Rossini / Verdi / Bizet / Puccini / Gounod / Meyerbeer / Donizetti / Rachmaninoff / Massenet / Chapí 11/11/22
Jorge Vázquez Pacheco | Tlaqná
Arias de Ópera
Notas al programa
Del vasto repertorio operístico se ha seleccionado un nutrido número de fragmentos, lo que nos hace imposible registrar detalles en torno de cada una de las creaciones a las que corresponden los momentos programados en esta jornada.
La primera romanza es de Gioachino Rossini y de su ópera Semíramis (o Semiramide). “Bel raggio lusinghier” corresponde al acto I del mencionado título, y se desprende de una de sus óperas “serias”. Hacemos esta aclaración porque el listado de Rossini, amplio y plural, generalmente sugiere su interesante trabajo sobre las óperas bufas. Con todo, el repertorio del llamado “Cisne de Pésaro” representa un legado que se preserva para regocijo y placer de todo aficionado al arte lírico.
“Si puo” es el Prólogo para el célebre drama Pagliacci, de Ruggero Leoncavallo. Antes de abrirse el telón, por entre los cortinajes asoma la cabeza Tonio, uno de los payasos integrantes de la humilde compañía itinerante, para solicitar permiso y de inmediato advertir que el público asistirá a una recreación de la existencia misma: “El autor ha intentado aprehender un trozo natural de la vida”, indica; “Así, verán amar tal como aman los seres humanos, verán del odio los tristes frutos. De dolor, espasmos, ¡gritos de rabia oirán y cínicas risas!”
“Tu che di gel sei cinta” corresponde al acto tercero de Turandot, de Giacomo Puccini. Es el canto de la esclava Liú quien, doblegada ante la crueldad de la princesa china que le ha hecho prisionera, predice que Turandot se rendirá ante el príncipe desconocido que ella tenazmente persigue para darle muerte: “¡Tú, que te revistes de hielo, vencida por tu gran llama, incluso tú lo amarás!”
Uno de los fragmentos de enorme eficiencia en el ánimo del público es la “Canción del Toreador”, del acto segundo de Carmen, de Georges Bizet. El pasaje vocal “Votre toast, je peux vous le rendre” es entonado por el barítono que encarna al torero Escamillo, y en el mismo nos describe la animada ambientación en la plaza de toros. Culmina con su encendido canto al amor, que es la recompensa que el triunfo entrega al vencedor en el ruedo.
Del amplio catálogo de Puccini, “Un bel di vedremo”, de la ópera Madama Butterfly, es el pasaje más desgarrador y anhelante que un creador haya escrito para soprano. La antigua geisha, ahora esposa del teniente norteamericano Pinkerton, expresa la indeclinable esperanza de que el esposo pronto regresará a casa para concretar la tan deseada felicidad, aquella que previamente ha prometido. Este pasaje culmina con un agudo estremecedor que exige a la intérprete alcanzar los límites de su tesitura.
De la vasta creatividad derivada de la obra de Shakespeare, destaca el trabajo de Charles Gounod y su ópera Romeo y Julieta. El fragmento “Amour, ranime mon courage” procede del acto IV; Julieta canta a su desdichado amor (será entregada a un caballero que no ama) y decide ingerir el brebaje proporcionado por el fraile Lorenzo, que le conducirá a un sueño muy parecido a la muerte, en espera de que su amado regrese para llevarla con él: “Amor, revive mi coraje y disipa el miedo de mi corazón…”
“In questa reggia” es uno de las romanzas de mayor exigencia para soprano, que debe ser de alcances dramáticos. La princesa china Turandot procede a describir los motivos de su odio hacia todo aquel extranjero que se atreva a pretenderla. Su abuela Lou Ling fue asesinada por un extraño y ella busca vengarla, sin importar que el forastero en turno ninguna responsabilidad tenga. Su canto se vuelve a cada momento de mayor dureza mientras se deja arrastrar por ondulantes armonías, hasta desembocar en la sentencia: “Los enigmas son tres, la muerte es una…”
Giacomo Meyerbeer es autor de la ópera Robert le diable, y a la misma (acto IV) corresponde el fragmento conocido como “Robert, toi que j’aime”. Inspirada en una antigua leyenda medieval, este drama nos remite a escenas sobrenaturales y en el acto de referencia, el invisible Robert irrumpe en la cámara de Isabelle mientras ella se prepara para su matrimonio con el príncipe de Granada. La mujer confiesa que le ama (“Roberto, tú a quien amo y quien recibió mi fe”) y éste, en medio de su ofuscación, rompe una vara mágica hallada gracias a las indicaciones de su amigo Bertram (que mantiene un pacto con el diablo). Con ello quebranta un conjuro y termina capturado.
