Galindo / Stephenson / Adams 10/05/19

Axel Juárez | Tlaqná
Obertura Mexicana n.° 2 - Blas Galindo / Concertino para Piccolo Cuerda y Clavecín - Allan Stephenson / Harmonielehre - John Adams

El 20 de diciembre de 1951 se estrenó en México la película ¿Qué te ha dado esa mujer?, célebre secuela de la exitosa A toda máquina, ambas protagonizadas por Pedro Infante y Luis Aguilar. Estas películas, joyas de la época de oro del cine mexicano (1936-1959), se posicionaron como exitosas comedias musicales utilizando a famosos cantantes como protagonistas. El popular tema musical de la secuela fue compuesto por el jalisciense Gilberto Parra Paz (1913-2000), importante compositor de música ranchera; la banda sonora instrumental estuvo a cargo de los prolíficos compositores mexicanos Sergio Guerrero (1921–2008) y Raúl Lavista Peimbert (1913-1980). Treinta años después de aquel estreno —cuando en la memoria popular ya se había instalado el estribillo «Qué te ha dado esa mujer / que te tiene tan engreído / querido amigo, querido amigo / yo no se lo que me ha dado»— el también jalisciense Blas Galindo Dimas (1910-1993) compuso su Obertura Mexicana No. 2 (1981) retomando la célebre canción de Gilberto Parra y una antigua canción popular de Durango llamada Paloma ¿de dónde vienes? Descendiente de indios huicholes, Blas Galindo ingresó en 1931 al Conservatorio Nacional para estudiar composición con Carlos Chávez, algunos años después y durante varios meses dio clases de música en la Escuela Normal Rural de El Mexe, Hidalgo. En 1935 regresó a la Ciudad de México y formó —junto a Daniel Ayala Pérez, Salvador Contreras y José Pablo Moncayo— el “Grupo de los Cuatro” con los que creó una música mexicana caracterizada por utilizar instrumentos y melodías indígenas y populares.
Allan Stephenson (1949- ) británico nacido en Wallasey, una villa próxima a Liverpool, se mudó a Sudáfrica, en 1973, para unirse a la sección de violonchelos de la Orquesta Sinfónica de Cape Town, donde expandió sus actividades musicales a la ejecución, dirección orquestal, composición y enseñanza. Su maestría musical y naturaleza amable lo establecieron como una de las figuras más queridas y respetadas en la música clásica sudafricana. Aunque ningún miembro de su familia fue músico, lo apoyaron incondicionalmente en sus tempranos intereses musicales: a los siete años comenzó con clases de piano, a los trece de violoncello y -a pesar de no haber tomado clases formales de composición- sus primeras obras las realizó a los quince años. Stephenson hace hincapié en que la escucha intensa de discos de acetato en su juventud contribuyó a su conocimiento de procedimientos formales, orquestales, armónicos y estilísticos. No abundan los compositores que se preocupen por enriquecer, con repertorio de calidad, a instrumentos poco utilizados en el papel de solistas, como el piccolo; Stephenson es uno de ellos. A finales de 1979 compuso su Concertino para piccolo, cuerdas y clavecín.
El bloqueo del escritor es una condición psicológica —generalmente asociada a los escritores, pero inherente a cualquier oficio creativo— donde se pierde la capacidad de crear nuevo material o se experimenta un considerable letargo en el proceso creativo. La forma en que puede aparecer este bloqueo va desde una incapacidad para producir ideas originales hasta una ineptitud creativa que puede durar años. El célebre compositor minimalista John Adams (1947- ) padeció esta condición durante dieciocho meses, hasta que a mediados de los años ochenta un curioso sueño lo sacó de su letargo: «Los fuertes acordes en mi menor al principio y al final del primer movimiento son las contrapartes musicales de un sueño que tuve poco antes de comenzar la pieza. En el sueño vi un gigantesco barco petrolero despegar de la superficie de la Bahía de San Francisco y lanzarse al cielo como un cohete espacial». Esta imagen detonó la composición de Harmonielehre (1985) –la portada de la grabación de 1994 bajo la batuta de Sir Simon Rattle con la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham ilustra perfectamente el sueño de Adams– con título homónimo del célebre tratado de armonía de Arnold Schönberg, Harmonielehre (1911), libro que Adams considera una especie de Talmud de la teoría musical occidental. Que el bloqueado compositor tradujera la imagen de su sueño a sonidos cuidadosamente tratados bajo los preceptos teóricos de la Armonía de Schönberg, podría encontrar una explicación en la pasión de Adams por el trabajo de Carl Jung: «Por aquella época (1984-85) estaba profundamente interesado en el estudio de los escritos de C. G. Jung, particularmente en su análisis de la mitología medieval. Estaba profundamente afectado por la discusión de Jung acerca del personaje de Anfortas, el rey cuyas heridas nunca podían sanar. Como arquetipo crítico, Anfortas simbolizó una enfermedad del alma condenada con un sentimiento de impotencia y depresión». A mediados de los años ochenta Adams ya había dominado e interiorizado las técnicas de la música minimalista –construcciones sonoras basadas en armonía consonante, pulsos constantes, estáticas o con lentas transformaciones y reiterativas en las frases musicales que son divididas en pequeñas células, motivos y figuras–. El año de la composición de su Harmonielehre, Adams señaló: «Estoy intentando incorporar los aspectos trágicos de la vida en mi trabajo, que es algo que el minimalismo realmente no ha podido hacer todavía». Tal vez estos aspectos trágicos, tamizados por un sueño surrealista dieron como resultado esta grandiosa obra, donde demuestra su personal estudio de la armonía.

Axel Juárez