Penderecki 19/10/18
“Era el amanecer, las blindadas vanguardias del Tercer Reich entraban en Praga”, se lee en el primer párrafo de “El milagro secreto” (1943) de Jorge Luis Borges. La historia de Bohemia, Checoslovaquia o la República Checa (las entidades políticas en las que ha estado inserta Praga) está signada, como la de toda Europa Central, por haber sido tierra de disputa y de avasallamiento de las Grandes Potencias. Hacia 1963, en Polonia, Sergio Pitol conversó con Jerzy Andrzejewski, quien le contó como “las experiencias brutales, la ocupación de Varsovia, todo lo que siguió después” había desvanecido su interés en la mayor parte de la literatura, y agregó: “sólo podía comprender ese arrasamiento del alma que fue la ocupación alemana quien hubiera leído Doktor Faustus”, de Thomas Mann. Por algo Krzysztof Penderecki (1933), compositor polaco, se ocupaba de la Segunda Guerra Mundial todavía en 1960 en su Treno a las Víctimas de Hiroshima.
Si en 1939 los nazis invadieron Praga, en 1968 las tropas del Pacto de Varsovia, lideradas por la URSS, ocuparon la ciudad para acabar con el régimen cuyas reformas buscaban crear un “socialismo de rostro humano”, algo inaceptable para la ortodoxia gubernamental tanto soviética como checa. El ejército local no se opuso pero hubo una inmensa resistencia popular, contra la que se establecieron tácticas de terror: en una ciudad que amaba a los perros los soldados irrumpieron en las casas a matarlos, la ciudad se llenó de aullidos. El mundo miró con preocupación, sin hacer nada. La Guerra Fría establecía un equilibrio precario. Karel Husa (1921-1916), compositor checo radicado en Nueva York desde 1952, escuchó los sucesos por radio, transmitidos por la BBC, y de inmediato se puso a escribir. Husa tenía renombre internacional desde 1947 cuando en París, como alumno de Arthur Honegger y Nadie Boulanger, dio a conocer sus obras. Música para Praga 1968 es programática, incluye en el primer movimiento la famosa canción "Guerreros de Dios y su ley", ligada a otra rebelión: la de la iglesia checa en el siglo XV bajo el liderazgo de Jan Hus (quien murió en la hoguera); la melodía aparece en varias partes de Mi patria (1879), el famoso ciclo de Bedrich Smetana, y en otras obras sinfónicas. Las campanas simbolizan las iglesias de Praga. Los trombones imitan las sirenas del ataque aéreo. Según el compositor, el solo de piccolo representa el canto de las aves, la libertad "que Praga ha visto solo por momentos durante sus mil años de existencia". La obra es dramática, irónica: la fanfarria no es brillante sino crispada, el aria no es un canto sino un lamento. Hay marchas y redobles de tambor, claros símbolos marciales, que recuerdan las sinfonías de Shostakovich que también retratan masacres. La obra se estrenó en enero de 1969, el mismo mes en que Jan Palach, estudiante de 21 años, protestó prendiéndose fuego en la emblemática plaza de San Wenceslao, en el centro de Praga. Su funeral fue una inmensa protesta contra la invasión.
En 1981 Penderecki escribió Lacrymosa, en recuerdo de los trabajadores asesinados en 1970 por el régimen polaco; al mismo tiempo abrió una nueva vertiente en su obra, una especie de romanticismo tardío representado en las partes lentas, líricas, introspectivas de su Concierto para chelo (1983). La sonoridad ríspida, dinámica, experimental de las partes rápidas del concierto (que pone a prueba la técnica del solista) caen en la estética “postexpresionista” (como se le llamó) que hizo famoso al autor en los años 60. Penderecki ha mantenido una relación especial con la OSX, a la que ha dirigido en varias ocasiones, dada la importante presencia de músicos polacos en ella.
Redes (1936) es una obra que también se relaciona con un régimen político. Durante el cardenismo se apoyaron proyectos artísticos de corte social; en la literatura los resultados fueron más bien malos, en el cine, espléndidos. El experimento atrajo el interés internacional. El guionista y fotógrafo Paul Strand propuso una película sobre un pueblo de pescadores que se rebela contra sus explotadores. El Departamento de Bellas Artes, dirigido por el compositor Carlos Chávez, apoyó la idea. La película, filmada en Alvarado y actuada por los propios pescadores locales, fue codirigida por el austriaco Fred Zinnemann y el mexicano Emilio Gómez Muriel. La música para la banda sonora la escribió Silvestre Revueltas (1899-1940), quien también escribió la de otra película de este período, motivada por idéntico interés: Vámonos con Pancho Villa (1935) de Fernando de Fuentes. Redes fue restaurada en 2009 por la Filmoteca de la UNAM. Ese año se exhibió en Cannes, donde la presentó, con inmensos elogios, el director de cine Martin Scorsese.
Alfonso Colorado