Vendrá de inmediato un fragmento asignado a la dulce Micaela, en la ópera Carmen de Bizet. “Je dis que rien ne m’épouvante” (Yo digo que nada me asusta). La joven lleva no buenas noticias al desertor enamorado de la cigarrera gitana Carmen, y ambos ahora se han involucrado con una banda de contrabandistas. Para localizar a Don José, la joven camina hasta las montañas y nos dice que se ha armado de valor por la promesa que ha hecho a la madre del hombre que busca: “Sin temblar, lo lograré. Yo digo que nada me asusta, pero en lo profundo de mi corazón ¡muero de miedo!”
“È’sogno? O realtà?” corresponde a Falstaff, de Giuseppe Verdi. “¿Es un sueño o una realidad?” es la traducción y en lo mismo el acaudalado Ford, uno de los personajes, manifiesta sus dudas con respecto a la lealtad de su esposa Alice. Lo que no sabe es que ella y varios vecinos han tramado una desagradable sorpresa para el gordo raboverde de Falstaff, a quien finalmente dan su merecido para quitarle la intención de pretender a las damas casadas.
Gaetano Donizetti estrenó su Linda di Chamounix en Viena, en mayo de 1842. Se trata de una ópera “semiseria” cuyo libreto nos describe las vivencias de una joven quien, para salir de la miseria, accede a las pretensiones del Marqués de Boisfleury. Pero al distanciarse de sus padres, huye hacia París y allá se enamora de un noble que resulta ser sobrino del marqués. El fragmento “Ah, tardai troppo… O luce di quest” (¡Ah, me demoré demasiado!... oh, luz de esta alma) se nos ofrece al inicio de la escena tercera del acto I, y en esta intervención, la protagonista canta: “Demoré demasiado y no encuentro a mi querido Carlos. Y quién sabe cuánto habrá sufrido, pero no tanto como yo…” Los enamorados logran superar todo impedimento y la obra culmina con un final feliz.
Aleko es la primera de las tres óperas que escribió Serguei Rachmaninov. Data del año 1892; esto es, hacia la primera etapa creativa del maestro ruso y en su libreto nos narra la historia de un hombre acaudalado y de edad madura que, en su afán de nuevas experiencias, decide unirse a un grupo de gitanos. Allí se enamora de la bella Zemfira pero, celoso en extremo, termina asesinando a la joven. La cavatina entonada por Aleko (“Ves’ tábor spit”) es uno de los fragmentos de mayor celebridad en esta obra corta que, por cierto, poco se interpreta actualmente.
Sobre Los sufrimientos del joven Werther de Goethe, se inspiró Jules Massenet para escribir su Werther, ópera en cuatro actos que nos narra las pasiones que atormentan el sensible espíritu de un poeta. Enamorado perdidamente de Charlotte, joven que habrá de ser desposada por otro, el poeta recurre al suicidio. La dama intuye lo que sucederá al leer una misiva al vate y canta: “Werther! Qui m’aurait dit… Ces lettres!” (¡Quién me lo hubiera dicho… estas cartas!). Werther fue estrenada cantada en alemán, en el Teatro Imperial Hofoper de Viena, en febrero de 1892.
“Si, mi chiamano Mimí” es otro de los pasajes inolvidables de Puccini, escrito para su ópera La Bohème. Apenas en el primer acto, una pálida joven y Rodolfo se conocen en la ruinosa vivienda que habita el poeta con otros tres desafortunados artistas, en París. “Me llaman Mimí. Mi historia es breve”. Y procede a describir su pobre y desdichada existencia; habla de las flores que borda para ganarse la vida, la inspiración que vuelca sobre la tela o la seda. Pronto su voz se eleva y el éxtasis se apodera de la pequeña bordadora: “Mío es el primer sol de todo amanecer; mío es el primer beso de la primavera…” Después, replegándose hacia sí misma, su línea melódica parece desvanecerse hasta convertirse en un simple recitativo. Se disculpa por molestar a una hora que considera inoportuna, pero es evidente que un hechizo se ha apoderado de ambos.
Finalmente, la creatividad del español Ruperto Chapí cierra el programa con el Preludio para El tambor de granaderos y la romanza “Cuando está tan hondo”. Ésta procede de la zarzuela en un acto y tres cuadros El barquillero, con libreto de José López Silva y José J. Veyán, estrenada en julio de 1900, en el Teatro El Dorado de Madrid. Ubicada en uno de los renglones “menores” en el contexto del arte lírico, la zarzuela suele observarse como un género de no elevados vuelos, aunque su música y argumentos tienden a ser de carácter optimista y muy agradables contornos.
Jorge Vázquez Pacheco
Departamento de Prensa UV.