Wagner / Mozart / Revueltas / Liszt 04/11/22

Jorge Oscar González | Tlaqná
Obertura Rienzi - Richard Wagner / Concierto para Fagot K. 191 - Wolfgang Amadeus Mozart / Ventanas - Silvestre Revueltas / Los Preludios, Poema Sinfónico No.3 - Franz Liszt

Programa 4 de noviembre
Por Jorge Oscar González, Facultad de Música, UV.


Obertura Rienzi.
En 1840 Wagner terminó la ópera Rienzi, der Letzte der Tribunen (Rienzi, el último de los tribunos), el libreto de esta obra es del propio compositor, basada a su vez en la novela histórica del mismo título de Edward Bulwer Lytton (1803-1873). El personaje principal es Cola de Rienzi, quien fue un tribuno, líder y político romano del siglo XIV, peleó por la abolición del poder papal y la unificación de Italia, asimismo proclamó una nueva forma de gobierno conocida como El buen Estado.
La ópera Rienzi contrasta con el estilo compositivo que caracterizó a Wagner en su edad madura. Fue publicada cuando él tenía 26 años y el objetivo de esta obra era ser estrenada en París, por ello sigue el estilo operístico francés, con frases largas, una gran orquestación y coro, e incluso la adición de un par de ballets. Desgraciadamente esta ópera no fue de interés de la audiencia parisina. Sin embargo, en 1842, en la Corte de Dresde es donde encuentra aceptación y tiene gran éxito.
En la obertura de esta ópera wagneriana, no podía faltar la presentación los leitmotiv, es decir, los temas musicales con los cuales los personajes de la ópera son identificados. Comienza con notas largas y solemnes, y poco a poco va presentando los distintos leitmotiv, algunos de gran expresividad musical, otros son alegres y joviales. Esta obertura culmina con un tema victorioso que corresponde al final del segundo acto de la ópera, donde el pueblo entona:

Rienzi, seas loado y tu nombre
por siempre reverenciado:
te adornan coronas de laurel.
¡bendito sea tu linaje!
Siempre que exista Roma,
hasta el fin del mundo,
jamás será olvidado tu nombre.
¡Supremo héroe de la paz!.
(Trad: kareol.es)



Concierto para Fagot K. 191.
El Concierto para fagot en Si bemol mayor fue el primer concierto compuesto por Mozart para instrumento de aliento. De hecho, se sabe que se escribieron cinco obras similares, lamentablemente el resto se hallan aún sin descubrir. Completada el 4 de junio de 1774 en Salzburgo, su composición fue encargada por un fagotista aficionado, el barón Thaddäus von Dürnitz, quien también estrenó el concierto.
Esta pieza para fagot contiene la escencia de un concierto habitual del clacisimo, con tres movimientos, Allegro, Andante, y un rondó. El primer movimiento tiene la forma de una sonata clásica, incluye varios elementos de virtuosismo propios de la época tales como ligereza y agilidad en escalas y arpegios, que se conjugan con adornos como trinos y apoyaturas, asimismo pasajes con notas repetidas; por otra parte posee momentos de gran lirismo musical donde el fagot presenta sus capacidades expresivas, aunadas a grandes saltos en la melodía. El tema principal del segundo movimiento es utilizado también en la ópera Le nozze di Figaro; Mozart lo utiliza en el aria de la Condesa, Porgi, Amor. La tranquilidad y ensoñación son cualidades que este lírico movimiento transmite. El rondó indicado con Tempo di Minueto, contiene distintivos en las repeticiones del tema principal, donde el fagot realiza cambios en la melodía, ayudándose de escalas y arpegios crea una variación dinámica y refrescante, a esta práctica se le conoce como disminuciones, una especie de variaciones melódicas. Con ello, este movimiento recrea prácticas de composición provenientes de la época del barroco.

Ventanas.
Según el musicólogo Otto Mayer Sierra, el nacionalismo mexicano que comenzó durante los primeros años del México independiente se divide en cuatro fases de evolución musical. Al inicio, se generó su propio estilo de identidad y tomó como referencia un estilo musical extranjero, de los compositores que vivieron esta primera etapa de nacionalismo podemos destacar a Mariano Soto-Carrillo (1760-1807), José Mariano Elízaga (1786-1842), y José Antonio Gómez y Olguín (1805-1876).
En la segunda fase el elemento popular toma mayor importancia en la melodía y en el ritmo, impregnándolos de una característica nacional sin dejar a un lado la construcción armónica formal, esta fase se puede situar a mediados del siglo XIX y principios del XX con compositores como Aniceto Ortega (1825-1875), Tomás León (1826-1893), Manuel M. Ponce (1882-1948), entre otros.
En la tercera fase los elementos rítmico-melódicos populares comienzan a ser autónomos, adquieren influencia en el cambio armónico, ahora no es únicamente la utilización de elementos folklóricos, sino que se crea un lenguaje nacional musical. De los compositores que pertenecen a esta fase se pueden nombrar a José Rolón (1876-1945) y José Revueltas (1899-1940).
En la cuarta fase los ritmos populares imperan sobre los modelos de composición tradicional, se rompen las formas convencionales, esto resulta en una renovación del lenguage musical; ahora ya no se trata únicamente de música folklórica, sino que se transmuta en música universal. De esta fase se podría hacer referencia a José Pablo Moncayo (1912-1958) y Blas Galindo (1910-1993.
En 1931 Revueltas compone una trilogía de obras orquestales conformada por Cuauhnáhuac, Esquinas y Ventanas. Esta última fue dedicada a su esposa Ángela Acevedo y fue estrenada en noviembre de 1932 por la Orquesta Sinfónica de México bajo la dirección del mismo compositor. En esta obra nacionalista, Revueltas estiliza los elementos folklóricos no solamente como una reproducción si no como base fundamental de su obra. En una de las notas al programa que el mismo Revueltas escribió, menciona que:

