Weber / Janácek / Creston 25/04/16
CARL MARIA VON WEBER (1786-1826)
Obertura de la ópera Euriante
En 1821 Weber comenzó a escribir la ópera Los tres pintos, que quedaría inconclusa y que sería terminada más de sesenta años después por Gustav Mahler (1860-1911) y estrenada en Leipzig en 1888. Dos años después del intento inconcluso, Weber completó una nueva ópera, Euriante, que alcanzó un éxito moderado. En 1826, Weber dirigió en Londres el estreno de Oberon, su última ópera, dos meses antes de su muerte en la capital inglesa.
Respecto a Euriante, hay que mencionar el interesante dato de que un diccionario de ópera la define como gran ópera heroico-romántica en tres actos. El libreto fue escrito por Helmina von Chezy, y está basado en un interesante romance medieval que tiene un título por demás eufónico: La historia de Gerard de Nevers y de la muy virtuosa y muy casta Euriante de Saboya. La trama de la ópera gira alrededor de la rivalidad entre dos nobles por el amor de Euriante. Leyendas familiares, secretos inconfesables, un anillo lleno de veneno, traiciones diversas, muerte y resurrección, reunión final de los amantes, son los elementos narrativos básicos del argumento de la ópera Euriante, que se estrenó en el Kärtnertor Theater de Viena el 25 de octubre de 1823. El romance medieval que dio origen al libreto de Euryanthe fue también la base para algunas notables obras literarias, entre ellas Gerard de Nevers de Giovanni Bocaccio, y Cymbeline de William Shakespeare.
La composición de esta ópera le fue encargada a Weber por un empresario de teatro vienés, poco después del enorme éxito inicial de El cazador furtivo. Si bien Euriante no tuvo tanto éxito como su antecesora, fue bien recibida por el público, y algunos compositores importantes emitieron opiniones categóricas respecto a este trabajo operístico de Weber. La ópera recibió el beneplácito de Ludwig van Beethoven (1770-1827), pero Franz Schubert (1797-1828) la criticó afirmando que era antimusical, aunque en realidad las debilidades de esta ópera se hallan en un libreto demasiado complicado, y no en la música. De hecho, el compositor Hugo Wolf (1860-1903) habría de afirmar años más tarde que Euriante era como un manual práctico para compositores de ópera.
LEOS JANÁCEK (1854-1928)
Taras Bulba, rapsodia para orquesta
Una de las muchas cosas de la cultura rusa que atrajeron a Leos Janácek fue la figura de Taras Bulba, el legendario líder de los cosacos. Su rapsodia sinfónica titulada Taras Bulba que fue concebida originalmente como una pieza concertante para violín, viola, violoncello y orquesta. Es posible suponer que, dado el carácter claramente narrativo de la pieza, estos instrumentos iban a estar encargados de representar a los tres personajes a los que se refieren las tres partes de la rapsodia orquestal en su forma final: Andrei, Ostap y el propio Taras Bulba.
La fuente inmediata de la rapsodia orquestal Taras Bulba fue uno de los más importantes volúmenes publicados por el gran autor ruso Nikolai Gogol (1809-1852). En el año de 1835, Gogol dio a conocer dos colecciones de sus obras: Arabescos y Mirgorod. En Mirgorod se encuentran algunos de los cuentos más famosos de Gogol, como Los terratenientes del Viejo Mundo, Historia de la pelea entre Ivan Ivanovich e Ivan Nikiforovich, y una novela histórica titulada Taras Bulba. Se sabe que Janácek leyó la historia de Taras Bulba en el original ruso, y que de esa lectura obtuvo la inspiración para crear su obra orquestal.
A pesar de las cualidades históricas, casi míticas, de Taras Bulba, la rapsodia sinfónica que Leos Janácek le ha dedicado no es tan épica o heroica como pudiera suponerse y, de hecho, tiene una componente lírica muy notable. El final de la pieza, que es lo más cerca que Janácek llega en esta obra a la expresión épica, apunta como otros episodios de la rapsodia sinfónica hacia algunas partes de la Sinfonietta, escrita por Janácek ocho años después de concluir Taras Bulba. Esta rapsodia para orquesta fue creada entre 1915 y 1918, y existe también en una versión del propio compositor para piano a cuatro manos.
PAUL CRESTON (1906-1985)
Concierto para saxofón alto y orquesta, Op. 26
Para empezar, un poco de trivia onomástica. El verdadero nombre del compositor neoyorquino al que conocemos como Paul Creston era Joseph Guttoveggio. El compositor tomó el apellido Creston a partir de un apodo que le pusieron en la escuela. Su entrenamiento musical no fue particularmente formal, aunque tomó clases de distintas materias asiduamente. Debido a los problemas financieros de su familia, se vio obligado a dejar la escuela y trabajar en distintos oficios, no necesariamente musicales. A pesar de su falta de estudios sistemáticos, Creston llegó a ser un respetado maestro y pasó más de tres décadas dando clases de música en diversas instituciones educativas. Suele decirse que la ascendencia italiana de Creston es la base de la riqueza melódica, armónica y tímbrica de su música, características que le han otorgado un cierto nivel de popularidad a sus obras. Además de sus labores de composición y enseñanza, Creston dedicó treinta años de su vida a la labor de organista, primero como acompañante de películas mudas, y después como organista residente de la iglesia de San Malaquías en Nueva York.
El atractivo que el saxofón ejerció en Paul Creston es evidente en el hecho de que compuso una sonata, una rapsodia y un concierto para este singular instrumento, así como un cuarteto para saxofones. Como tantísimos conciertos (y obras concertantes) en la historia de la música, el Concierto para saxofón alto y orquesta Op. 26 de Paul Creston debe su existencia a un ejecutante virtuoso. Cecil Leeson (1902-1989) fue un destacado saxofonista estadunidense a quien se atribuye el haber dado al saxofón un lugar importante en las salas de concierto. De hecho, fue uno de los primeros saxofonistas estadunidenses en presentarse regularmente con las orquestas más importantes del país. A lo largo de su vida, Leeson recibió la dedicatoria de más de cincuenta obras para su instrumento, entre las cuales se encuentra el concierto de Creston, obra que el saxofonista le encargó al compositor. Sin embargo, el Concierto para saxofón de Paul Creston fue estrenado por otro solista, Vincent. J. Abato, quien hizo la primera ejecución de la obra en 1944 acompañado de la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
Además del Concierto para saxofón Creston dedicó bastante atención a la música concertante para otros instrumentos, escribiendo conciertos para el violín y el piano (como tantos otros compositores) pero también para la marimba, el arpa, el trombón y el acordeón.
Juan Arturo Brennan