Mozart / Revueltas / Ginastera 28/08/16
WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756-1791)
Sinfonía No. 39 en mi bemol mayor, K. 543
Entre julio y agosto de 1788, Wolfgang Amadeus Mozart colocó las últimas tres joyas a la corona de su creación sinfónica, componiendo las Sinfonías Nos. 39, 40 y 41 de su catálogo. Numerosos musicólogos han considerado a estas tres sinfonías como una unidad, como parte de una misma línea de pensamiento musical, y en buena medida tienen razón. Esto no quiere decir, sin embargo, que se trata de tres sinfonías semejantes entre sí; por el contrario, son obras de gran individualidad que comparten algunas características de estilo y, sobre todo, un dominio notable sobre la forma y el equilibrio estructural. El musicólogo Hans Keller escribió esto en un ensayo sobre las sinfonías de Mozart:
Como músico y escritor, uno aborda la trilogía final –K. 543, 550 y 551, creadas en un lapso de siete semanas y tres días en el verano de 1788- con una cierta carga inevitable de trepidación. Es posible que la Sinfonía No. 38 todavía requiera de algunos comentarios estimulantes, pero las tres últimas son tan populares como grandiosas, y al mismo tiempo se han escrito a su respecto muchos volúmenes, tanto en el nivel experto como en el de la crítica impresionista.
Hay quienes dicen, olvidando un poco ciertos asuntos cronológicos importantes, que con sus últimas tres sinfonías Mozart estaba dejando atrás todo aquello que, en materia sinfónica, lo ligaba a su ilustre colega, amigo y predecesor, Franz Joseph Haydn (1732-1809). Sin embargo, es prudente recordar que en el año en que Mozart compuso sus últimas tres sinfonías, Haydn componía las sinfonías Nos. 90 y 91 de su propio catálogo, que habría de cerrar en 1795 con la Sinfonía No. 104. De modo que si bien es cierto que Haydn puso los cimientos para el desarrollo sinfónico que habría de madurar aún más con Mozart, también es un hecho que la influencia bien pudo haber sido recíproca, al menos en la época de la creación de la Sinfonía K. 543.
Hay en el movimiento final de la Sinfonía No. 39 un trabajo armónico muy atractivo, lleno de modulaciones fascinantes y atrevidas; en esto, así como en algunas texturas orquestales, la Sinfonía No. 39 de Mozart parece mirar al futuro, hacia las sinfonías de Franz Schubert (1797-1828).
SILVESTRE REVUELTAS (1899-1940)
Esquinas
He aquí lo que escribió Revueltas al concebir la primera versión de Esquinas:
Esquinas. De todas las calles y de todos los barrios. Probablemente, al que escucha le será difícil imaginarse en una esquina. A mí también. Con buena voluntad se podrá imaginar cualquier cosa: calles, callejones, plazuelas, plazas. Sería divertido encontrar en esta música ruido de claxons, tranvías, camiones, etcétera. Desgraciadamente no hay nada de eso (al menos, ingenuamente, así lo creo). Más bien el ruido, o silencio, el tráfico interno de las almas que veo pasar cerca de mí. Algunos entendidos en música son capaces de encontrarle forma determinada –binaria, ternaria, lied-. No ha sido esa mi intención. El tráfico de que hablaba es multiforme y sin coherencia aparente. Está sujeto al ritmo de la vida, no a la distancia de un lado a otro de la calle. Desde el punto de vista técnico-musical no puedo decir nada, porque no me interesa. Algunas personas de buen humor dicen que tengo técnica: otras, de mal humor, que no. Deben saberlo mejor.
Y cuando realizó la segunda versión de la obra, en 1933, el compositor redactó un nuevo texto, que dice así:
Esquinas de ayer con emoción de hoy, observadas desde otros caminos del corazón con nueva mirada, más comprensiva, más fiel por más experimentada; modelada con nuevo material, dejando intacta su atormentada angustia de aspiración encadenada, su dolor persistente clavado en la mitad de la calle, su grito desgarrado de pregonero pobre y desamparado, fecundo en rebeldía, que ahora siento un poco extraño dentro del alentador optimismo de mi deseo actual, alegre y fuerte como una clara mañana de nueva energía y esperanza nueva. Sólo queda lo esencial de esas esquinas tumultuosas, que guardan el rumor de las multitudes en lucha, su agrio sabor de desconsuelo, y su dura consistencia del pueblo forjado en todos los dolores.
En efecto, como lo reconoce explícitamente Revueltas el redactor, no hay en estos textos apuntes formales, técnicos, expresivos, estilísticos, orquestales o analíticos sobre Esquinas y, sin embargo, se trata de textos que pintan al compositor de cuerpo entero. Aquí está, en unas cuantas líneas, un autorretrato bastante completo del músico pensante, del hombre escéptico y fatalista, del creador con sentido del humor, del poeta espontáneo, del luchador social comprometido.
En su primera versión, la partitura de Esquinas lleva como fecha el 23 de agosto de 1931. En la revisión de 1933, que hoy escucharemos, Revueltas omitió el uso de una voz soprano, cuya principal misión era evocar la gritería habitual en las calles mexicanas. En la versión puramente orquestal de 1933, Revueltas imita ciertos aspectos estereotípicos de este bullicio, a manera de marca cultural.
ALBERTO GINASTERA (1916-1983)
Concierto para piano y orquesta No. 1, Op. 28
Si bien es posible rescatar aquí y allá algunos comentarios hechos por el gran compositor argentino Alberto Ginastera sobre sus obras, es bien sabido que no era muy afecto a poner en palabras lo que ya había expresado en el papel pautado. Esta breve cita sobre su Primer concierto para piano es un buen ejemplo de la reticencia de Ginastera a verbalizar sus impulsos creativos:
Creo que una obra de arte como ésta debe producir un sentimiento de comprensión, un flujo de atracción entre el público y el artista, independiente de sus implicaciones estructurales. Si este vínculo no se establece, entonces no habrá explicación que ayude al público en general a comprender el significado interno de la obra.
He citado aquí estas concisas palabras de Ginastera no porque contribuyan de alguna manera a la comprensión de su Primer concierto para piano, sino porque son una buena muestra de un importante punto de vista del compositor, y porque bien pueden ser aplicadas prácticamente a cualquier obra musical.
El Primer concierto para piano de Ginastera surgió de un encargo hecho al compositor por la Fundación Koussevitzky, y la partitura de la obra está dedicada a la memoria de Serge y Natalie Koussevitzky. El compositor trabajó en la obra durante los primeros meses de 1961 y el estreno ocurrió el 23 de abril de ese mismo año en Washington, D.C., en el marco del Segundo Festival Interamericano de Música, con el pianista Joao Carlos Martins, acompañado por la Orquesta Nacional de Washington dirigida por Howard Mitchell. En ese mismo festival se estrenó también la Cantata para América Mágica (encargo de la Fundación Fromm), otra de las obras importantes de Ginastera, y al decir de los especialistas, este doble estreno fue el acontecimiento que provocó el verdadero despegue del merecido prestigio internacional del compositor argentino.
Juan Arturo Brennan