Eclipse Inverso 02/06/18
Eclipse Inverso
Fundamentado en perspectivas narrativas, el compositor y artista visual mexicano Pablo Teutli se vale de cuentos e historias que mantengan una relación poética con su visión frente al mundo para detonar la creación de materiales musicales. A partir de ellos diseña el discurso ilustrativo de una narración, por la que fluyen sus intereses sensibles y su experiencia social. Eclipse inverso cumple con el papel del proceso creativo de una obertura, en el contexto de un concierto: ¿qué es?, ¿qué hace?, ¿qué pasa?, cuestionamientos que guian la búsqueda de una narración ideal. El resultado de su exploración artística culminó en una narración mítica que explica la alternancia entre el día y la noche como una batalla constante entre los jaguares del amanecer y los del anochecer, ambos luchando por reinar en el cielo. Esta batalla se consuma con la instauración del reinado del sol tras el sometimiento de los jaguares nocturnos. Las fuerzas opuestas que participan en esta batalla mítica son ilustradas por dos temas musicales enérgicos y contrastantes que se presentan alternadamente. Cada fuerza expone su energía y grandeza, buscando dejar claro porqué debe reinar en el cielo. Esta alternancia es ornamentada por temas secundarios que representan breves momentos de quietud celestial, en los que alguna de las fuerzas cree haber conseguido imponer su reinado, que se ve de súbito interrumpido. Así, Teutli propone la instauración del reino de la música en la sala de conciertos, un lugar oscuro en el cual la música interfiere para crear luz y alumbrar el reino de las ideas construidas por los compositores; la música actúa en este espacio de manera contraria a un eclipse, en el cual la interferencia genera obscuridad. El reinado del sol conquista la sala de conciertos durante la obertura, y después de encender la luz comienza el resto de la historia. El diálogo entre las fuerzas se ve enriquecido con variaciones en textura, color, acompañamiento, ritmo y riqueza melódica, a la vez que se vuelve cada vez más precipitado, culminando en una discusión feroz y violenta tras la cual el destino se manifestará. La música evoca misterio, majestuosidad, energía, fuerza, grandeza y poder. En palabras del propio autor:
“Mi música explora el poder ilustrativo del arte musical y su carácter evocativo, apelando a mi experiencia cultural y a su análisis. A través de la especulación orquestal y textural, procuro aportar relieve, drama y color a la narración musical. Utilizo una gran densidad armónica, con una cuidadosa selección de las alturas que deben sobresalir para dejar clara la dimensión tonal de la obra. Procuro enriquecer la dimensión textural de la música con un contrapunto audaz y colorido. Armonías espesas, melodías texturales y dinámicas violentas constituyen los paisajes sobre los que se despliegan mis trazos melódicos, obscuros y elegantes.”
Sinfonía de las lamentaciones
Uno de los temas preponderantes dentro del repertorio de la música polaca en la segunda mitad del Siglo XX es sin duda el dolor de la posguerra. Después de la Segunda Guerra Mundial, varios compositores polacos, actuando bajo una fuerte presión política, se vieron forzados a escribir obras para la celebración de reuniones de los altos mandos burocráticos. A causa de esta situación opresiva, algunos autores optaron por emigrar y otros, para no depender del sistema, voltearon la mirada hacia el mundo del folklor y los ideales de la música absoluta. Para 1956, esta fatídica condición cambió con el advenimiento de una época de “deshielo” político, originando que los polacos encontraran una nueva realidad que dio paso al surgimiento de obras que constituían una visión más amplia de los ideales populares. A pesar de las contrariedades causadas en su momento por el régimen político, la música polaca de posguerra empezó a manifestarse de manera osada y sin precedentes, especialmente durante el “Festival de Otoño de Varsovia” en 1956. Henryk Górecki (1933-2010) era entonces reconocido como uno de los compositores vanguardistas más importantes, sin embargo hacia 1970 empezó a distanciarse del serialismo y las tendencias modernas que lo habían posicionado como un compositor más dentro del llamado “renacimiento musical polaco” de la posguerra. En 1973 recurrió al folklorista Adolf Dygacz en busca de temas que pudiera incorporar a una nueva obra. Al presentarle Dygacz una canción llamada “A dónde se ha ido mi querido hijo”, grabada en la región de Silesia, Górecki quedó conmovido por el texto, que describe el dolor de una madre por la pérdida de su hijo durante la guerra. A raíz de tal epifanía, a finales de 1976 compuso su Sinfonía No. 3, también conocida como Sinfonía de las lamentaciones, para soprano y orquesta. El lenguaje musical de la sinfonía, minimalista, carece de disonancias, y no requiere de virtuosismo técnico para su ejecución, características que distinguieron los trabajos posteriores de Górecki. La obra comprende tres movimientos que describen lamentos desde tres diferentes contextos: el primero es un lamento atribuido a la Virgen María, escrito en el siglo XV en el Monasterio de la Santa Cruz en ?ysa Góra; el segundo retrata un mensaje escrito en la pared de una prisión nazi durante la Segunda Guerra Mundial, el cual decía “Oh mamá, no llores - Inmaculada Reina Celestial, socórreme siempre”, escrito por Helena Wanda Blazusiakówna, prisionera de tan sólo 18 años de edad; y por último, el tercer movimiento se cimenta en una canción folklórica en la que una madre busca a su hijo, asesinado durante la insurrección silesia de 1919. Cual Stabat Mater, el contexto primordial de la sinfonía es la pérdida de los seres queridos a causa de la guerra, y sobre todo, el dolor de las madres por la partida de sus hijos.