"Ventanas" es música que no tiene programa. Quizás, al escribir este trabajo, pensé en expresar alguna idea definida. Ahora, varios meses después de escribirlo, no puedo recordar qué era. El nombre no significa nada; podría llamarse "Tragaluces" o cualquier otra cosa. (Todo depende de la buena o mala voluntad del oyente). Sin embargo, una ventana ofrece un tema literario fértil y puede satisfacer el gusto de algunas personas que no pueden entender ni escuchar música sin un programa, sin inventar algo más o menos desagradable, pero, afortunadamente, no soy un literato. Soy un músico con técnica y sin inspiración

En esta obra se encuentran elementos como el ostinato melódico (movimiento musical que se repite constantemente), una importante complejidad rítmica, así como pasajes de gran arrojo en las percuciones. También descata la utilización de intrumentos graves como la tuba para la presentación de pequeños motivos melódicos.
Finalmente, Mayer Sierra menciona que, el estilo de composición de Revueltas se puede denominar como indigenismo modernista así como también realismo mestizo. Asimismo, argumenta que, “para Revueltas, lo mexicano se manifiesta tan auténticamente en los vestigios de las culturas primitivas, sobre todo el admirable artesanado indígena como en los resultados sorprendentes de la mezcla de razas y civilizaciones distintas, tan característica del México moderno”.

Los Preludios S. 97 (Poema sinfónico No. 3)
Después de interrumpir su carrera como vituoso en el piano, Franz Liszt se muda en 1848 a la ciudad de Weimar, una ciudad tranquila con ambiente de provincia. Ahí pudo trabajar en una nueva forma de composición, el poema sinfónico, mismo que mantuvo su relevancia en el repertorio de obras orquestales durante medio siglo.
Carl Dalhaus menciona que, en principio la “poética” del poema sinfónico se derivó de la solución de tres problemas relacionados entre sí: en primer lugar, Liszt buscó apoderarse de la idea clásica de lo sinfónico. En segundo lugar, quiso elevar la música de programa a poseer un significado sublime, poético y filosófico. En tercer lugar, estaba poseído por la idea de mediar la expresividad de sus obras tempranas para piano, de estilo francés, con la tradición de la elaboración temática y motívica, sin dejar a un lado la retórica que no se debía apagar sino reafirmar y transformar desde un discurso improvisado a un lenguaje fijado como texto. A diferencia de la sinfonía que se divide en distintos movimientos, la integración de todos estos en un solo movimiento representa la justificación formal del poema sinfónico.
Las notas al programa escritas por el mismo Liszt sobre el poema sinfónico Los Preludios, describen lo siguiente:

¿Qué es nuestra vida sino una serie de preludios a una canción desconocida, de la cual la primera nota solemne es la que hace sonar la muerte? El amanecer encantado de toda existencia está anunciado por el amor, y sin embargo, ¿en el destino de quién no están interpretados los primeros latidos de la felicidad por tormentas cuyas violentas ráfagas disipan las más caras ilusiones del Ser, consumiendo su altar con un fuego fatal? ¿Y dónde debe hallarse el alma cruelmente golpeada, que habiéndose convertido en juguete de una de esas tempestades, no busca olvido en la dulce quietud de la vida rural? Sin embargo, el hombre pocas veces se entrega a la calma beneficiosa que al principio lo encadenó al regazo de la naturaleza. Tan pronto como la trompeta hace sonar la alarma, corre él al puesto del peligro, aunque sea la guerra la que lo convoque a sus filas, pues hallará nuevamente en la lucha completa autorrealización y plena posesión de sus fuerzas.

Los Preludios estan inspirados en las Nouvelles méditations poétiques de Alphonse Lamartine (1790-1869). La estructura de este poema sinfónico corresponden a la división de dicho poema literario, y se puede dividir en cinco secciones.

La Obertura: el hombre, creatura mortal.
Felicidad en el amor.
Tormentos de la vida.
El regreso a la naturaleza.
La pelea por la libertad.

Por último, es muy interesante leer el prefacio de la partitura orquestal de 1885 por la editorial Breitkopf un Härtel, donde Liszt escribió una reflexión poética sobre la obra, en ella se aprecia el espíritu con el cual fue compuesta:

¿Es nuestra vida otra cosa que una serie de Preludios de aquel canto desconocido donde la muerte entona la primer y única nota? – El amor forma la mágica aurora de toda existencia, pero ¿cuál es el destino donde los primeros placeres de la felicidad no son interrumpidos por alguna tormenta cuyo aliento disipa sus bellas ilusiones, cuyo letal relámpago consume su altar, y cuál es el alma cruelmente herida que, al terminar una de sus tempestades, no busca reposar sus recuerdos en el alivio tan dulce de los campos de la vida? Sin embargo, el hombre no se resigna a saborear durante mucho tiempo el benéfico calor con el cual fue atraído al seno de la naturaleza, y cuando "la trompeta suena la alarma”, corre al arriesgado puesto sin importar cual sea la guerra que llame a sus filas, para encontrar en el combate la conciencia plena de sí mismo y la entera posesión de sus fuerzas.