Tormenta y pasión germánicas 21/04/17
Tormenta y pasión germánicas
Durante la segunda mitad del S. XVIII, se gestaban en Europa una serie de cambios sociales cuyas consecuencias se harían visibles unicamente con el paso del tiempo. Entre ellos destaca el ascenso en la escala social de una joven clase burguesa que poco o nada tenía que ver con la aristocracia y que, sin embargo, se comenzaba a desenvolver en los espacios que poco tiempo atrás eran exclusivos para los aristócratas. A pesar de gozar de una mejor posición social, esta nueva burguesía pronto se encontró asfixiada por la rigidez del racionalismo y las tradiciones aristocráticas. Hacia la década de 1770, un grupo de jóvenes literatos alemanes -entre los que destacan Friedrich Schiller y Johann Wolfgang von Goethe- pertenecientes a esta nueva burguesía, negaron a través de su obra el racionalismo extremo marcado por la moral y la estética propios del periodo de la Ilustración. A través de sus obras optaron por reflejar una realidad más cercana a las pasiones que a la razón, a la emoción que a la ciencia. Este movimiento se denominó Sturm und Drang, término alemán que podría traducirse como Tempestad y pasión, Tormenta e impulso, Tempestad y empuje. Tormenta e Ímpetu.
Sus proposiciones artísticas son asustar, aturdir, dominar con emoción, énfasis extremo en lo irracional y aproximación subjetiva a todo el arte.
La influencia del Sturm und Drang no se limitó únicamente al ámbito literario: sus preceptos fueron adoptados también por pintores, dramaturgos y músicos. En la música, este estilo se caracteriza por la evocación de emociones intensas, logradas a partir de recursos como el uso de tonalidades menores, grandes saltos melódicos, pasajes en donde se hace un intenso uso del tremolo y otros efectos, además del uso extendido de elementos rítmicos novedosos, como las síncopas.
Dentro del marco de este movimiento se desenvolvió el más conocido de los hijos de Johann Sebastian Bach, Carl Phillipp Emanuel Bach (1714-1788), quien con sus contribuciones al desarrollo de la arquitectura musical sentó algunas de las bases sobre las que Haydn, Mozart y Beethoven explorarían más adelante. La Sinfonía en re mayor es la primera de una serie de cuatro Sinfonías escritas en 1775, pequeñas obras en tres movimientos, como parte de un encargo conocido como Sinfonías orquestales con doce partes obligadas.
Franz Joseph Haydn (1732-1809) es quizá el compositor que se mostró más receptivo a la influencia del movimiento literario. Durante la década de los 1770, compuso una serie de sinfonías en tonalidades menores que resaltan por sus cualidades evocativas y un carácter sumamente emotivo y pasional (aunque no fue sino hasta el siglo XX que la musicología catalogó a estos trabajos con el sello distintiva del movimiento Sturm und Drang). Una de ellas es la Sinfonía no. 52 en do menor, que fue escrita mientras Haydn ocupaba el puesto de Maestro de Capilla en el castillo de la aristocrática familia Eszterházy, entre 1771 y 1772.
Da Ponte y Mozart: Tempestad, pasión… y subversión.
Lorenzo Da Ponte (1749-1838) fue escritor para el Teatro Imperial de Viena durante el mandato del emperador José II de Austria, a la vez que libretista favorito de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), con quien colaboró en las más célebres de sus óperas escritas en italiano: Las bodas de Figaro, Don Giovanni y Cosi fan tutte. Las bodas de Fígaro está basada en una obra de teatro escrita por Pierre Beaumarchais en 1778, y que no era bien vista por la nobleza; su representación había sido prohibida por considerarse que podría incitar a la subversión popular. Esto no era para menos, la trama de Fígaro cuestiona de manera cómica pero sumamente mordaz los privilegios de la aristocracia y, al final, no otorga el triunfo a los representantes de ésta clase sino a los sirvientes enamorados. Por si faltara más, Da Ponte y Mozart se encontraron con otro inconveniente, la obra contenía una escena en la que se representaba un ballet, que en la época también tenía restricciones en sus presentaciones públicas. Es bien conocida la anécdota en la que un sorprendido José II presencia un ensayo de Fígaro en el que se omitió la música de aquella controvertida escena para no faltar a la susodicha prohibición, mientras los bailarines realizaban una ridícula pantomima. Gracias a los esfuerzos persuasivos de Da Ponte, el estreno de la ópera fue permitido por el Emperador con todo y escena de ballet, bajo la promesa de suavizar la trama y reducir aquel contenido que pudiera considerarse ofensivo, de mal gusto, o demasiado subversivo. La primera representación de Las bodas de Figaro tuvo lugar en el Burgtheater de Viena, en 1786.
En la década anterior al estreno de Figaro, Mozart compuso durante una estancia en Salzburgo una de sus obras más influyentes: la Sinfonía No. 25 en sol menor (1773). Está bien documentado que Mozart era un ferviente admirador de Haydn, y que éste último le correspondía con el mismo aprecio. Vale recordar que las obras del período Sturm und Drang de Haydn fueron compuestas en la misma época que Mozart hizo su Sinfonía 25, y que Mozart halló en ellas elementos especialmente atrayentes e interesantes, pues privilegiaban la expresión de las emociones por encima de la forma. Así, su decisión de componer esta sinfonía corresponde con la necesidad de explorar nuevos horizontes artísticos y expresivos. Inscrita dentro de la influencia del movimiento Sturm und Drang, Mozart construye desde el inicio una elaborada trama dramática, gracias al original manejo de elementos musicales como la armonía, el ritmo, y a una magnífica instrumentación. La obra se estrenó en Salzburgo, el 5 de octubre de 1773.