Sexteto de Brahms 30/10/20
Axel Juárez | Tlaqná
Sexteto n.° 1 - Johannes Brahms
SEXTETO DE BRAHMS
OCTUBRE 30, 2020
Ernest Bloch (1880-1959) fue un compositor y docente de origen suizo, nacionalizado estadunidense. Estudió violín, solfeo y composición en Ginebra. Posteriormente, se trasladó a Bruselas, Bélgica, donde estudió música de cámara, además de tomar clases de violín con el legendario Eugène Ysaÿe. Al concluir sus estudios, se afincó en París entre 1903 y 1904, tiempo en el que asimiló el estilo del impresionismo francés. Entre 1916 y 1956, Bloch escribió cinco cuartetos de cuerda con la estructura tradicional, pero también echó mano de este ensamble para dibujar sonoramente una de sus pasiones: los paisajes naturales. Poco más de un siglo antes, el 22 de diciembre de 1808, se estrenaba en el Theater an der Wien, en Viena, la Sinfonía No. 6 de Beethoven. La Pastoral. El amor que Beethoven tenía por la naturaleza y la vida campestre lo plasmó en sus Recuerdos de la vida campestre, como subtituló su sexta sinfonía. Sin intentar dar descripciones paisajísticas sino mostrar sensaciones. La obra quedó, para muchos, como el origen de la “música programática 1”, siendo ésta la madre de uno de los géneros más sublimes: el poema tonal o poema sinfónico. Este género, habitual en la formación sinfónica, es raro en el cuarteto de cuerdas, aunque por las características de esta alineación resulta más íntimo y reflexivo. Es en esta tónica que Bloch compuso su poema tonal En las montañas (Alta Saboya). Dos bocetos para cuarteto de cuerdas (1925): I. Al anochecer y II. Danza rústica. Bloch fue un pionero aficionado a la fotografía. El tema más común en la fotografía de Bloch era el paisaje. Vio temas fotográficos en los árboles, las nubes, las montañas y los edificios de las aldeas, de la misma manera que los vio en los rostros de los campesinos. En 1924, después de cruzar el continente americano, le escribió a Ada Clement (cofundadora del Conservatorio de Música de San Francisco): «Me impresionó enormemente la pradera. ¡Para mí es tan grande como las montañas y el océano! ¡Esta soledad! ¡Esta infinitud! … plano… plano… y las nubes! y aquí y allá una casita perdida en la inmensidad y un árbol o tres, cuatro árboles… un seto! ¡Qué bienvenidos son, qué personalidad tienen! Cómo a uno le gustaría conocerlos, descansar debajo de ellos…». Bloch pasó por alto la preocupación inicial del siglo XX por hacer que la fotografía fuera aceptada como un arte. Su arte era la música, las fotografías eran secundarias; pero sirvieron seguramente, como el senderismo que tanto disfrutaba, para liberar las tensiones que se acumulaban en su proceso de composición.
Johannes Brahms nació en Hamburgo el 7 de mayo de 1833 y murió en Viena el 3 de abril de 1897. Admirador y heredero de la tradición beethoveniana, en su música integró al Romanticismo el rigor de las formas clásicas y barrocas. Su precoz talento fue impulsado por su padre, Johann Jakob, músico independiente y multinstrumentista, quien le dio sus primeras lecciones musicales. El talento del joven Brahms encontró reconocimiento y cobijo en una de las parejas musicales más famosas de la historia, Robert Schumann y su esposa Clara —quien fuera una de las pianistas más distinguidas del momento—. El 1 de octubre de 1853, con sus partituras bajo el brazo, Brahms conoció a la pareja de músicos en Düsseldorf; ambos registraron en sus diarios la impresión. Schumann anotó: «Visita de Brahms, un genio». Clara, más emocionada y elocuente, escribió: «Ha venido a vernos alguien como enviado del cielo. Nos ha tocado sus sonatas y scherzos que están llenos de rica fantasía, de increíble profundidad en sus sentimientos y de maestría total en su forma. Robert no ha visto motivos para sugerir ningún cambio. Era conmovedor verle delante del piano, con su hermoso rostro transfigurado por la música. Sus delicadas manos eran capaces de superar las mayores dificultades técnicas (su música es muy difícil). Le espera un gran futuro. Tiene que escribir pronto para orquesta. Ahí encontrará el verdadero medio para desarrollar su imaginación». El impacto musical y personal que la amistad de los Schumann tuvo en Brahms expandieron sus intereses musicales y literarios, acercándolo a importantes círculos artísticos.
