Revueltas / Ponce / Prokofiev 20/09/19
Axel Juárez | Tlaqná
Troka - Silvestre Revueltas / Concierto del Sur - Manuel M. Ponce / Suite No. 1 de Romeo y Julieta Suite, y No. 2 de Romeo y Julieta - Sergei Prokofiev
En diciembre de 1921, en Xalapa, el poeta Manuel Maples Arce lanzaba su manifiesto Actual No. 1, texto fundacional del multidisciplinar movimiento estridentista, que en su cuarto punto dice: «Es necesario exaltar en todos los tonos estridentes de nuestro Diapasón propagandista, la belleza actualista de las máquinas, de los puentes gímnicos reciamente extendidos sobre las vertientes por músculos de acero, el humo de las fábricas, las emociones cubistas de los grandes trasatlánticos con humeantes chimeneas de rojo y negro…». Eran los tiempos del auge de la radio y su comercialización. Como contrapeso a este proceso radiofónico, y apostando por contenidos de calidad y de vanguardia, en 1924 fue creada en la Ciudad de México la estación XFX, Radiodifusora de la Secretaría de Educación Pública –la actual Radio Educación–. Siete años después, el entonces Secretario de Educación Pública, Narciso Bassols, invitó a diferentes artistas e intelectuales de las vanguardias mexicanas para que debatieran y diseñaran la agenda a seguir de la XFX; entre los invitados estaban: Manuel Maples Arce, Germán List, José Gorostiza, Agustín Yañez, Xavier Villaurrutia y Rufino Tamayo. El estridentista Germán List concibió unos cuentos radiofónicos, para contarse a “la luz de la lumbre” y al calor de “la voz de las ondas”. Uno de estos cuentos contaba la historia de Troka (1933), un robot que en la cabeza tenía una antena de estación de radio, cuyos brazos eran grúas, sus piernas un tren y un tractor y su corazón un engrane. Troka el poderoso, una estación de radio viviente, amable y antropomorfizada, ayudaba a mejorar la condición humana, en lugar de destruirla. La música incidental de este cuento estridentista corrió a cargo del compositor mexicano Silvestre Revueltas (1899-1940), quien echaba mano de motivos y melodías folclóricas, acompañadas de poderosos impulsos rítmicos para lograr orquestaciones brillantes. En la música para Troka el poderoso, se vislumbran ya los geniales destellos musicales de Redes (1938), Sensemayá (1938) y La noche de los mayas (1939).
Contemporáneo de Revueltas, el zacatecano Manuel M. Ponce (1886-1948) fue el primer compositor en emprender un estudio serio de la música folclórica y popular mexicana, repercutiendo esto de manera importante en sus obras. Estudió música en la Ciudad de México, Bolonia y Berlín, pero fue una estancia en París entre 1925 y 1933 la que le permitió estudiar –y trabar amistad– con Paul Dukas, vinculándose así a la vanguardia artística europea y a reconocidos musicólogos, compositores, intérpretes, escritores y artistas, como la mítica maestra Nadia Boulanger, con quien llegó a tomar algunas clases. Dukas, maestro de Ponce en la École Normale de Musique, opinaba sobre su alumno que «Las composiciones de Ponce llevan el sello del talento más distinguido y desde hace tiempo no son susceptibles de ser clasificadas escolarmente. Siento escrúpulos en otorgarle cualquier calificación, aunque sea la más elevada, para expresar mi satisfacción de haber tenido un discípulo tan destacado y tan personal». Para el poeta y melómano veracruzano Juan Vicente Melo «Manuel María Ponce representa el inicio, en México, de un arte auténticamente contemporáneo y, a la vez, profundamente universal». Ponce también fue gran amigo del guitarrista español Andrés Segovia, quien en sus numerosas giras internacionales conoció a muchos compositores a los que terminó motivando a componer para la guitarra. Sucedió así con el italiano Mario Castelnuovo-Tedesco, el brasileño Heitor Villa-Lobos, el francés Albert Roussel, el colombiano Guillermo Uribe, los británicos Lennox