El Mariachi 15/09/22
El Mariachi
Carla Givette Loeza Beureth
Universidad Veracruzana
El hecho de hablar sobre la música tradicional mexicana implica reconocer la gran diversidad y riqueza cultural que existe en nuestro país, la cual ha sido heredada de generación en generación por medio de la transmisión oral. Precisamente, el mariachi funge como digno representante de la identidad de la cultura mexicana a nivel internacional, pero… ¿cómo surge el mariachi?
Desde el punto de vista de la antropología histórica, por mucho tiempo las artes y la música indígena fueron denominadas “artes primitivas”, que incluso eran imposibles de comparar y significaban completamente lo opuesto a las “artes de la sociedad moderna” (Olmos, 2010). No obstante, fue gracias a la conquista y al mestizaje que se le otorgaron diversos simbolismos y, por ende, importancia a las culturas indígenas. El arte mestizo está conformado por diversas expresiones artísticas del arte indígena. He aquí donde podemos observar esta mezcla de lo indígena –también llamado tradicional– y lo mestizo dentro de la instrumentación del mariachi actual, donde el primero integra la vihuela, el guitarrón y el arpa, y el segundo hace referencia al violín, la trompeta y la guitarra.
En cuanto a lo que al origen del mariachi respecta, es necesario mencionar que existen diversos mitos que lo rodean y para ello es necesario tener en cuenta su contexto desde la interrelación del grupo musical como tal, los géneros que ejecutó y ejecuta actualmente, y su particular nombre.
“Se popularizó la idea del mariachi como un “conjunto de personas que se ganaban la vida tocando en comilonas de boda y que utilizaba sólo instrumentos de cuerda (…) durante la intervención francesa” (Ramírez, 2000), ya que ese tipo de información era distribuida a la población mediante folletines o tirajes de periódicos, es decir, mediante el único acceso a la información del sector más vulnerable. A pesar de esta afirmación, existen referencias escritas que datan de antes de 1862 como lo son diversos testimonios de viajeros, crónicas de fiestas, expedientes de litigios eclesiásticos, programas de ferias, notas periodísticas, e incluso el descontento y las quejas de la élite sobre este particular grupo. El punto central aquí es comprender que cada mito o aseveración sobre el origen tiene que ver con el intento de explicar y dar a conocer a los demás sobre este bello arte tradicional (Martínez, 2011).
Según Jáuregui (2012), la documentación más antigua referente al origen de la palabra mariachi datan de los años de 1832 a 1844 en la parroquia de Santiago Ixcuintla en el Estado de Nayarit, donde se dan a conocer rituales eclesiásticos, matrimonios, fallecimientos y nacimientos, en el rancho mariachi. El siguiente documento es la “carta de Rosamorada” que data de 1852 en Nayarit, en donde se habla sobre los bailes populares al aire libre con borrachera, es decir, los fandangos, denominados con el término mariachi. De igual forma, en 1874 en Coalcomán, Michoacán que se designa por primera vez al mariachi como la música que ejecutan los grupos de cordófonos –es decir, instrumentos que producen sonido mediante la vibración de cuerdas pulsadas por el hombre– del occidente mexicano. En este punto es importante considerar la instrumentación original o tradicional del mariachi: guitarra de golpe, arpa y dos violines.
No obstante, a pesar del gusto del pueblo hacia estos eventos y música, fue despreciado por la élite tapatía y prohibida por el gobierno de Michoacán en el siglo XIX. Es hasta 1907 que surge la primera apropiación simbólica, en el contexto del porfiriato donde hubo una fiesta en Chapultepec dedicada al Secretario de Estado norteamericano, donde fue enviada una “orquesta mariachi” en calidad de “orquesta típica” enviada por el estado de Jalisco (Jáuregui, 2012).
