Fauré / Saint-Saens / Bizet 10/02/23

Carla Givette Loeza Beureth | Tlaqná
CONCIERTO POR LA TRASCENDENCIA Y LUCHA DE LAS MUJERES EN FAVOR DE LA JUSTICIA
Hablar sobre el contexto cultural de la Francia del siglo XIX implica hablar sobre la época post-revolucionaria, en donde se comienza a considerar que la cultura no era exclusiva para la alta sociedad, sino también para el pueblo, es decir, los artesanos y obreros, que en ese momento representaban la mayor parte de la población. Una palabra que redefine dicha época es el cambio, y gracias a éste se comienza a dar importancia al folclore, palabra utilizada por primera vez por William Thompson en 1840, haciendo referencia a la música, la danza, los distintos modos de vida, etc. (Yoshida, 2019). En este punto es en donde nace y podemos marcar la diferencia entre la llamada Cultura escrita con “C” mayúscula que hace referencia a las artes, a la literatura, el patrimonio, y la cultura escrita con “c” minúscula, que se refiere a los modos de vida que integran las tradiciones, los valores, los símbolos, el léxico familiar, etc., (Loeza, 2020). Es a partir de la segunda mitad del siglo XIX que el romanticismo comienza a quebrarse y se comienza a considerar a la música instrumental como la adecuada para expresar afectos y emociones; en el caso de la música vocal, ésta comenzó a perder su influencia, ya que imperó la búsqueda de una música pura e instrumental. No obstante ambas se conjuntaron en grandiosas obras orquestas y corales. Es en estos momentos de la segunda mitad del siglo XIX que los movimientos artísticos empiezan a sufrir cambios radicales, provocando el surgimiento de movimientos transformadores que impactaron en la cultura local e influyeron en los contextos transnacionales. Quizá las más representativas son el impresionismo pictórico, el cual fue rechazado por la entidad que imperaba en el mundo del arte: la Academia, y la corriente que acoge a la poesía de la mano de poetas como Charles Baudelaire o Paul Verlaine, llamada simbolista. (Sánchez, 2017). En esta ocasión hablaremos sobre tres obras distintas compuestas por músicos franceses, los cuales fueron influenciados por dichos movimientos artísticos, culturales y literarios en el siglo XIX, siendo éstas Pélleas et Mélisande (1893), el concierto no. 1 para violonchelo de Saint-Saëns (1872) y L’Arlésienne (1872). Pelléas et Mélisande (1893) de Gabriel Fauré (1845-1924) es considerada por muchos como su gran obra sinfónica (Caron, 2017) a pesar de las distintas versiones que existen de la misma, como la de Claude Debussy (1902). Esta composición fue encargada por Patricia Campbell, actriz y primera dama de Londres. Fue estrenada en el teatro Prince of Wales en Londres el 21 de junio de 1898. Gabriel Fauré fue un músico formado en la École de Musique Classique et Religieuse (1854). Fue estudiante con el compositor Camille Saint-Saëns (1835-1921) – del cual hablaremos más adelante –, quien fue parte fundamental como influencia para Fauré, dando como fruto una amistad de más de 50 años. El drama del escritor belga Marterlinck, ganador del premio Nobel de literatura en 1911, fue estrenado el 18 de mayo de 1893 en el famoso Teatro des Bouffes-Parisiens en París. Este incomprendido espectáculo causó hostilidad y controversialidad en esa ciudad. Fueron pocas las personas que comprendían tal obra, tales como Mallarmé, Debussy e incluso Satie. Fauré al trabajar con este drama desarrolla en un mundo imaginario, misterioso y fantástico llamado “Allemonde”; se trata de un amor imposible entre Mélisande, una joven exiliada en el bosque, y Pelléas, el medio hermano de su esposo, el príncipe Golaud; éste último envía una carta al castillo de su abuelo, el Rey Arkel, para pedirle permiso de vivir ahí con su esposa, y es allí en donde se desarrolla esta trágica de amor, pues Pelléas y Mélisande se vuelven amantes, por lo que Golaud, cegado por los celos, mata a su medio hermano mientras que Mélisande