La canción de la noche - Mahler 21/02/16
GUSTAV MAHLER (1860-1911)
Sinfonía No. 7 en mi menor, La canción de la noche
Poco después de concluir su Sexta sinfonía, Gustav Mahler inició en el verano de 1904 la creación de la Séptima en su retiro en Maiernigg, Austria. Compuso primero las dos Músicas nocturnas de la sinfonía, y al año siguiente concluyó, en el mismo lugar, los otros tres movimientos. Hasta la fecha, la Séptima es la menos comprendida de sus sinfonías, y sin duda la que se interpreta con menor frecuencia. Ello puede deberse, quizá, a que se trata de una obra oscura, hermética, por momentos inescrutable; o quizá se debe a que estructuralmente no es tan sólida como otras sinfonías mahlerianas. Algunos analistas, de hecho, han ido tan lejos como para afirmar que los tres movimientos centrales conforman una estructura musical coherente, mientras que los dos movimientos exteriores salen sobrando. Por otra parte, cualquiera que conozca bien las sinfonías de Mahler se dará cuenta de inmediato que la Séptima está llena de referencias explícitas a las sinfonías anteriores. Un dato ciertamente interesante: la Séptima carece de un Adagio intenso y apasionado, elemento que aparece de una u otra manera en todas las demás sinfonías.
Recién terminada la Séptima sinfonía, Mahler comenzó a tener dudas sobre la coherencia de la obra y, en particular, sobre los méritos de su orquestación. En el verano de 1908 Mahler preparó en Praga el estreno de la obra, y durante los ensayos realizó importantes cambios en la orquestación, motivados sin duda por la experiencia adquirida en la creación de la Octava sinfonía (que ya estaba completa para esas fechas) y de la incipiente Canción de la tierra. El estreno de la Séptima sinfonía (Praga, 19 de septiembre de 1908, con Mahler dirigiendo) fue recibido indiferentemente, lo que agudizó las dudas de Mahler. Entre el estreno y las subsecuentes ejecuciones de la sinfonía en Munich y Amsterdam, el compositor realizó nuevas correcciones y alteraciones, lo que ocasionó que la primera edición de la partitura apareciera con numerosos errores.
El director de orquesta Bruno Walter, amigo cercano de Mahler y uno de sus grandes intérpretes, estuvo presente durante los ensayos en Praga y el estreno absoluto de la Séptima sinfonía. Años después, en su libro sobre Mahler, comentó lo siguiente:
La Séptima también pertenece al grupo de obras (Quinta, Sexta, Séptima) absolutamente musicales, puramente sinfónicas. Estas tres obras no necesitan de palabras para aclarar sus ideas conceptuales, por lo que no se utilizan las voces. Hay que notar la reaparición de elementos largamente suprimidos, lo romántico, lo significativo, lo humanísticamente esclarecedor en los tres movimientos centrales de la Séptima. Estas tres piezas nocturnas, llenas de las emociones del pasado, revelan que el maestro del superlativo primer movimiento y el brillante rondó está de nuevo sumergido en ese anhelo de realización, esa búsqueda de respuestas a sus preguntas sobre la vida que siempre lo atormentaron.
El carácter hermético de la Séptima sinfonía permite suponer que, al menos en esta ocasión, las preguntas de Mahler (y las nuestras como sus oyentes) han quedado sin respuesta.
Juan Arturo Brennan