Al contrario de poder establecer una fecha exacta sobre el surgimiento de esta palabra, sí podemos delimitar una zona específica de su desarrollo: el occidente del país, es decir, Colima, Nayarit, Jalisco y Michoacán. Es en la segunda década del siglo XX, de la mano de la Revolución Mexicana, que surgió una tendencia nacionalista que, impulsada por José Vasconcelos, logró que se revaloraran las artes populares, mismas que se elevaron al rango de “creaciones representativas de (…) la identidad nacional (Florescano, 2005:314). En esta etapa del nacionalismo el pueblo se corona como el actor principal, por lo que el gusto campirano se impuso también en las grandes ciudades como consecuencia de la migración rural, y es en este punto donde Jáuregui (2012) considera que se consuma la separación del mariachi-fandango, es decir, de la fiesta rural y campesina, con vestimenta de manta para abrirle paso al mariachi-tarima, en donde se zapatean jarabes y sones, con vestimenta de charro, como se le conoce actualmente. Referente a la denominada tradición nómada, Olmos (2010) nos menciona que el modo de vida los orillaba a moverse constantemente y, por ende, sus manifestaciones artísticas debían estar acorde a su movilidad y cultura. Es gracias a esto que los temas que perduraban en sus composiciones precisamente trataban sobre la vida cotidiana, el mal de amores, batallas, así como sobre la flora y la fauna.
Es durante la segunda mitad de los años treinta que se logra una compaginación entre el mariachi y los medios de comunicación; aquí es importante destacar que en esa misma época, la trompeta era poco “deseada” y el Mariachi Tapatío de José Marmolejo llega al Tenampa, famosa cantina en la plaza Garibaldi que posteriormente funge como referente de mariachis, comienza a distribuir rumores sobre la incorporación de la trompeta como sugerencia de don Emilio Azcárraga Vidaurreta – dueño y gerente de la XEW–, integrándose entonces el Maestro Miguel Martínez, considerado el padre de la trompeta mariachera al Mariachi Vargas de Tecalitlán, donde posteriormente integra una segunda trompeta pero en el Mariachi México de Pepe Villa.
Fue gracias a los denominados mariachis mediáticos (Martínez, 2011) que este género tuvo su punto cúspide y de aceptación por el movimiento nacionalista gracias a la grabación de diversos discos, y su promoción en las diversas películas de la “Época de Oro” del cine mexicano; sin embargo, durante el sexenio cardenista (1934-1940) se impuso el mariachi no solamente en la región de Jalisco y Michoacán, sino en todo el país gracias a la radio. (Ochoa, 1985)
Como nos menciona Olmos (2010), aquí podemos encontrar una contraposición: lo tradicional y lo mediático, que son vistos como dos campos de clasificación, en donde según el mismo autor, el primero busca preservar la memoria, utilizando un discurso que renueve la memoria ancestral producida por grupos tradicionales, enseñadas mediante la tradición oral, mientras que el segundo evoca el olvido cultural, empleando un discurso para vivir el instante, producida por una sociedad industrial y transmitida mediante la tradición escrita y oral, a través las vías de comunicación masiva. Lo que permitió una visión comercial de una música que ofrecía el poder obtener ganancias por su consumo. Es gracias a esta comercialización que el mariachi trascendió también en su repertorio, ya que actualmente incluyen jarabes, polkas, valonas, boleros, minués, corridos, sones, chotises, y canciones de la vida cotidiana. (Lalékou, 2019).
El mariachi ha sido un conjunto musical integrado exclusivamente por hombres y éste se ha expresado simbólicamente una masculinidad definitoria; sin embargo, la integración de la mujer en estas agrupaciones ha progresado de forma gradual. El registro de la primera mujer mariachi data de 1903 y se trata de Rosa Quirino, quien comenzó a tocar desde los trece años de edad. El primer mariachi femenino fue llamado “Las Adelitas” y fue formado en 1948, cuyo nombre fue elegido en honor a las mujeres que se levantaron en armas durante el periodo de la Revolución. Actualmente existen diversos tipos de mariachis: femenil, varonil y mixtos. Cabe mencionar que, según Gallegos (2019) a pesar de vivir en el siglo XXI, muchas agrupaciones continúan con la visión “original” del mariachi masculino, argumentando que el mariachi es exclusivo para hombres; y como parte de la evolución de éste y aunado de la integración de las mujeres, un hecho digno de mencionar es el interés de las instituciones hacia los grupos de mariachi como una formación profesional; tal es el caso de la Universidad de Texas-Río Grande Valley (URGTV), la cual cuenta con una formación de educación musical con énfasis en mariachi. Este esfuerzo por lograr institucionalizar esta labor ha rendido frutos en Estados Unidos donde se cuenta con ese tipo de formación profesional, a lo que Jáuregui se refiere a ese país como un “caso especial”, ya que ha tenido como fundamento que gran parte de su territorio pertenecía a México hasta mediados del siglo XIX; es lamentable que en otros países sí sea valorado como una formación, priorizándolo más que en su país de origen. Según Escorza (2010) existe una pérdida paulatina de sensibilidad e interés por la música y sus manifestaciones –como en el caso del mariachi–, ya que no se dan el trabajo de practicarla, cantarla, aprenderla e incluso llega a ser menospreciada, contrario a la visión que la música vista como comercio, la cual carece de compromiso y valor.
