Debussy / Soro / Ortega / Schubert 02/09/22
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Preludio a la siesta de un fauno - Claude Debussy / Tres Aires Chilenos - Enrique Soro / Paz para los Crepúsculos que Vienen - Sergio Ortega / Sinfonía n.° 9 La Grande - Franz Schubert
Chile: del impresionismo sinfónico al himno pacifista
Enrique Soros (15 de julio de 1884 - 3 de diciembre de 1954) es uno de los últimos compositores chilenos que representa una tradición romántica, después de él la música chilena toma otro giro y otra escuela y en la década de 1930 se impone una tendencia a hacer más experimental, completamente atonal, y los conservatorios viraron hacia, por ejemplo, la música de cámara, a hacer mucha más música de cámara que música de orquesta. En el caso del Teatro Municipal de Santiago, que es nuestra principal casa de ópera –la única casa de ópera que tenemos con elenco estable y permanente en Chile– dejó de ser interesante para los académicos, dejó de enseñarse e incluirse la ópera y se marginaba a los compositores que producían obras para la ópera chilena.
Enrique Soros es el último resabio de una tradición romántica que a su vez era heredera de la industria musical que privó en Chile de 1850 en adelante, en la que había gran música sinfónica; en la que existía una orquesta sinfónica muy lejos de las afectaciones que supusieron las guerras mundiales. Después las orquestas se vieron disminuidas; y privaron los grupos más pequeños, que sobrevivieron a grandes declives de los financiamientos de los grupos orquestales. Todo esto fue consecuencia de la crisis del sistema de la música orquestal entre guerras en Europa y eso trajo nuevas tendencias.
Enrique Soros miró hacia el estilo que era contemporáneo: el impresionismo, una tendencia dominante a principios del siglo XX en Francia. Fue un compositor con trayectoria internacional, publicó en la famosa Editorial Durand de Francia; se nota que él tiene esa influencia que viene desde finales del siglo XIX con compositores sinfónicos como Albéric Magnard y que después se consolida con compositores como Debussy e Ibert. Soros tiene mucho del impresionismo, uno de cuyos rasgos es el uso de lo folclórico como elemento de exotismo. Su particularidad es que si el impresionismo busca a innovar la forma y estructura –que ya no es lineal o narrativa como el plan sonata, sino una forma o estructura contrastante, exótica, que da lugar a cuestionamientos de lo lineal, de la forma tradicional– él se centra sobre todo en la orquestación, generando colores exóticos que no son habituales de la orquestación tradicional. De la misma manera, las citas de los elementos folclóricos es una forma que tiene el impresionismo de nutrirse de variedad y exotismo, y así como Debussy lo hace citando aires españoles, Enrique Soros lo hace incorporando aires chilenos en su composición; además aprovecha de manera inteligente, según la corriente impresionista, el uso de los elementos folclóricos. Tal es el origen de Tres aires chilenos (1942)
Justamente el Preludio a la siesta de un fauno (1894) de Claude Debussy (1862-1918) tiene una forma muy creativa, una mezcla entre forma sonata y variaciones, una manera de hacer una forma y estructura totalmente novedosa. Ese exotismo también se busca en la forma y el colorido orquestal de esta obra es sobresaliente, así como también el tipo de melodía también, es decir, hay innovación a través de los diferentes elementos estructurales. Eso se relaciona con Enrique Soros, a pesar de que no es un impresionista tan osado, es decir, tiene un poco de sinfonismo romántico todavía.
Miguel Ángel Castro Reveco- Facultad de Artes, Universidad de Chile. Director de la Orquesta Sinfónica Estudiantil, Banda Sinfónica estudiantil y Orquesta de Cuerdas de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
Sobre Paz para los crepúsculos que vienen ha dicho su compositor, Sergio Ortega Alvarado (1938-2003) “es un Himno a la Paz que debería ser más divulgado; tener una mayor circulación por su mensaje, sobre todo en épocas como estas que necesitan [los pueblos] que se les hable sobre esto, ya que estamos en un medio en que nos debatimos entre cañones y masacres”. El texto de la canción pertenece a Pablo Neruda y forma parte del Poema 5, “Que despierte el Leñador”, del Canto General, poema al cual el compositor tenía acceso autorizado por la viuda del poeta. La grabación que se tiene noticia de su existencia fue financiada por las organizaciones pacifistas francesas y posiblemente se pensó hacer versiones en diferentes idiomas como consta de muchas de estas canciones de exilio de autoría de Sergio Ortega. La partitura está en español y francés y como epígrafe reza: “un Himno para la Paz”. Como indicación en la interpretación de esta obra, el compositor pide que la solista sea una mezzo grave o alto, con una técnica “natural” (de cantante popular). Según el compositor, existe una orquestación sinfónica de la canción, que “toqué en Hamburgo, en un estudio, en medio de un Concierto por la paz y, tengo master del disco listo para re-editarlo”. La obra la escribió en plena dictadura, en agosto de 1983, cuando el compositor estaba en Meung sur Loire5.
La obra es una oda a la paz de todas las cosas que existen, aún las más sencillas: “Paz para el alba cuando despierta el pan/ Paz para el río, paz para el trigo/ Paz para el libro: un sello al aire…”. En el estribillo saluda a los seres humanos: “Que marchen cantando y riendo,/ el joven blanco y el joven negro/ cantando, sonriendo y venciendo/ a los que buscan con su sangre…”
Silvia Herrera Ortega: La canción política en Sergio Ortega: Ética y estética en la construcción de identidades narrativas (1960-1980), tesis, Pontificia Universidad católica Argentina, de Buenos Aires, 2015, p. 227