Videojuegos y Series 04/12/17
De videojuegos y series: el soundtrack de una historia
Si algo ha caracterizado el mundo de los videojuegos y series es la música. La trama es fundamental para atrapar al público, pero la banda sonora es tan importante como el propio juego o serie, porque refuerza las imágenes dándoles un toque de drama, suspenso o alegría. Basta recordar la entrada de caricaturas como Tom y Jerry o los Tiny Toons, al igual que series como Dragon Ball, que desataban la emoción apenas encendido el televisor.
Los primeros videojuegos en los años 80 sólo podían reproducir sonidos de 8 bits, como la máquina tragamonedas llamada Pong, de Atari, que representaba de manera casi abstracta el rebote de una pelota de ping-pong. Los compositores hacían trucos para aparentar que se escuchaban hasta cinco instrumentos. A manera de ejemplo, el compositor principal de Nintendo, Koji Kondo, aparte de desplegar sus conocimientos musicales, debió estudiar programación una vez que fue contratado para el Departamento de Sonido. En 1983 compuso la música para Mario Bros. En el soundtack principal de Super Mario Bros, refleja su gusto por la música latina y el Jazz, utilizando un ritmo Hit-Hat como base de este famoso tema. En 1987 comenzó el sonido de 16-bits, equiparable al del radio FM, similar al sonido de los sintetizadores electrónicos. Empezaron entonces las canciones que han quedado en el inconsciente colectivo de varias generaciones: desde el waka-waka-waka de Pac-Man hasta la música tradicional rusa de Tetris. Para finales del siglo XX, compositores como el citado Koji Kondo (The Legend of Zelda) o Nobuo Uematsu (Final Fantasy) se dieron a la tarea de realizar música orquestal para la ambientación de las historias, dándole un nuevo giro a la banda sonora de los videojuegos, puesto que conjugaban orquesta y coros con música rock, integrando elementos como batería y guitarra eléctrica (tal es el caso de Final Fantasy). De esta forma se sumaron otros compositores, como Akira Yamaoka (Silent Hill), M. O'Donnell y M. Salvatori (Halo, quienes se basaron en cantos gregorianos para darle ese toque antiguo, épico y misterioso a la trama), Jason Hayes (Warcraft), Jesper Kyd (Assassin’s Creed) y Ramin Djawadi (Gears of Wars, quien crearía también la banda sonora de Game Of Thrones), que también están haciendo época, cada uno con un estilo distintivo. Estas piezas, a pesar de que se crearon para usarse en una situación concreta, contienen material de tal valor que pueden arreglarse para una gran orquesta sinfónica. De hecho, numerosas orquestas de Europa Central y del Este, del antiguo bloque soviético, subsisten gracias a la grabación de las bandas sonoras para videojuegos de consola e incluso para teléfonos celulares.
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Una huelga de guionistas de TV dio pie, junto a la creación de cadenas privadas dirigidas a un público exigente, a una nueva era en las series de TV, inaugurada por Los Soprano (1999). Estas series han roto todas las expectativas. En primer lugar, se deshicieron de los manidos esquemas y las tramas predecibles, no temieron hurgar en rincones oscuros ni en practicar el crudo realismo, todo con un alto grado de sofisticación narrativa y visual. Destacan Downton Abbey (2010), una serie sobre las intrigas entre la aristocracia y su servidumbre a principios del siglo XX, con música del compositor escocés John Lunn. Las intrigas, en este caso políticas, son el motor de House of Cards (2013), con tema musical de Jeff Beal, quien ha sido nominado a los premios Emmy cuatro años consecutivos. Llama la atención que, con alguna excepción, en América Latina no ha habido este boom de las series, y las cadenas de TV ?que parecen tener miedo a innovar y, sobre todo, a mostrar la realidad? siguen repitiendo los viejos esquemas, apenas maquillados tras una producción técnica meramente espectacular. Cuando alguna serie propone algo diferente, significativamente se apoya en música compuesta previamente y de probado éxito comercial.
Hay también series de fantasía, como Game of Thrones (2011), sin embargo sus reinos imaginarios disputan el poder de una forma que recuerda demasiado los conflictos políticos entre tribus, naciones y Estados a lo largo de la historia y a lo ancho del orbe; su célebre tema musical es obra del autor alemán Ramin Djawadi, destacando la línea del violoncello en la secuencia inicial de la serie. A su vez el anime japonés de ciencia ficción Neon Genesis Evangelion (1995) conjuga robótica y religión, entre otras cosas, y muestra que en ese ámbito, que parece tan lejano, los dilemas humanos seguirían existiendo; su tema principal, creado por Shir? Sagisu, recibió el premio Kobe Animation por mejor banda sonora en 1997.
And last but not least. Los Simpson (1989), creada por Matt Groening y con música de Danny Elfman, es sencillamente la serie de TV más famosa e influyente del mundo, un referente absoluto en la cultura popular y aún en la alta cultura, como lo muestra el libro más reciente sobre el tema Los Simpsons y la filosofía, de William Irwin (2013).
Así, en el siglo XXI, las series de televisión y los videojuegos se han adueñado de los medios masivos de comunicación tradicionales, y ni se diga de los nuevos, como las descargas digitales e internet. El fin de su reinado no aparece a la vista. Tendrán que reinventarse e innovar si quieren seguir dominando, y en ello la música seguramente jugará un papel fundamental.
Diana Elisa Flores y Ellioth Rodríguez (Director de overdrivengamers.com)