Berkeley y Ciryll Scott, el suizo Frank Martin, el alemán Paul Hindemith, el ruso Boris Asafiev, y por supuesto, con el mexicano Manuel M. Ponce. Producto de la amistad con Segovia –y gracias a sus múltiples asesorías guitarrísticas– nació el Concierto del Sur (1941) para guitarra y orquesta. Esta obra, junto con el Concierto de Aranjuez (1939) de Joaquín Rodrigo y el primer concierto para guitarra y orquesta (1939) de Mario Castelnuovo-Tedesco, conforma un canon dentro del repertorio guitarrístico que marcó un momento cumbre en la historia del instrumento. El concierto de Ponce tardó en gestarse doce años, numerosa correspondencia entre Segovia y Ponce da cuenta del proceso creativo. Lo conforman tres movimientos: Allegro moderato, Andante y Allegro moderato e festivo. En las notas de la grabación de 1959, Segovia describió el concierto como una “brillante evocación del sur”… «Una mezcla de inspiración nativa y de armonías impresionistas, ha dicho Nicolas Slonimsky de la obra, y esto aplica particularmente al Allegreto [primer movimiento], el principal movimiento del concierto, en el que las melodías nativas y las originales son trabajadas dentro de un rico tejido orquestal, al que la guitarra contribuye con su propio color individual. En el Andante, el ardor romántico y el misterio del Sur se contrastan con un efecto brillante y en una forma más concentrada. Un ambiente festivo y enérgico prevalece en el Finale».
Las obras teatrales de Shakespeare han inspirado a innumerables compositores y servido de inspiración para muchísimas piezas, desde canciones íntimas a monumentales sinfonías y óperas. La trágica historia de Romeo y Julieta ha inspirado, entre muchas otras, una Sinfonía dramática de Berlioz, una fantasía de Tchaikovsky, óperas de Bellini y Gounod, y la adaptación moderna de Leonard Bernstein en el musical West Side Story. El compositor ruso Sergei Prokofiev (1891-1953) fue uno de los tantos músicos geniales afectados por la “Gran Purga” del estalinismo que, mediante el Sindicato de Compositores Soviéticos, había ya humillado a autores de la talla de Shostakovich y Khachaturian. Prokofiev denunció estas mezquindades en 1948, lo que complicó sus últimos años de carrera musical. Sin embargo, un cuarto de siglo antes de aquél horror, los intereses de Prokofiev estaban centrados en la música para la escena. Como prueba de su genial capacidad para desarrollar narrativas musicales están sus óperas El amor de las tres naranjas (1919), Guerra y Paz (1942), el melodrama Pedro y el Lobo (1936) y su ballet más famoso Romeo y Julieta (1936). De este último hizo una selección de fragmentos con los que conformó sus dos Suites de Romeo y Julieta (1936). En 1934, el director del Ballet Kirov, Sergei Radlov le preguntó a Prokofiev si estaba interesado en escribir la música para un ballet basado en la historia de Romeo y Julieta, pensado para la siguiente temporada del Kirov. Radlov y Prokofiev habían trabajado juntos años atrás en El amor de las tres naranjas (1919), no obstante, antes de que la partitura estuviera lista, la compañía del Kirov se retractó del encargo y Prokofiev se vio obligado a encontrar una nueva compañía interesada en su partitura. Logró firmar con el Teatro Bolshoi –que además es compañía de danza, teatro y ópera–, pero otra vuelta de tuerca complicó el estreno: los del Bolshoi querían un final feliz y a pesar de que Prokofiev compuso música especialmente para este final feliz, el alboroto de los expertos en Shakespeare terminó por aplazar más la obra. Fue en este lapso que Prokofiev optó por armar las dos suites orquestales de Romeo y Julieta, además de diez piezas para piano, estrenadas con gran éxito en 1936 y 1937. Finalmente, en 1938, se estrenó mundialmente el ballet con la compañía del Teatro Mahen de la ciudad de Brno, en la antigua Checoslovaquia.
Axel Juárez