Glière / Rachmaninov / 19/05/23

Roberto Aguirre | Tlaqná
Concierto para arpa / Sinfonía número 2 en mi menor
Glière. Concierto para arpa Reinhold Móritsevich Glière (Kiev 1875-Moscú 1956) recibió premios por sus ballets, óperas, conciertos, obras sinfónicas. Por su formación y estilo compositivo, se le considera un compositor posromántico ruso soviético. Fue reconocido con el premio Artista del pueblo de la URSS en 1938 y recibió el Premio Stalin en tres ocasiones, el primero por el Concierto para soprano de coloratura y orquesta Op.87 en 1943, obra de gran lirismo que fue en su momento admirada por Stravinski. El segundo Premio Stalin se le otorga por el ballet El Caballero de Acero en 1950, cuyo número final, Himno a la Gran Ciudad, es adoptado como el himno de Leningrado. Su padre, Ernst Moritz Glier (1834-1896), fue un constructor sajón de instrumentos de viento además de un excelente intérprete de flauta, clarinete, trompa y trompeta, que emigra a Ucrania y se casa con la hija de su maestro de Varsovia. Como siempre que se generan las condiciones propicias, pudo influir en el interés y el desarrollo artístico de sus hijos, pues además de Reinhold, su hermano Moritz se destacó como un brillante violonchelista. En 1946 compone un concierto para violonchelo, aunque no lo piensa para su talentoso hermano, sino que lo dedica al mítico Mstislav Rostropóvich. Sus esquemas compositivos se adaptaron sin problema al pensamiento soviético ya que su marcada tradición romántica encajó y se adecuó a las exigencias políticas de la época. Esto le permitió ocupar el cargo de presidente del Comité de Organización de la Unión de Compositores Rusos desde 1938 hasta 1948. A partir de 1920 y a lo largo de veinte años fue maestro de composición en el Conservatorio de Moscú, donde formó a un gran número de destacados compositores, Aram Khachaturian y Serguéi Prokófiev entre los más célebres. En 1938 compone el Concierto para Arpa y Orquesta Op. 74, obra que se caracteriza por la lírica belleza de sus melodías. Es una obra que contrasta con las tendencias de la época, en la que aparecen con estridencia estilos musicales disruptivos, progresistas, a los cuales Glière se mantuvo siempre ajeno pues no despertaron su interés ni influyeron en sus ideas creativas. Para componer el concierto, Reinhold Glière buscó el consejo de Xenia Alexandrovna Erdely (1878-1971), una destacada arpista, compositora y educadora rusa a quien se le considera la fundadora de la escuela soviética de interpretación del arpa. Fue tan decisiva la influencia de Xenia en el desarrollo de la obra que el autor le ofreció darle crédito como coautora del concierto, gesto que la arpista declinó. El mismo año de su creación, Xenia Alexandrovna estrenó el concierto en el Gran Salón del Conservatorio de Moscú con la Orquesta Filarmónica Estatal conducida por Leonid Steinberg. Glière manifestó un profundo interés en la música de las naciones que conformaban la Unión Soviética, y con su posición favoreció el desarrollo de la música regional utilizando para la escritura de sus obras diversos giros folclóricos, principalmente provenientes de Azerbaiyán y Uzbekistán, interés que se refleja en su ópera Šach-Senem Op. 69 escrita en lengua azerí y estrenada en 1934 en Bakú. Reinhold Glière fallece el 23 de junio de 1956 y sus restos descansan junto a los de otros destacados escritores, poetas, científicos, artistas, líderes políticos y militares rusos en el Cementerio Novodévichi de Moscú. Serguei Rachmaninov. Sinfonía número 2 en mi menor. Hay una continuidad formal y estilística entre el concierto para arpa de Glière y la segunda sinfonía de Serguei Rachmaninov (1873-1943). Las dos obras exhiben un lirismo muy expresivo. Rachmaninov, al igual que Glière, fue impermeable a las corrientes compositivas que agitaban las aguas del mundo musical. Fue un romántico en el siglo XX que reconoce la influencia de Tchaikovski, Rimski-Kórsakov, Balákirev y Músorgski en su estilo personal inclinado por emocionales melodías y variados colores orquestales. Al igual que Glière, proviene de una familia en la que la música tenía un lugar relevante. De esta manera pudo iniciar a los seis años su instrucción en el piano con su madre. A los 9 años logra ingresar al Conservatorio de San Petersburgo, pero problemas financieros en la familia, la muerte de su hermana por difteria y finalmente el abandono de la casa familiar por parte del padre provocan que el joven estudiante presente una conducta errática por lo que es expulsado del conservatorio. Su primo Aleksandr Ziloti, que era un pianista reconocido en aquella época, lo recomienda para que lo acepten en el Conservatorio de Moscú, donde queda bajo la tutela de Nikolái Zvérev, quien además lo recibe en su casa. Adicionalmente, Zverev organizaba frecuentes tertulias en las que Rachmaninov trabó contacto con notables personalidades como Antón Rubinstein y Tchaikovski. Desde joven eran notorias sus habilidades para la composición y se metió de lleno en ella. Podríamos pensar que un conservatorio tan prestigioso como el de Moscú estaría interesado en lo que hoy llamaríamos una “formación integral”, pero no es así. El maestro Zverev consideraba que debía enfocarse exclusivamente en la práctica del piano y que estudiar composición era una pérdida de tiempo. Después de un mes de discusiones, Rachmaninov se muda a vivir con su tía para poder dedicar tiempo a componer. Tenía entonces 16 años. Damos un salto en el tiempo. En 1897 estrena su primera sinfonía que fracasa estrepitosamente, en gran medida por un director sin pericia. Este hecho lo une en profunda depresión que lo alejó de la composición. Durante este período se involucra en la dirección de orquesta y logra conseguir pronto reconocimiento. En 1900 se somete a terapia con el psicoterapeuta Nikolái Dahl y logra salir de su marasmo emocional. Compone entonces su muy apreciado Concierto N° 2 para piano y orquesta. Entre 1906 y 1908 compone su Sinfonía número 2 en mi menor, que se estrenó en San Petersburgo bajo la dirección del autor. La obra en cuatro movimientos nos va conduciendo a través de un motivo melódico que en un principio se insinúa, más adelante se declara lírico, expresivo y continúa manifestándose por el resto de la obra, insinuándose apenas a veces o apareciendo contundente para no terminar de resolverse. El segundo movimiento inicia con un motivo vigoroso y animado, un scherzo que parece anunciar algo y que da lugar a un segundo tema de emotivo lirismo. El tercer movimiento es climático y es la ocasión de que aflore el romanticismo del que el compositor se nutre. Termina esta obra con un recurso musical tradicional de la sinfonía rusa, que es permitir que todos los principales temas empleados en los movimientos anteriores sean expuestos para concluir la obra.