910-1981)
Obertura La escuela para el escándalo, Op. 5
En el año de 1751 nació en Dublín, la actual capital de la República de Irlanda, el señor Richard Brinsley Sheridan, personaje que además de ser una importante figura literaria fue uno de los hombres más pintorescos de su tiempo, según lo indican algunos detalles de su biografía. Sheridan desarrolló una fructífera carrera como dramaturgo, destacando sobre todo por sus comedias costumbristas. Para el teatro de Drury Lane, Sheridan escribió algunas de sus mejores obras, entre las que destacan Un viaje a Scarborough y La escuela para el escándalo, ambas creadas en 1777. De la obra La escuela para el escándalo se ha dicho que es la mejor comedia escrita en el siglo XVIII. Llena de caracterizaciones sutiles y efectivas y de llamativos efectos escénicos, La escuela para el escándalo es una virulenta sátira sobre la moral y las costumbres de la época; en ella Sheridan presenta a personajes que llevan los elocuentes nombres de Lady Sneerwell, Sir Joseph Surface, Lady Candour y Sir Benjamin Backbite, jugosos, divertidos (y difíciles de traducir) juegos de palabras.
Al inicio de la década de los 1930s el compositor estadunidense Samuel Barber era todavía un estudiante en el Instituto Curtis de Filadelfia. En 1928 había ganado el Premio Bearns de la Universidad de Columbia por su Sonata para violín; en 1933 habría de recibir de nuevo ese premio, esta vez por la primera de sus obras orquestales: la obertura La escuela para el escándalo. La obra no pretende ser una ilustración de la acción de la divertida comedia de Sheridan, sino una breve pero efectiva aproximación sonora al entorno humano y social descrito sarcásticamente por el dramaturgo irlandés. El compositor escribió la obertura en 1931, y la obra se estrenó el 30 de agosto de 1933, con la Orquesta de Filadelfia dirigida por Alexander Smallens.
PIERRE MAX DUBOIS (1930-1995)
Concierto para saxofón alto y cuerdas
Cuando se trata de dibujar el retrato musical de un compositor, es frecuente hablar de las influencias más importantes que convergen en su música, a manera de hitos o puntos de referencia. En el caso de Pierre Max Dubois (nacido en 1930 en la localidad francesa de Graulhet), el musicólogo Paul Griffiths afirma que las principales influencias en su música provienen de Sergei Prokofiev (1891-1953), Darius Milhaud (1892-1974) y Jean Françaix (1912-1997). Si menciono aquí este hecho es porque sin duda puede resultar interesante hacer una breve lista de las características principales de la música de los tres compositores citados, combinarlas en distintas formas, y ver si alguno de los resultados se parece al estilo y al lenguaje de Pierre Max Dubois. Y aunque este experimento pudiera resultar complicado, al menos sí se puede afirmar con certeza que uno de los elementos principales del lenguaje de Dubois está claramente en deuda con el neoclasicismo de Prokofiev, mientras que la claridad y el refinamiento expresivo (especialmente notable en sus obras para dotaciones de cámara) provienen sin duda de Françaix. Para sus estudios básicos, Dubois acudió al Conservatorio de París, donde estuvo de 1949 a 1953. Recibió su primer encargo, de la Radio Televisión Francesa, apenas a los 19 años de edad. La obra en cuestión es la pieza orquestal Impresiones foráneas (1949), que hasta la fecha es una de las más exitosas de su catálogo. Además de ser usada en la radio, fue coreografiada, y el compositor extrajo de ella una suite de concierto. Después del reconocimiento que significó este encargo, Dubois obtuvo algunos premios importantes; entre ellos, los más importantes son el Premio de Roma (1955) y el Gran Premio de la Ciudad de París (1964). Al paso de los años, Dubois volvió a su alma mater, el Conservatorio de París, como profesor de análisis. Dubois compuso un buen número de obras para el saxofón. Entre ellas, Circus parade para saxofón y batería, Divertimento para saxofón y piano, Sonata para saxofón y piano, A paso de lobo para saxofón y piano, y un Cuarteto para saxofones convertido más tarde en su Concertino para cuarteto de saxofones y orquesta. En este rubro de su producción destaca particularmente su Concierto para saxofón alto y cuerdas, de 1959, escrito para el legendario saxofonista Jean-Marie Londeix. Se dice que al recibir la partitura, Londeix no halló el Concierto suficientemente retador para sus capacidades, y que procedió a añadir la hermosa cadencia inicial para saxofón solo que, probablemente, es la parte más atractiva de la obra.
SERGEI PROKOFIEV (1891-1953)
Sinfonía No. 5 en si bemol mayor, Op. 100
En el año de 1945, Sergei Prokofiev declaró lo siguiente:
Considero mi Quinta sinfonía como la culminación de un largo período de mi vida creativa. La concebí como una sinfonía sobre la grandeza del espíritu humano. Además, esta obra es de particular importancia para mí, porque marcó mi regreso a la forma sinfónica después de un largo intervalo.
El hecho de que hayan pasado casi quince años entre la Cuarta sinfonía y la Quinta no implica que hayan sido años improductivos para el compositor. Por el contrario, en ese período surgieron algunas obras de importancia que, ciertamente, habrían de influir en la escritura de la Quinta sinfonía, considerada por muchos críticos como la mejor de las obras sinfónicas de Prokofiev. Entre las obras compuestas por Prokofiev en ese largo intervalo pueden mencionarse su partitura para el filme El teniente Kijé, Pedro y el lobo, los conciertos para piano números 4 y 5, el Concierto para violoncello, el ballet Romeo y Julieta y la ópera La guerra y la paz. Especial mención merece en este período la cantata Alexander Nevski, construida por el compositor a partir de la música escrita para el filme homónimo de Sergei Eisenstein, y que es sin duda una de sus mejores partituras.
Así, la Quinta sinfonía representó para Prokofiev no sólo la vuelta a la forma sinfónica sino también, de alguna manera, la vuelta a su patria después de un largo exilio. Buena parte de la sinfonía fue escrita en Ivanovno, y la obra fue estrenada unos meses después de ser terminada, en Moscú. Dicen las crónicas que poco antes del inicio del concierto en el que se estrenó la obra, se recibieron noticias de la gran victoria del ejército soviético en el río Vístula.
Escrita y estrenada bajo el estruendo de la guerra, la Quinta sinfonía de Prokofiev dejó, desde el día de su estreno, un sabor nacional que conserva hasta nuestros días. Para esta sinfonía el compositor utilizó una gran orquesta con piano, arpa, una nutrida sección de percusiones, maderas a tres con un clarinete extra, cuatro cornos, tres trompetas, tres trombones, tuba y cuerdas. La Quinta sinfonía de Sergei Prokofiev fue estrenada en Moscú el 13 de enero de 1945 bajo la batuta del compositor, en la que habría de ser su última aparición como director de orquesta.
Notas al programa por Juan Arturo Brennan