Brahms comenzó su Sexteto para cuerdas No. 1 en Si bemol mayor, Op. 18 (1860) un año antes de su estreno, a los 27 años de edad. El Sexteto fue la primera de un grupo de siete obras de cámara que llegan hasta el Trío para piano, violín y corno, Op. 40 (1865), comprendiendo un conjunto que el musicólogo Donald Tovey llamó la “primera madurez” de Brahms, donde las influencias de sus predecesores, especialmente Beethoven y Schubert, fueron asimiladas en un estilo de gran originalidad. Fue escrito para pares de violines, violas y violoncellos (o si se prefiere, para cuarteto de cuerdas con viola y violoncello extra). El añadido de un segundo violoncello le permitió a Brahms sortear la dificultad técnica de tener a un único instrumento marcando la línea del bajo y a la vez participando activamente en la presentación y desarrollo de los motivos melódicos de la obra. Así, disponer de este instrumento por duplicado le facilitó una mayor flexibilidad para evidenciar la importancia melódica de este instrumento desde los primeros compases del primer movimiento (Allegro ma non troppo), donde el primer violoncello expone el tema inicial. Para los analistas de esta obra, la construcción de este tema inicial es típicamente brahmsiano, es decir, que consiste en dos frases de cinco compases que llevan a la entrada de los violines. Exceptuando el Trío para piano, violín y corno ya mencionado, los primeros movimientos de todas las obras de cámara de Brahms tienen la estructura de la forma sonata (introducción–exposición–desarrollo–reexposición–coda final); la claridad de este diseño es notable en el primer movimiento de este sexteto. El segundo movimiento, Andante, ma moderato es un conjunto de seis variaciones, cinco de ellas en la tonalidad de Re menor, basadas en La Folia, una línea de bajo muy popular durante el periodo barroco. Para algunos especialistas, la elección de esta tonalidad y las figuras melódicas en las cuerdas sugieren una influencia de la célebre Chacona en Re menor para violín solo de Johann Sebastian Bach, pieza que Brahms posteriormente arregló como un estudio de piano para la mano izquierda. En cuanto al tercer y cuarto movimientos, Scherzo y Rondó, son ejemplos didácticos de este tipo de formas, tan utilizadas en el clasicismo; justo en referencia al final del sexteto, el crítico Donald Ferguson ha referido en su libro Image and Structure in Chamber Music que «la regularidad de su diseño es casi dolorosamente ortodoxa».
La recepción de la obra fue exitosa desde su estreno, el 20 de octubre de 1860 en Hannover, Alemania. La premier fue dirigida por el gran violinista Joseph Joachim, amigo de Brahms, quien interpretó la obra frecuentemente durante su larga y productiva carrera. Clara Schumann dejó testimonio en su diario del enorme éxito que tuvo la obra en su primera presentación en Leipzig. Aunque antes de Brahms, la formación del sexteto de cuerda había sido explorada por compositores como Luigi Boccherini (1743-1805) y Louis Spohr (1784-1859), fue a partir del Sexteto de Brahms que esta peculiar alineación llamó la atención de importantes compositores, entre ellos Dvo?ák, Tchaikovsky, Schoenberg y Strauss. El joven Brahms, había luchado años antes con la composición de algunos cuartetos de cuerda (que destruyó) y, probablemente, buscó la novedad en la formación del sexteto de cuerdas para explorar un campo nuevo, lejos de cualquier comparación desalentadora con Beethoven. Su segundo sexteto vio la luz cuatro años después, diez años antes de la presentación pública de sus primeros dos cuartetos de cuerda. A pesar de ser obras de juventud, sus dos sextetos de cuerda son ejemplos supremos de la música de cámara de aquella época.
1. Dentro de las múltiples tendencias a las que ha sido sometida la música —que no pocas veces determinaron su éxito o difusión— una, que garantizó cierta aceptación en el público fue la música programática: un intento sonoro por ilustrar y representar argumentos, personajes, lugares, climas… es decir, situaciones ajenas a la música, generalmente provenientes de los mundos de la literatura o de las artes plásticas. Por otro lado, está la música absoluta o pura, la que se aprecia por ella misma, sin referencias particulares a mundos exteriores a ella. Esta dualidad conceptual se aplica generalmente a la tradición de la música clásica europea, particularmente al periodo donde tuvo su apogeo: el Romanticismo.
Axel Juárez