La revolución musical francesa 09/06/17

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Concierto n.° 3 (mov 1) - Sergei Prokofiev / Concierto en Sol - Maurice Ravel / Concierto para piano n.° 2 - Camille Saint-Saëns

La revolución (musical) francesa
El año 1871 vio nacer en Francia a un grupo conocido como Sociedad Nacional de Música, cuyo objetivo era promover la nueva música francesa y ofrecer a jóvenes compositores la oportunidad de presentar en público sus obras. El principal promotor de esta organización fue Camille Saint-Saëns (1835-1921), quien desempeñó en su época un papel relevante en los ámbitos de la enseñanza y la difusión de la música nueva. Dentro de su vasta producción (su catálogo comprende más de 400 obras), Saint-Saëns abordó una amplia variedad de estilos musicales. Pianista de formación, compuso para su instrumento cinco conciertos, de los cuales el No. 2 es el más tocado en la actualidad, además de ser una de sus obras más características. La génesis del concierto, como ocurre frecuentemente en el mundo del arte, radica en una ocurrencia casual: en la primavera de 1868, el gran pianista ruso Anton Rubinstein hizo una visita a París para presentar una serie de ocho conciertos, todos ellos dirigidos por su amigo Saint-Saëns. Antes de que terminara la serie, Rubinstein decidió que quería aprovechar el viaje para de una vez hacer su debut como director en París, y qué mejor que disponer de Saint-Saëns como su solista para la ocasión, tocando un Concierto nuevo. La fecha posible distaba apenas tres semanas, por lo que Saint-Saëns se puso a trabajar febrilmente en el que sería su Concierto No. 2, concluyendolo en el increíble lapso de ¡17 días!, apenas a tiempo para el estreno. Los cambios de estilo aparentemente caprichosos que marcan la obra (consecuencia en parte de las prisas por concluir la composición a tiempo), propiciaron que no fuera bien recibido en su momento por la crítica. Sin embargo, el tiempo hizo su tarea y el concierto pasó a convertirse en uno de los “caballitos de batalla” del repertorio pianístico. El estreno tuvo lugar en París el 13 de mayo de 1868, con al autor al piano y bajo la dirección de Anton Rubinstein.
Algunos años más tarde, en la década de 1880, la mencionada Sociedad Nacional de Música comenzó a aceptar manuscritos de compositores no franceses. La renovación musical empujada por Saint-Saëns abrió caminos a una nueva generación de músicos franceses, entre ellos Claude Debussy (1862-1918) y Maurice Ravel (1875-1937). La iniciativa de abrir la sociedad a autores no franceses provocó incidentes hostiles, ocasionando que Ravel optara por dejar la organización creada por Saint-Saëns y fundar una nueva, que se denominó como Sociedad de Música Independiente. Se acercaba el fin de siglo XIX y con ello, el germen para el surgimiento de diversas vanguardias. Tal fue el caso del Impresionismo, que se iniciaría como movimiento pictórico, aunque pronto permeó su influencia hacia otras artes, dando lugar al impresionismo musical. El impresionismo en la música se caracterizó por el enfásis en el elemento tímbrico para obtener nuevos efectos y sonoridades, y también por el uso novedoso de otros elementos de la arquitectura musical, como la armonía y el ritmo.
De entre las influencias que Ravel materializó en su Concierto para piano en sol mayor, compuesto entre 1929 y 1931, la más notable es su atracción por el pujante género del jazz, que conoció durante una visita a los EUA en 1928. La idea original de Ravel era crear una obra con la que pudiera presentarse a la vez como pianista y compositor. Esto tuvo serios contratiempos (como el hecho de que la composición de su Concierto para la mano izquierda se diera de manera simultánea), pero quizá el más importante fue que Ravel carecía de una formación pianística sólida, que le permitiera afrontar exitosamente las enormes dificultades técnicas de su propio concierto. Concluyó la composición aferrado a su plan inicial, convencido de que con algo de estudio extra podría adquirir las habilidades de las que carecía, y no fue sino hasta poco tiempo antes del estreno que finalmente renunció a esta idea y cedió la tarea (además de la dedicatoria de la obra) a la espléndida pianista Marguerite Long. El estreno ocurrió el 14 de enero de 1932, en París, con el propio Ravel como director.
Sergei Prokofiev y el Realismo socialista
Durante el gobierno de Stalin en la Unión Soviética, floreció una corriente artística promovida desde las oficinas gubernamentales y del partido: el Realismo Socialista. Esta doctrina hacía un fuerte énfasis en los valores comunitarios de la clase campesina y proletaria. Muchos artistas plásticos, escritores y músicos adoptaron (por no decir que fueron obligados a adoptar) dicha tendencia, alejada de las vanguardias que comenzaban a proliferar en Europa Occidental. Entre los músicos que se vieron forzados a trabajar bajo esta consigna se cuenta a Sergei Prokofiev (1891-1953). A manera de ejemplo vale citar su cuento musical Pedro y el Lobo, compuesto por encargo gubernamental, al igual que otras de sus obras, como Zdravitsa, concebida para honrar a Josef Stalin en su cumpleaños 60. A pesar de sus esfuerzos, Prokofiev no estuvo exento de persecución por causa de su trabajo, que en ocasiones era considerado contrario a los valores del Realismo socialista.
Para 1921, Sergei Prokofiev se encontraba construyendo una carrera como compositor y pianista fuera de la Unión Soviética, de donde se autoexilió después de la Revolución de 1917. Ese año finalizó su Concierto para piano No. 3, mientras pasaba el verano en la costa de Bretaña. La composición se alimentó en buena medida a partir de material musical concebido años antes, en 1913. El concierto se estrenó en diciembre de 1931, con el propio Prokofiev (que era un pianista fantástico) como solista y la Orquesta Sinfónica de Chicago. Progresivamente el Concierto No. 3 se ha consolidado como una de las obras cumbre del repertorio pianístico del siglo XX, a pesar de haber padecido una recepción inicial poco entusiasta, por la cual el compositor llegó a afirmar que el público estadounidense no comprendía su obra. De los cinco conciertos para piano que Prokofiev compuso, el tercero fue el único que grabó. Realizada en Londres en 1932, esta primera grabación de la obra, con el autor como solista, es hoy un documento histórico.