Saint-Saëns / Eric Ewazen / Joseph Horovitz 12/11/21

Axel Juárez | Tlaqná
Septeto - Camille Saint-Saëns / Frost Fire, para quinteto de metales - Eric Ewazen / Music Hall Suite, para quinteto de metales - Joseph Horovitz

Camille Saint-Saëns (1835-1921) fue un compositor, organista y escritor francés. A menudo se le compara con Mozart por su brillante artesanía musical, versátil y prolífica. Contribuyó en todos los géneros de la música francesa, fue uno de los líderes del renacimiento musical francés de la década de 1870. Como Mozart y Mendelssohn, antes que el, Saint-Saëns fue un niño prodigio, inmensamente dotado como compositor e intérprete. Comenzó a componer a los tres años y a los diez ya tocaba conciertos públicos de memoria. Wagner lo conoció en 1859 y años más tarde escribió que podía tocar sus óperas, incluso Tristan, de memoria «con tal precisión que uno podría pensar fácilmente que tenía la partitura frente a sus ojos». Saint-Saëns fue organista durante varios años en la iglesia de La Madeleine en París, Franz Liszt –que lo escuchó improvisar allí– declaró que era el mejor organista del mundo. Tenía gustos musicales muy amplios, reavivó la música de J.S. Bach, Handel y compositores franceses como Rameau, Lully y Charpentier, y al mismo tiempo promovía la obra de compositores vivos. Durante su larga vida escribió una gran cantidad de música, incluyendo doce óperas. Pero aún siendo un compositor de habilidades tan extraordinarias, Saint-Saëns ha tenido una recepción muy desigual en nuestros tiempos. Sólo un puñado de sus obras se interpretan con regularidad, la más popular es una que escribió por diversión y que no quiso que se publicara en vida: El carnaval de los animales. Muchos críticos han señalado que escribía con demasiada fluidez y él mismo dijo que pasó su carrera «cumpliendo la función de mi naturaleza, como un manzano da manzanas».

En 1871, Saint-Saëns cofundó la Société Nationale de Musique, dedicada a la interpretación de obras de jóvenes compositores franceses. En 1886 dimitió, aparentemente por una propuesta de incluir obras no francesas en los conciertos de la Sociedad, pero en buena parte por la supremacía de César Franck y sus discípulos, de quienes Saint-Saëns se había distanciado poco a poco. Su oposición a la “wagnermanía” –que se había apoderado de la vida musical parisina– contribuyó a su aislamiento musical. En 1899 escribió, con su sarcástico estilo, que: «Las personas que no pueden tocar las cosas más simples en el piano, y que no conocen ni una palabra de alemán, se pasan tardes enteras descifrando las partituras más difíciles del mundo (…) Wagner fue el inventor de todo; no había música antes que él y no puede haberla después» 1. Aunque en realidad Saint-Saëns admiraba mucha de la música de Wagner, lamentaba estar rodeado de una generación de jóvenes compositores para quienes la música de Wagner había vuelto irrelevantes los valores clásicos de Mozart y Beethoven.

A medida que el mundo musical avanzaba desde una acérrima wagnermanía hasta la vorágine musical de principios del siglo XX, Saint-Saëns siguió su propio camino con firmeza, aferrándose a sus propios valores. El célebre escritor francés Romain Rolland escribió en 1908, respecto a la música de Saint-Saëns, que: «Comparada con el arte inquieto y turbulento de hoy, su música nos sorprende por su calma, sus armonías tranquilas, su estilo suave y fluido, y una elegancia que no se puede poner en palabras. Hasta su clásica frialdad nos hace bien por su reacción contra las exageraciones, sinceras como son, de la nueva escuela. A veces uno se siente llevado de regreso a Mendelssohn, incluso a Spontini y la escuela de Gluck».2 Esa misma claridad de enfoque –que a menudo llevó a Saint-Saëns a ser etiquetado como falto de pasión– le da a su música un atractivo especial. Tal vez en el siglo XXI hayamos aprendido lo suficiente sobre las modas musicales y sus constantes consecuencias nefastas como para prestar suficiente atención a un compositor que, como su alumno Gabriel Fauré, tenía su propia forma de hacer las cosas sin prestar atención a las modas.