Históricamente el mariachi fue considerado como símbolo nacional a causa de los ídolos de la canción ranchera y su admiración, pero en el extranjero –sobretodo en Estados Unidos– se consolida como uno de los pilares del movimiento chicano (mexicanos nacidos en E.U.) y del movimiento para la legalización de los migrantes (Jáuregui, 2012); de igual forma, dicha manifestación artística se extiende desde Canadá hasta Argentina, promoviéndose entonces la cultura mariachera. Hablando sobre Europa, la música de mariachi está presente en mercados locales, adaptando su repertorio a música catalogada como “latina”; en Francia, por ejemplo, no simplemente interpretan canciones denominadas “clásicas” en este género, sino también canciones que se hicieron famosas gracias al cine latino (Olmos, 2010). La barrera del idioma no es un impedimento: en el continente asiático diversos mariachis han sido fundados por el respeto y amor hacia ésta música, siendo un ejemplo de esto el Mariachi Samurai.
Gracias a la identidad y al simbolismo que representa el mariachi, fue declarado por la UNESCO como patrimonio inmaterial de la humanidad en 2011, dándole así una carga e importancia cultural a nivel internacional debido a que nos remite al código sonoro –por la música–, literario –por las letras–, y al visual –por el físico, actitud corporal y vestuario– (Jáuregui, 2012).
El tema del mariachi es muy extenso y está rodeado de diversos mitos debido a que, según Amós (2011) es necesario establecer un diálogo entre los preservadores de la tradición y los investigadores, reconociendo el saber del otro y con la intención de sistematizar los conocimientos sobre las distintas técnicas de ejecución, instrumentos y repertorio, lo cual busca no solo restaurar las tradiciones, sino restablecer los lazos culturales y sociales.
Referencias bibliográficas:
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Escorza, J. (2010) Reseña: Jesús Jáuregui. El mariachi, símbolo musical de México, Revista de Literaturas Populares, UNAM, X-1 y 2, p. 349-354
Gallegos, M. (2019). Trabajo, reproducción cultural y resistencia: le inserción de las mujeres como instrumentistas del mariachi. Vínculos. Sociología, análisis y opinión., 15, 51-80.
Jáuregui, J. (2012). El Mariachi. Símbolo musical de México. Música Oral Del Sur, (9), 220–240. Recuperado de http://www.centrodedocumentacionmusicaldeandalucia.es/ojs/index.php/mos/article/view/146
Lalékou, L. (2019) La nation au Mexique, entre métissage et pluralisme, Amerika [En ligne], 19, Recuperado de : http:// journals.openedition.org/amerika/11067 ; DOI : https://doi.org/10.4000/amerika.11067
Martínez, J. (2011). ¿De Cocula es el mariachi?... Mitos sobre el mariachi, Una breve revisión historiográfica y una propuesta desmitificadora, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Recuperado de: https://www.academia.edu/43239550/_De_Cocula_es_el_mariachi_Mitos_sobre_el_mariachi_una_breve_revisión_historiográfica_y_una_propuesta_desmitificadora
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Usón, V. (2015) Tenampa, el santuario del mariachi cumple 90 años, El País. Recuperado de: https://elpais.com/cultura/2015/11/21/actualidad/1448083896_801450.html#?prm=copy_link