De Concertinos y Conciertos 25/05/18
De Concertinos y Conciertos
El compositor y violinista húngaro-israelí Ödön Pártos (1907-1938) inició sus estudios de violín con Jeno Hubay y composición con Zoltan Kodaly en la Academia de Música Franz Liszt de Budapest. El Concertino para cuarteto de cuerdas es una obra temprana, compuesta en 1934, cuando el joven compositor contaba con tan sólo 27 años y aún residía en Europa. En ese momento, Pártos aún estaba muy influenciado por el estilo de composición de Béla Bartók (1881-1945) y Zoltan Kodaly (1882-1967). En 1952 el compositor sometió la pieza a algunas revisiones, sin alterar fundamentalmente la estructura del trabajo. Aunque Partos no fue un compositor prolífico, cada una de sus obras sigue siendo muy original. El Concertino para cuarteto de cuerdas (versión original de la pieza) es una obra asombrosa, cuya destreza y poder interior conmueven al oyente. A lo largo de las décadas se han realizado varios arreglos de ella, a fin de adaptarla a la formación de una orquesta de cuerdas. Esta noche se escuchará el estreno mexicano del Concertino para cuerdas de Ödön Pártos, en la versión para orquesta de cuerdas realizada en 2011 por el Maestro Noam Zur.
Reconocido por recurrir a la música de jazz, folk y étnica, David Amram (1930) es un prolífico compositor, músico e instrumentista estadounidense originario de Filadelfia. A raíz de su afición por los instrumentos de aliento, sobre todo del corno francés, y de la fusión de estos con los ritmos jazzísticos, en 1970 compuso su Concierto para fagot y orquesta, luego de que Charlie Parker realizara una visita a su departamento para escuchar un trío que había formado con Kenneth Pasmanick en el fagot. La obra fue estrenada por el propio Pasmanick y la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección de Antal Dorati. "La combinación del lenguaje del jazz con las técnicas clásicas europeas, proveen la rica gama de ritmos, sonidos y texturas sobre la que se construye el concierto". (Amram, 1970)
Poemas sinfónicos: El cazador maldito y otras historias…
Bajo la inspiración de la balada Der wilde Jäger (El cazador salvaje) del poeta alemán Gottfried August Bürger (1747-1794), el compositor belga-francés César Franck (1822-1890) escribió en 1882 el poema sinfónico El cazador maldito, el cual se dio a conocer un año más tarde en un concierto de la Sociedad Nacional de Música en marzo de 1883. Cimentada en una vieja leyenda germánica, narra la desventura del Conde del Rhin, quien desafía las leyes cristianas del pueblo al salir de cacería durante el día del Señor; sin embargo, a pesar de las amenazas, el Conde toca con tal desafío su trompa de caza, que provoca que un cántico religioso surja de la pequeña iglesia del lugar, donde el sacerdote advierte a los compañeros del Conde sobre las posibles consecuencias de la profanación que están a punto de realizar. Al adentrarse en el bosque, una poderosa voz emerge de la inmensidad y condena al ingenuo a ser perseguido eternamente por los demonios: “¡Maldito seas, y conviértete desde ahora en presa propicia para el Infierno!”. Desde ese momento, el cazador maldito cabalga frenéticamente en medio de la tormenta, a través del campo, quebradas y colinas, tratando de alejarse de la demoníaca jauría que lo abruma asiduamente. La segmentación de la partitura se ajusta precisamente al orden de los episodios en el que se desarrolla la historia, colocándose como una de las obras musicales más representativas del romanticismo. La obra evoca la atmosfera obscura y fantástica de una cacería infernal, en la que se combinan los elementos del medievo, el héroe caído y una maldición, elementos dramáticos muy en boga en la época.
El aprendiz de brujo
Continuando en la línea de los poemas sinfónicos, en 1897 se estrena El aprendiz de brujo del francés Paul Dukas (1865-1935), obra inspirada en la balada homónima del mismo nombre (Der Zauberlehrling, su nombre original) del dramaturgo alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832). La narración de la pieza cuenta la fábula de un joven aprendiz de las artes de la brujería, quien al tratar de imitar a su maestro, hechiza una escoba y unos baldes de agua para realizar las tareas de limpieza que le fueron asignadas por el viejo mago; sin embargo, la situación se sale de control al percatarse el joven aprendiz que el mal manejo de la magia ha provocado un gran desastre que sólo el viejo brujo puede reparar hasta su regreso. La estructura de la obra se encuentra basada en cuatro temas: comienza con una breve introducción que invita al espectador a adentrarse en la atmósfera de la historia, concluyendo esta primera parte con un trémolo orquestal, seguido de un golpe de timbales acompañado de un silencio súbito que da pauta al Scherzo. En él, se alude al momento en el que se encuentra la escoba encantada por el astuto aprendiz, donde los violines representan el desencadenamiento de la magia. En el tercer tema, se percibe la alegría del aprendiz por la llegada del viejo brujo, y poco a poco la orquesta recupera su fuerza hasta culminar con un fortissimo, donde retorna el tema inicial del Scherzo. La combinación de estos recursos musicales describe la angustia del aprendiz, el dominio del brujo para controlar la situación y el advenimiento de la calma al lugar. La recepción de la obra fue bastante favorable, al punto de que en 1940, cinco años después de la muerte del compositor, Walt Disney la incorporó con gran éxito en la banda sonora del célebre largometraje animado Fantasía, con lo cual aseguró su fama perenne.
Notas por Diana Elisa Flores