 

El Septeto en Mi bemol mayor, Op. 65 (1880) fue compuesto para la inusual alineación de trompeta, dos violines, viola, violonchelo, contrabajo y piano; escrito a petición de Émile Lemoine para su Sociedad de música de cámara, llamada La Trompette, fundada en 1867. Saint-Saëns se presentaba allí regularmente junto con otro músicos reconocidos en la época: Louis Diémer, Martin-Pierre Marsick e Isidor Philipp. Durante mucho tiempo, Lemoine le había rogado a Saint-Saëns que escribiera una pieza donde combinara la trompeta con los instrumentos normalmente disponibles en la Sociedad; Saint-Saëns solía responder, bromeando, que podía escribir algo para guitarra y trece trombones 3. En 1879, como regalo de Navidad, Saint-Saëns le presentó a Lemoine una pieza titulada Préambule. Satisfecho con el resultado, prometió completar la obra tomando como primer movimiento el Préambule. El 28 de diciembre de 1880, con Saint-Saëns al piano, se estrenó el Septeto completado con un Menuet, Intermède y Gavotte et Final.



Eric Ewazen (1954) es un prolífico compositor que desde mediados de la década de 1980 ha escrito importantes piezas para los metales. Nació en Cleveland, Ohio, donde comenzó a tocar el piano desde la infancia y a componer en la secundaria. Ingresó a la Eastman School of Music de la que se graduó en 1976. Ese mismo año se mudó a Nueva York, donde asistió a Julliard para cursar sus estudios de maestría y doctorado en composición. Uno de sus maestros más destacados fue el compositor norteamericano Milton Babbitt; en el verano de 1980 tuvo la oportunidad de estudiar con el mítico compositor y director Gunther Schuller. En 1985, aceptó un puesto de profesor en Julliard para impartir clases de composición y literatura musical. Fue durante esa época que Ewazen comenzó a escribir para los metales. Frost Fire (1990) fue encargado por el American Brass Quintet para celebrar su trigésimo aniversario. La obra, de un estilo sencillo y franco, es descrita por su autor como:

«Basada en formas y modelos musicales tradicionales, consta de tres movimientos. El primer movimiento, llamado Bright and Fast, es una alegre celebración de acordes sonoros, motivos divertidos y gestos rítmicos. Está en una forma estricta de sonata-allegro con una exposición-desarrollo-recapitulación claramente definida y de proporciones clásicas, enmarcada por secciones complementarias de introducción y coda. El segundo movimiento, Gentle and Mysterious, tiene una sensación de vals. Está en una forma ternaria (A-B-A), las secciones externas consisten en cintas melódicas que se pasan suavemente de un instrumento a otro. La sección central es una fuga majestuosa que aumenta en intensidad, volumen y resonancia. El movimiento final, Tense and Dramatic, recupera material del primer movimiento pero lo sitúa en un entorno mucho más turbulento y frenético. Aunque este movimiento se basa en los esquemas de una forma sonata-allegro, es mucho más libre y errático, con compases cambiantes y contrastantes pasajes interpolados que, en última instancia abren camino a una conclusión heroica y dinámica» 4.

Joseph Horovitz (1926) es un compositor, director de orquesta y pianista británico, de origen austriaco. Después de sus primeros estudios en Viena se trasladó a Gran Bretaña en 1938, donde estudió en Oxford. También estudió durante un año en París, con la célebre Nadia Boulanger. Durante la década de 1950 obtuvo elogios de la crítica por sus óperas y ballets. Compositor de notable versatilidad, gracioso ingenio y una poderosa habilidad comunicativa, ya sea en estilos ligeros o serios. Con su Concierto para clarinete (1957), su Music Hall Suite (1964) y el Concierto de Jazz (1965), desarrolló una síntesis entre el jazz y el estilo neoclásico que desde entonces ha marcado muchas de sus obras más exitosas. Music Hall Suite fue compuesta por encargo del tubista Roger Bobo, la obra pronto se incorporó al repertorio del Philip Jones Brass Ensemble y desde entonces se ha convertido en una pieza habitual del repertorio de metales por todo el mundo. La suite consta de cinco movimientos que ilustran aspectos del burlesque, del music hall, el circo y el cabaret. La alineación de dos trompetas, corno, trombón y tuba se utilizan a la manera de la música de cámara pero el acumulativo efecto sonoro le da a la obra un matiz teatral acorde con su título.

 

SAINT-SAËNS, Camille (2008): On music and musicians, Roger Nichols (trad.), Nueva York, Oxford University Press, p. 8.

2 ROLLAND, Romain (2020): The Collected Works of Romain Rolland, Reino Unido, Delphi, p. 3606.

3 TELLER RATNER, Sabina (2005): Saint-Saëns, The Nash Ensemble, Notas del disco, Londres, Hyperion Records, p. 5.

EWAZEN, Eric (4 de abril de 2001): The American Brass Quintet, Programa de mano, p. 4.

 

Axel Juárez