Romero / Heras / Castro / Moncayo 29/02/15
ALDEMARO ROMERO (1928-2007)
Fuga con pajarillo
Aldemaro Romero fue un músico venezolano de talentos múltiples: compositor, arreglista, director de orquesta, productor, empresario, promotor. Si bien se le recuerda más por sus composiciones populares, Romero dejó también un importante legado de obras de concierto. Estudió con Moisés Moleiro, cuya influencia es notable en su música, trabajó un par de años en Inglaterra y fundó la Orquesta Filarmónica de Caracas. Fundó también una empresa disquera, Supra Vox, con la que difundió su propia música y la de muchos de sus colegas. A lo largo de los años colaboró con artistas populares como Dean Martin, Jerry Lewis, Stan Kenton, Ray Mekin, Machito, Noro Morales, Tito Puente y muchos otros. Fuga con pajarillo es una obra de Romero que data de 1990, y fue la obra que le aseguró al gran director venezolano Gustavo Dudamel su triunfo en el Concurso de Dirección Gustav Mahler en Bamberg, Alemania, en el año 2004.
JOAQUÍN GUTIÉRREZ HERAS (1927-2012)
Postludio
No deja de ser elocuente que la partitura más recordada de un compositor –y acaso la única de su autoría interpretada con regularidad– lleve por título Postludio. Cuestionado el autor respecto a si esta pieza fue concebida, como lo indica su nombre, para tocarse al final de alguna obra mayor, a manera de epílogo, el compositor respondió negativamente: “Es una obra que, existiendo en el tiempo actual, se refiere a ideas y estilos de otro tiempo”. En este sentido, Gutiérrez Heras asoció el título incluso con la noción de un Réquiem. Lo mismo habló de él como de una obra que conmemora o recuerda algo que la antecede, que lo asoció con la rememoración de alguien que ya no está, como un In memoriam. Al escribir esta obra el autor echó mano de algunas ideas musicales que rondaban su cabeza desde hacía tiempo y les dio unidad en una partitura dividida en tres secciones ligadas: la primera de ellas estática, la segunda un allegro y la última es la que da su sentido al concepto de Postludio. Está escrita en forma fugada, a cuatro voces que por momentos se convierten en cinco y con claras reminiscencias de la polifonía renacentista, de la que Gutiérrez Heras fue un gran conocedor.
RICARDO CASTRO (1864-1907)
Intermezzo oriental
Una muestra cabal de lo mucho que nos falta por conocer y difundir de la obra de Ricardo Castro está en la discografía de la música mexicana de concierto. Como es de esperarse, existen varias grabaciones de su obra más famosa, el Vals capricho, en su versión de piano solo, y algunas de su versión orquestal. También se han grabado algunas de sus piezas pianísticas de salón, un puñado de canciones, un par de piezas para violín y piano y poco más. Además del terreno operístico (no existe grabación alguna de una ópera de Castro), otro ámbito de su producción particularmente desdeñado en nuestra discografía de concierto es el de su música orquestal. En este rubro aparece apenas, además del ya mencionado Vals capricho, un Minueto suyo, el Intermezzo oriental, el Intermezzo de la ópera Atzimba y una grabación de su Concierto para violoncello y orquesta. Dicho de otra manera: es mucho lo que ignoramos de la música orquestal de Ricardo Castro, como también lo ignoramos de muchos otros compositores mexicanos.
JOSÉ PABLO MONCAYO (1912-1958)
Tierra de temporal
El 11 de agosto de 1953, en el Teatro Nacional Estudio de Bucarest, se realiza el estreno mundial del ballet Zapata, coreografiado por Guillermo Arriaga, figura capital en la historia de la moderna danza de México. El argumento del ballet, escrito también por Arriaga, es una sobria, a veces desgarradora narración de temas importantes y dolorosos de nuestra historia. El público rumano pudo ver aquella noche de agosto de 1953 una de las historias más importantes del quehacer dancístico de México, basada a su vez en una de las figuras más notables del movimiento revolucionario mexicano. Los papeles protagónicos de Zapata en la noche de su estreno fueron bailados por Guillermo Arriaga y Rocío Sagaón, y el vestuario estuvo a cargo de Miguel Covarrubias. ¿Y la música? Arriaga utilizó como soporte sonoro de su ballet Zapata la pieza sinfónica Tierra de temporal, obra de José Pablo Moncayo que ha pasado a la historia de nuestra música no sólo por sus numerosos méritos propios, sino también por su afortunada transmutación coreográfica. En esta notable partitura de Moncayo (quizá la mejor de sus partitura orquestales) hay un lenguaje que, sin dejar de ser identificable como mexicano, tiene claros contornos impresionistas que le dan una delicadeza muy peculiar y atractiva. Esto no deja de ser interesante, sobre todo a la luz del hecho de que Moncayo, a diferencia de algunos de sus colegas, no tuvo oportunidad de “afrancesarse” a través de los estudios musicales en Europa. Así pues, Tierra de temporal se mueve en un ámbito sonoro que, sin dejar de ser mexicano, apunta hacia horizontes más universales. Tres meses después del estreno de Zapata en Bucarest, el ballet compuesto por Arriaga sobre la música de Moncayo se estrenó en México, en el Teatro de Bellas Artes, el 10 de noviembre de 1953. De nuevo, Guillermo Arriaga hizo el papel de Zapata, y Roció Sagaón recreó el papel de La Tierra. A partir de entonces, esta partitura sinfónica de Moncayo ha estado inseparablemente asociada al trabajo dancístico y coreográfico de Arriaga, como parte de uno de los mejores momentos de la danza moderna mexicana.
ALEJANDRA ODGERS, CARLOS GÖMEZ MATUS, JUAN RAFAEL URRUSTI, GRACIELA AGUDELO, FELIPE PÉREZ SANTIAGO, HORACIO RICO, AURELIO TELLO, ARTURO MORFÍN, SERGIO CANO, JUAN PABLO MEDINA, CHARLY DANIELS
Once Miniaturas Sinfónicas
Esta sección del programa se articula alrededor de once miniaturas sinfónicas, fugaces aforismos para orquesta que pueden ser considerados como el equivalente musical de lo que en la literatura moderna se conoce como flash fiction, ficción súbita o ficción repentina. Estas miniaturas orquestales representan además la continuación de un proyecto original del director de orquesta mexicano Miguel Salmon del Real, quien hace algunos años comenzó a encargar miniaturas de cámara a diversos compositores, mismas que fue estrenando a lo largo de distintos conciertos camerísticos. Las miniaturas surgidas de esos encargos resultaron ser obras muy interesantes, sobre todo por la enorme variedad de estilo, lenguaje e intención que las caracteriza. Había, sin embargo, un importante elemento unificador en todas ellas: el encargo estipulaba una dotación uniforme, llamada coloquialmente “la dotación Pierrot”, es decir, la misma instrumentación que Arnold Schoenberg empleó en su seminal obra Pierrot lunaire, con la posibilidad de añadir percusión de mano. Ahora, el proyecto de las miniaturas musicales ha sido escalado a la orquesta sinfónica, lo cual permite suponer que a la variedad estilística y de expresión de las miniaturas de cámara se ha añadido también una gran variedad en lo que se refiere al uso de la paleta orquestal, incluyendo en algunos casos el empleo de las técnicas instrumentales extendidas, también llamadas “nuevos modos de producción sonora”.
Juan Arturo Brennan