MÚSICA SINFÓNICA CON ESENCIA MEXICANA 16/09/16

Juan Arturo Brennan | Tlaqná
Obertura Republicana - Carlos Chávez / Tierra de Temporal - José Pablo Moncayo / Sobre las Olas - Juventino Rosas / El Pájaro de Oro - Agustín Lara / Sones de Mariachi - Blas Galindo / Eugenio Toussaint - Flambo Mambeco

MÚSICA SINFÓNICA CON ESENCIA MEXICANA

Este programa mexicano, preparado por la Orquesta Sinfónica de Xalapa con motivo de las Fiestas Patrias de 2016, se caracteriza por una interesante variedad de estilos y expresiones del ámbito de nuestra música de concierto. Hay aquí, además, una vocación clara y explícita de acercamiento a diversas fuentes de la música popular de México; en efecto, con la excepción notable de Tierra de temporal, que es una obra de carácter más abstracto, las piezas elegidas para este programa tienen su origen y cimiento en diversas expresiones vernáculas surgidas a lo largo y a lo ancho de la geografía nacional. Siendo un poco estrictos, quizá habría que señalar también como una excepción el sabroso arreglo de mambos realizado por Eugenio Toussaint, en el entendido de que este género popular de música y danza es originario de Cuba; sin embargo, su presencia en este programa mexicano queda perfectamente justificada por el hecho de que nuestro país, al “apropiarse” de Dámaso Pérez Prado, el gran exponente del mambo, se apropió también de su música.

La Obertura republicana de Carlos Chávez (1899-1978), una de sus obras más abiertamente nacionalistas, es una especie de rapsodia sinfónica conformada por el montaje de tres conocidas melodías: la Marcha de Zacatecas de Genaro Codina, el vals de salón Club Verde, del compositor sonorense Rodolfo Campodónico, y la canción revolucionaria La Adelita. Chávez puso a las tres partes que conforman la obra los títulos de Marcha provinciana, Vals nostálgico y Canción de Adelita. Esta obra es conocida también con el título alternativo de Chapultepec, y data de 1935.

Más típica de su estilo maduro que el famosísimo Huapango, la pieza sinfónica Tierra de temporal es probablemente la mejor partitura de José Pablo Moncayo (1912-1958). Se trata de una soberbia composición en la que el compositor ha combinado con sabiduría algunos aspectos del nacionalismo musical mexicano con ciertas pinceladas de corte impresionista que le dan a la obra un carácter más universal. Poderosa, evocativa y dramática, Tierra de temporal fue el cimiento musical de una de las obras coreográficas más notables en la historia de la danza moderna de México: Zapata, de Guillermo Arriaga, que fue estrenada en Bucarest en 1953 con el propio Arriaga como Zapata y Rocío Sagaón como la Tierra. Moncayo escribió Tierra de Temporal en 1949 y la presentó a un concurso convocado ese año por la Orquesta Sinfónica de México para conmemorar el centenario luctuoso de Frédéric Chopin (1810-1849). Tierra de temporal obtuvo merecidamente el primer premio del concurso.

El prestigio trascendente y auténticamente universal de su vals Sobre las olas ha causado que el resto de la producción del guanajuatense Juventino Rosas (1868-1894) haya quedado en el olvido. Sin embargo, este hermoso vals ha sido tan apreciado desde su creación que durante un tiempo se creyó en Europa que era obra de algún compositor del Viejo Continente, incluso un miembro de la dinastía Strauss. Este famoso vals de Rosas (quien murió en Cuba, en un sitio con el eufónico nombre de Surgidero de Batabanó), suele escucharse en la espléndida orquestación del gran compositor mexicano Manuel Enríquez (1926-1994).

Tan mítica es la figura de Agustín Lara (1900-1970) que hasta la fecha (y un poco a la manera de la historia de Carlos Gardel) se debate sobre el lugar y la fecha de su nacimiento. Detalles de poca importancia, dada la fama imperecedera del llamado Flaco de Oro (o El Músico Poeta) y de sus canciones. Es probable que el mérito mayor de Lara sea el haber sido (y seguir siendo) un ídolo de arraigo auténticamente popular, y no uno de tantos ídolos con pies de barro creados a la fuerza por la televisión. Su sólida presencia en la radio y el cine de México lo llevó a un pináculo de fama que pocos artistas mexicanos han alcanzado, y que se conserva hasta la fecha. Pocos saben, sin embargo, que además de sus imperecederas canciones, Lara también compuso algunos danzones de muy buena factura… y hasta una opereta, titulada El pájaro de oro.

Si bien escribió música en la que abordó lenguajes más modernos y abstractos, el jalisciense Blas Galindo (1910-1993) es recordado por sus obras de estilo nacionalista. La más famosa de ellas es, sin duda, Sones de mariachi, pieza que se interpreta con frecuencia en nuestras salas de concierto. Se trata, de manera análoga al caso del Huapango de José Pablo Moncayo, de una rapsodia sobre temas populares; en este caso, esos temas son los tres sones La negra, El zopilote y Los cuatro reales. El primero de ellos, sobre todo, es parte indispensable del repertorio de cualquier mariachi que se respete. Es interesante saber que la versión sinfónica que hoy conocemos es un arreglo del propio Galindo sobre su versión original, escrita para una instrumentación cercana a la del moderno mariachi. La versión original de Sones de mariachi se estrenó en Nueva York en 1940, y la versión sinfónica en la Ciudad de México en 1941.

Eugenio Toussaint (1954-2011) fue, además de un espléndido pianista, un compositor asiduo y prolífico cuyo legado musical se puede dividir en dos partes: por un lado, sus composiciones de jazz, y por el otro, sus numerosas obras de concierto. Sobra decir que sus composiciones sustentadas en formas y géneros clásicos incluyen, casi siempre, una fuerte presencia e influencia del jazz, el blues y otras músicas análogas. Sin embargo, músico informado y atento a numerosas manifestaciones sonoras, Toussaint incluyó en sus obras de concierto referencias a toda clase de músicas populares de diversas latitudes, varias de las cuales son aludidas incluso en los títulos de las piezas. Toussaint fue conocido y reconocido también como un experto arreglista, y uno de sus arreglos más ricos y atractivos es el que realizó a partir de una serie de mambos del inolvidable Cara de foca, Dámaso Pérez Prado. Como todo buen arreglista, Toussaint supo trasladar toda la sabrosura y sensualidad del mambo a la orquesta sinfónica, sin perder la esencia de las piezas originales. Toussaint realizó su suite orquestal sobre mambos de Pérez Prado en 1999, y al año siguiente volvió a referirse a este género popular en una pieza para cuarteto de percusiones que lleva el ingenioso título de Flambo Mambenco.

Juan Arturo Brennan