Desde Italia 15/02/17
Richard Strauss: El impacto de la naturaleza y el arte italiano
Así como una orquesta se encarga de dar voz a los artistas por medio de la interpretación de una obra, las personas que redactamos estas notas consideramos que es parte de nuestro deber complementarlas con una ligera, pero no superflua, resonancia. Por tanto, hemos entablado un diálogo con los compositores; imaginamos su voz y dejamos que hablen para ustedes.
Un número considerable de artistas han recorrido Italia para, posteriormente, entregarse al impulso creativo cargados de la inspiración que otorgan sus paisajes rurales y sus grandes urbes antiguas. Entre ellos podemos destacar a Mendelssohn, Liszt, Brahms, Tchaikovsky y Rachmaninov. Goethe escribió, cuando rondaba sus cuarenta años a principios del siglo XIX, que “todos somos peregrinos en busca de Italia”.
Richard Strauss: En la primavera de 1886, gracias a los recursos procurados por mi padre y mi tío, realicé un viaje por Italia que supondría un cambio sustancial en mi manera de concebir el arte y la vida. A lo largo de mis recorridos visité Verona, en Bolonia escuché “Aida”, presencié “El Barbero de Sevilla” en Florencia, sentí la vida comunitaria en Nápoles y, por último, recorrí Roma, cuyas ruinas me dejarían completamente maravillado. ¿Cómo no escoger Italia, entre todos los lugares, para entregarse sin reservas al impulso creativo? Sólo Italia prometía a los artistas de mi generación el encuentro con tan diversas formas de cultura, arte, y gente que distan mucho de aquellas a las que estamos habituados en Alemania. No es casual que antes de mí grandes hombres como Brahms, Mendelssohn, Liszt, o literatos como Goethe, recorrieran la península itálica como si fuera una suerte de ritual iniciático. Hablando de revoluciones, no debo dejar de mencionar las ocurridas en la península desde la mitad del siglo y que culminaron en la unificación del Reino de Italia, convirtiendo aquella nación en un símbolo. Italia nos llamaba a borrar las fronteras que dividen, para construir unas nuevas, más amplias, que unan y consoliden.
Las fronteras que quise borrar con Aus Italien (Desde Italia) fueron las impuestas por la estructura, y aquellas que quise consolidar fueron las de mi experiencia. Las profundas emociones provocadas en mí por la naturaleza, la belleza de los paisajes y las ciudades, dieron forma a anotaciones musicales que a mi regreso a Munich se convertirían en un gran poema sinfónico en cuatro movimientos.
La revolución personal que comenzó con Aus Italien aún no ha terminado, y quisiera pensar que no concluirá pronto, que la creación artística siempre se renovará a si misma, que la música del futuro aún está por llegar.
Ernö Dohnányi: 1933 fue uno de los años más ocupados de mi carrera en Hungría. Dirigía la Orquesta Filarmónica de Budapest, con la que realicé varias giras por Europa. Con la orquesta, me di a la tarea de difundir la obra de jóvenes autores conacionales, como Béla Bártok y Zoltan Kodaly. También viví una intensa actividad como pianista, tocando en toda Europa y ofreciendo clases en la Academia de Budapest. Este fue el panorama que me rodeaba cuando comencé a componer Minutos Sinfónicos, una continuación de mi trabajo anterior en Rularia Hungarica. Minutos Sinfónicos es una exploración de las posibilidades que ofrece el folclor a la música sinfónica, a través de los cinco movimientos que componen esta obra.
Giovanni Bottesini: Es difícil imaginar a otra persona que fuera capaz de realizar el estreno del Gran Dúo para clarinete y contrabajo de la misma manera en que lo hizo mi estimado colega Henry Lazarus, hace algunos años, en 1865. Es bien conocido que el público asistente a los conciertos en esta época moderna siente una marcada predilección por las interpretaciones virtuosas, los pasajes que requieren tanto de dominio técnico como de una interpretación que conduzca al éxtasis. Lazarus es capaz de realizar ambas tareas sin el menor agravio, pues es, sin lugar a dudas, el más grande clarinetista inglés. Quise guardar en el Gran Dúo cierta familiaridad con otras obras mías que demostraron tener un éxito clamoroso luego de su interpretación, como el Gran Dúo Concertante para violín y contrabajo.
Nuestro arte es expresivo, y una obra musical que no tenga ningún contenido poético que comunicarme es para mí cualquier cosa menos música. Naturalmente, se trata de un contenido que no pueda ser representado más que con sonidos, y que con palabras sólo pueda ser sugerido.
-Richard Strauss