Chávez / Shostakovich / Mendelssohn 25/10/19

Axel Juárez | Tlaqná
Sinfonía India - Carlos Chávez / Concierto para Piano y Trompeta - Dimitri Shostakovich / Sinfonía n.° 3 ‘Escocesa‘ - Félix Mendelssohn

El pianista, director de orquesta, compositor y profesor de música mexicano Carlos Chávez (1899-1978) pudo recibir, desde muy joven, clases de música con los mejores maestros de la época: Juan B. Fuentes (armonía, 1908-1911), Manuel M. Ponce (piano, 1910-1914) y Pedro Luis Ogazón (piano, 1916-1920). Sin embargo, su faceta de compositor la desarrolló prácticamente de manera autodidacta. En los años 1920 viajó por primera vez a Nueva York, donde conoció y aprendió del iconoclasta compositor Edgar Varèse. Dirigió la Orquesta Sinfónica de México entre 1928 y 1948, así como el Conservatorio Nacional de Música entre 1928 y 1935. Escribió abundante música para piano solo, para instrumentos solistas como la guitarra, el oboe, el arpa y los timbales, y una buena cantidad de música vocal y de cámara. También escribió seis sinfonías, de las cuales su Sinfonía No. 2 “Sinfonía India” (1935-6) se ha convertido en la más popular de sus obras. En ella evoca la América precolombina echando mano de una compleja orquestación donde resaltan las percusiones y los alientos. Para esta sinfonía, Chávez usa no sólo antiguos instrumentos indígenas –cascabeles, jícara de agua, cicahuaztli (una especie de sonaja de origen azteca)– sino melodías de las culturas kunkaak de Sonora, wixaritari de Nayarit y de los yaki de Sonora. Compuesta durante un viaje a Nueva York en 1935, por encargo de William S. Paley, director del Sistema de Radiodifusión Columbia (CBS), el mismo Chávez expresó acerca de ella: «Escribí esta sinfonía porque ésta es la primera música que oí en mi vida y la que más ha nutrido mi gusto y mi sentido musical».

El compositor ruso Dimitri Shostakovich (1906-1975) nació en una época crucial de la historia de su país, cuando la insatisfacción por el régimen zarista produjo un fervor revolucionario que condujo a un sangriento levantamiento, en enero de 1905. En noviembre de 1917, al estallar la Gran Revolución Socialista en Rusia, Shostakovich tenía apenas once años. Prácticamente toda su carrera musical se desarrolló paralelamente a la formación del nuevo Estado soviético, al que conocía bien desde adentro. Nunca fue ingenuo políticamente, a menudo mostraba desacuerdo con las políticas culturales oficiales, y a pesar de que en ocasiones parecía doblegarse ante ellas, mantuvo hasta el final de su vida una integridad e individualidad que sin duda lo volvieron el compositor más importante de la URSS. A los 19 años conoció el éxito con el triunfo de su Primera Sinfonía, sin embargo tuvo que enfrentar terribles circunstancias políticas y económicas, que lo obligaron a escribir música para películas, hacer transcripciones e incluso tocar el piano en una sala de cine para películas mudas. En 1932 logró otro éxito contundente con su ópera Lady Macbeth de Mtsensk, granjeándose la opinión favorable de la crítica y el público. Al año siguiente, con veintisiete años, compuso su Concierto para piano, trompeta y orquesta de cuerdas, Op. 35 (1933), originalmente concebido para trompeta y orquesta, aunque posteriormente el rol del piano terminó por imponerse, dejando a la trompeta en un lugar secundario -excepto en el último movimiento, donde sí tiene una participación destacada. Como en muchas obras de Shostakovich, se escuchan constantes referencias a otros autores, destacando en este concierto citas a Ravel, Beethoven y Haydn. El propio Shostakovich tocó la parte del piano en su estreno, en octubre de 1933 en Leningrado, hoy San Petersburgo.

Felix Mendelssohn (1809-1847) nació en el seno de una rica familia judío-alemana, destacándose como niño prodigio en el piano, violín, dirección, composición, pintura, esgrima y equitación. Durante su infancia estuvo sometido a una férrea disciplina en la vida cotidiana, donde los estudios entre semana comenzaban a las cinco de la mañana. Se convirtió pronto en uno de los prodigios musicales más dotados y versátiles, logrando posicionarse en la vanguardia de la música alemana durante las décadas de 1830 y 1840, no sólo como compositor, sino también como director, pianista y organista. Antes de los veinte años ya había desarrollado su estilo musical, basado en una excelente variedad de influencias: el complejo contrapunto cromático de Bach, la claridad formal y la gracia de Mozart y el poder dramático de Beethoven. La importancia de su música, en términos históricos, marca una tensión fundamental entre el clasicismo y el romanticismo en la generación de compositores posteriores a Beethoven (1770-1827). Durante su primera visita a Gran Bretaña, en 1829, encontró la inspiración para su Sinfonía No. 3, Op. 56 “Escocesa” (1829-1842). En una aventura a pie por Escocia, junto a su amigo Karl Klingemann, el 30 de julio de 1829, visitó las ruinas de la Abadía de Holyrood –una abadía agustina situada en Edimburgo, construida en 1128 por orden del rey David I de Escocia–. Fue ahí donde, según él mismo relató a su familia en una carta, encontró el comienzo de su sinfonía: «En el profundo crepúsculo fuimos hoy al palacio donde vivía y amaba la Reina María... La capilla de abajo ahora no tiene techo. La hierba y la hiedra prosperan allí y en el altar roto donde María fue coronada Reina de Escocia. Todo está arruinado, deteriorado, y los cielos claros se cuelan por ahí. Creo que he encontrado allí el comienzo de mi Sinfonía ‘Escocesa’». Además de la carta, Mendelssohn agregó un trozo de papel con los primeros compases de lo que después se convertiría en el tema de apertura de su tercera sinfonía. Dejó de trabajar en la obra en 1831 y no se sabe a ciencia cierta cuándo reanudó su composición, sin embargo se sabe que trabajó duro en ella en 1841, completándola el 20 de enero del año siguiente.

Axel Juárez