huye, pero la encuentran y vuelve al castillo para dar a luz a una niña, mientras la vida de ella se escabulle sin revelar quién era el padre de su hija. Para continuar, escucharemos el Concierto para violonchelo y orquesta no. 1 en La menor de Camille-Saëns (1872). Una de sus más reconocidas piezas es Le cisne del Le carnaval des animaux (1886). Saint-Saëns fue uno de los pocos compositores románticos que escribieron para violonchelo solo. Es necesario mencionar que los compositores de esta época de Francia y Alemania no habían compuesto un concierto para violonchelo, sólo Schumann en 1850, dado que los instrumentos solistas por excelencia en ese momento eran el violín y el piano. Compuso su concierto para violonchelo pensando en contribuir a la música francesa “pura” como mencionamos anteriormente, además de apoyarse en textos literarios y retomar el gusto por la formas clásicas como la sinfonía o el concierto, no necesariamente siguiendo las reglas de los mismos. Precisamente aprovechando utilizar un instrumento poco explotado, Saint Saëns concibe esta obra apelando a la virtuosidad del intérprete (Corbier, 2022). Dedicado al violonchelista, violagambista y laudero belga Augusto Tolbecque, fue estrenado el 19 de enero de 1873 en el Conservatorio de París por el mismo Tolbecque, quien buscaba promover al violonchelo como instrumento solista (Pedrota, 2022). Este concierto de Saint-Saëns ha sido interpretado por los mejores violonchelistas del mundo, ya que es considerado por muchos como el mejor concierto de violonchelo (Pedrota, 2022). Una de las interpretaciones más recordadas sin duda es la que realizó Pablo Casals en en Crystal Palace en Londres en 1899, donde gracias a dicha ejecución, Casals fue invitado a tocar para la Reina Victoria en la isla de Wight, donde conoció al futuro Rey Jorge V, (Kahn, 1975). Finalmente, para cerrar este programa con los sonidos de la música del siglo XIX en Francia, escucharemos L’Arlésienne (1872), la cual es una obra muy importante compuesta por el francés Georges Bizet (1838-1875). La música de dicha obra fue compuesta por encargo de León Carvalho; se estrenó el 1° de octubre de 1872 en el teatro de Vaudeville; la música de Bizet fue bien recibida a pesar del fracaso de la obra teatral, y es en 1879 que Ernest Guiraud adapta esta suite no. 1 y realiza una segunda suite de la misma cuatro años después de la muerte de Bizet en 1879. La trama se refiere a L’Arlésienne como una joven originaria de Arles en Francia. Es importante destacar que dejando de lado el estereotipo de la muchacha de pueblo, el término Arlesiana puede utilizase en dos contextos; el primero al carácter o comportamiento de una persona, y el segundo, en el cual nos centraremos, refiere a un personaje de tipo literario dentro de una discurso narrativo y de intriga de alguna novela, cuento u obra de teatro (Langue française, 2022). Ésta novela fue escrita por Alphonse Daudet en Les lettres de mon moulin (Las cartas de mi molino) publicada en 1866, la cual cuenta la historia de una joven originaria de Arles de la que Jan está perdidamente enamorado y éste presiona a sus padres para aceptar el matrimonio; sin embargo, un día un hombre se reúne con la familia y revela que fue el amante de ella, probándolo mediante las cartas que se enviaban. Jan decide cancelar el matrimonio y trata de disimular su dolor, al no superar su sufrimiento y de su incapacidad para olvidarla, éste decide suicidarse. Todo un drama característico del romanticismo francés de finales del ochocientos. Este panorama sonoro francés nos permite reflexionar sobre la importancia e influencia de los compositores de finales de siglo XIX en la música francesa, la cual se remarcó su deseo hacia la novedad junto con la angustia de la aceleración, mezclándose con las ideas de la revolución que puede resumirse en una sola palabra: modernidad (YON, 2021), abriendo camino así a nuevas corrientes e ideas en el mundo de las artes.