Una mirada a la escuela de Viena 16/05/17
Una mirada a la escuela de Viena
A lo largo de los siglos Viena ha sido una las ciudades más influyentes en el desarrollo musical de toda Europa, no sólo por el hecho de haber sido la capital de uno de los Imperios más poderosos del S. XIX y principios del XX, el Austro-Húngaro, sino por haber contado con el liderazgo de una dinastía que se encargó de promover y patrocinar las artes de todo tipo: los Habsburgo. Viena ofrecía a los artistas de toda Europa la posibilidad de realizar ahí una carrera. Muchos de los más grandes compositores relacionados con esta ciudad ni siquiera nacieron o vivieron mucho tiempo en ella, no obstante, en Viena encontraron un ambiente más propicio que en otras ciudades en las que trabajaron o vivieron. Antonio Salieri, por ejemplo, era veneciano. Mozart era originario de Salzburgo, otra ciudad en Austria, y Beethoven y Brahms nacieron y crecieron en lo que hoy es Alemania.
De entre los muchos músicos que vivieron en Viena a fines del S. XVIII y principos del XIX, tres son reconocidos por su aportación y avances al pensamiento musical europeo: Franz Joseph Haydn (1732-1809), Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y Ludwig van Beethoven (1770-1827). Ellos conforman lo que se conoce hoy como La Primera Escuela de Viena. A pesar de que esta denominación comprende únicamente a estos compositores, su influencia se extendió durante varias generaciones posteriores y, al mismo tiempo, fueron inspirados por el ambiente musical anterior a ellos. La relación de Antonio Salieri (1750-1825) con los músicos de la primera escuela va más allá de haber sido maestro de Beethoven, y se extiende hasta la sospecha de haber sido el responsable de la muerte de Mozart, creencia exacerbada en la actualidad por la famosa obra musical de Peter Shaffer, Amadeus. Esta hipótesis nunca se ha comprobado, pero lo que si se sabe con certeza es que Salieri fue uno de los músicos más influyente de la Viena del siglo XVIII.
Cuando el joven Mozart decidió renunciar a las órdenes del arzobispo de Salzburgo y radicarse en Viena inició en su vida una nueva etapa como músico independiente, algo totalmente nuevo en aquellos días. A partir de ese punto su carrera tendría marcados altibajos. Cuando su ópera La flauta mágica fue estrenada en 1791, se hallaba en uno de los puntos más bajos de su carrera y su vida personal. Estaba sumamente desmoralizado por la tibia recepción del público a su ópera más reciente, La clemenza di Tito, y había caído enfermo. El gran éxito cosechado por La flauta mágica no pudo contrarrestar el severo daño que su cuerpo había sufrido, y tan sólo dos meses más tarde Mozart murió en Viena.
Franz Joseph Haydn fue la figura más importante del mundo musical vienés de antes (y después) de la aparición de Mozart y Beethoven. Ambos consideraban a Haydn como uno de los más grandes músicos vivientes. Tal como Salieri lo fuera en su momento, Haydn también fue durante un tiempo maestro de Beethoven. Hoy se le reconoce principalmente por haber sentado las bases estructurales de la forma sinfonía, que permanecieron vigentes durante varias generaciones, y por darle una nueva dimensión al cuarteto de cuerdas.
El último gran compositor de la primera escuela de Viena, y quizá el más reconocido en nuestro tiempo, Ludwig van Beethoven, trabajó en esta ciudad durante la mayor parte de su vida. Aunque poseía un espíritu libertario, siempre fue bien recibido por la aristocracia y la sociedad vienesa. Su obra es fácilmente reconocible para la audiencia contemporánea, particularmente su obra maestra, la Sinfonía No. 9. Se le considera el principal precursor de la corriente estilística del romanticismo en la música, a la que otros dos compositores alemanes se sumaron más adelante: Robert Schumann (1810-1856) y Johannes Brahms (1833-1897). Robert Schumann visitó Viena en contadas ocasiones, y aunque no alcanzó en esta ciudad el éxito que hubiera esperado, nunca se mostró decepcionado por el ambiente artístico que encontró en ella, salvo tal vez en su visita durante los años 1846-1847, años en que su esposa Clara Schumann ofreció una serie de conciertos que no fueron muy fructíferos, hecho que puede atribuirse al descontento masivo previo a la revolución de 1848. Aun así, la influencia de Viena puede rastrearse en la obra de Robert Schumann, no sólo en lo que se refiere a la composición, sino a través también de la revista “Neue Zeitschrift für Musik” (Nueva Revista Musical), en la que dedicó grandes esfuerzos para promover la obra de Mozart y Beethoven. Brahms compuso la mayor parte de su obra luego de establecerse definitivamente en Viena, en 1862. De diversas maneras, Brahms dio continuidad al legado de los compositores de la Primera Escuela de Viena. A pesar de haber vivido en una época dominada por nuevas tendencias estéticas, su genio supo conciliar las tendencias de su tiempo con la tradición clasicista que él tanto admiraba.
Otra vez Viena… la Segunda Escuela
Después de la Primera Guerra Mundial, el panorama europeo cambió en todos los sentidos. No sólo desparecieron los imperios más importantes, sino que los artistas buscaron formas de creación completamente opuestas a la tradición y, nuevamente, Viena sería la ciudad protagonista de las expresiones artísticas más radicales. En el periodo de entreguerras se consolidó el estilo de los compositores que conformarían la Segunda Escuela de Viena, representada por Arnold Schönberg (1874-1957) y sus alumnos Alban Berg (1885-1935) y Anton Webern (1887-1945), quienes marcaron un punto y aparte en la forma de hacer música. A partir de ellos se moldearon los estilos musicales que distinguieron al convulso siglo XX, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial.
En la actualidad, la vida musical de la ciudad continúa con más vida que nunca. Ópera, conciertos sinfónicos, festivales musicales y otras actividades artísticas están presentes en todo momento. No es para menos: la antigua Viena es parte fundamental de la cultura musical de Occidente desde hace ya tres siglos.