Ortiz / Smyth / Mendelssohn / 02/06/23

Miriam Vázquez | Tlaqná
Kauyumari / Concierto para piano No.1 / Serenata en Re Mayor /

El papel de la mujer en la música.
La presencia femenina en el campo musical ha tenido que enfrentarse a severos prejuicios, prohibiciones y discriminación. Como ejemplo, en 1686 el Papa Inocencio IX declaró: “La música es totalmente dañina para la modestia que corresponde al sexo femenino, porque se distraen de las funciones y las ocupaciones que le corresponden. Ninguna mujer con ningún pretexto debe aprender música o tocar ningún instrumento musical”. Ante esta perspectiva, el papel de la mujer en la música ha sido una larga lucha que, poco a poco, ha ido ganando terreno. Se inició en el campo de la interpretación en el que las mujeres fueron obteniendo reconocimiento paulatinamente y pudieron ejercer la música de manera profesional. De igual manera, en el campo de la composición, la mujer tuvo que quedarse en el anonimato ocultando muchas veces su nombre en sus propias obras musicales a través de seudónimos masculinos o bajo la signatura de ‘autor anónimo’. Más difícil le fue llegar a ocupar un lugar en el podio ante una orquesta pues se consideró durante siglos que la dirección orquestal era una actividad exclusivamente masculina. Fue hasta 1930 que Antonia Brico (1902-1989) logró dirigir las filarmónicas de Berlín y Nueva York, convirtiéndose en la primera mujer directora de orquesta.
Afortunadamente, el panorama ha ido cambiando y la lucha femenina en la música ha dado los resultados deseados. Así pues, en el concierto de esta ocasión contamos con Argentina Durán en la interpretación solista, a Gabriela Ortiz y Ethel Smyth en la composición, y a Consuelo Bolio en la dirección. Sin duda alguna esto es una muestra de que no hace falta la violencia destructiva, sino sólo la creatividad, la sensibilidad y la inteligencia femeninas para lograr los cambios necesarios para hacer de éste un mundo más igualitario.
Kauyumari de Gabriela Ortiz.
Kauyumari es una obra reciente de la reconocida compositora mexicana Gabriela Ortiz (1964), quien ha sido aclamada por su capacidad para fusionar la música tradicional de su país con la música sinfónica contemporánea. La obra fue comisionada por la Filarmónica de Los Ángeles para celebrar el retorno a los escenarios tras la pandemia del COVID-19; y se estrenó en octubre de 2021 en el Walt Disney Concert Hall, dirigido por Gustavo Dudamel.
El título se refiere al ciervo azul en la mitología huichol, que es una figura importante que guía a los chamanes en sus viajes espirituales cuando hacen uso del consumo del peyote. Gabriela Ortiz utiliza el símbolo del ciervo para crear una pieza musical emocionante y evocadora que combina elementos de diferentes culturas y tradiciones para crear una experiencia musical impactante. La obra es descrita por la propia compositora de la siguiente manera: “Utilicé este material -la melodía huichol - dentro del contexto orquestal y elaboré la construcción y el desarrollo progresivo de la melodía y su acompañamiento de forma que simbolizara el ciervo azul. Esto, a su vez, se transformó en una textura orquestal que evoluciona gradualmente hacia un complejo patrón rítmico, hasta tal punto que la propia melodía se vuelve irreconocible (el efecto imaginario del peyote y nuestra conciencia del reino invisible), dando lugar a una sección de viento coral mientras se mantiene un incisivo acompañamiento rítmico como forma de reafirmación de que el mundo seguirá naturalmente su curso.”










Concierto para piano en Sol menor, Op. 25 de Félix Mendelssohn

A causa de la creciente importancia del piano en el siglo XIX todos los músicos de la época mantuvieron relación con éste. Los compositores, teóricos e intérpretes contribuyeron a enriquecer el repertorio del piano, así como su técnica, convirtiéndolo en el instrumento más completo en comparación con cualquier otro.
Félix Mendelssohn (1809-1847) era un destacado pianista y compositor que supo aprovechar rápidamente las mejoras técnicas que se incorporaron al instrumento en su época; gracias a éstas, el piano se convirtió en un instrumento más grande, pesado y con potente sonido, capaz de llenar grandes salas de conciertos y competir de igual a igual con la orquesta decimonónica. Además, contaba con una nueva y brillante octava superior que permitía a los pianistas mostrar su virtuosismo con rápidos y deslumbrantes arpegios, típicos del estilo romántico. Mendelssohn se sentía muy cómodo con esta técnica y poseía una gran destreza pianística que le permitía ejecutarlos con fluidez.
Todos estos elementos se observan en el Concierto en Sol menor, compuesto por Mendelssohn en Múnich en 1831, cuando tenía 21 años. Recién había regresado de un prolongado viaje a Italia, donde completó su obertura Las Hébridas y comenzó a trabajar en su Sinfonía Italiana. Respecto al Concierto en Sol menor fue el propio compositor quien dio la primera interpretación en Múnich, y posteriormente lo tocó en Londres, donde la partitura fue publicada. Durante su corta carrera, lo interpretó muchas veces y siempre fue bien recibido por el público y la prensa debido a su agradable melodía y brillantes pasajes. Además de esto, el concierto muestra la obsesión de Mendelssohn con la idea de hacer que los movimientos -usualmente separados- de sinfonías y conciertos se unan sin pausas. En este Concierto en Sol menor (y su posterior Concierto para violín, hacia el final de su vida), los movimientos fluyen continuamente, lo que significa que el vigoroso Allegro de apertura concluye con una llamada de trompetas y cornos que impulsa al piano a improvisar en un nuevo tempo y tonalidad. La misma llamada a los metales conduce al tranquilo movimiento medio, que introduce el final en tonalidad mayor. Para asegurarse de que el tema principal del primer movimiento sea recordado, Mendelssohn reduce el tempo antes de finalizar el concierto con un florecimiento de virtuosismo.
El concierto es conocido por su complejidad técnica y musical, convirtiéndolo en una obra desafiante para los pianistas. Se ha afirmado justificadamente que en este concierto el piano reina mientras la orquesta gobierna. La obra se caracteriza por su claridad y equilibrio, lo que refleja la habilidad del compositor para escribir para el piano y la orquesta.




Serenata en Re Mayor de Ethel Smyth.
Ethel Smyth (1858-1944) fue una compositora y sufragista británica que destacó en dos campos dominados por hombres: la composición y la democracia. En su época las mujeres enfrentaban muchos obstáculos para abrirse camino en el mundo de la música, pero Smyth no dejó que esto la detuviera y luchó por su pasión por la composición. La discriminación femenina en el mundo de la música era común en la época en que Smyth trabajaba; muchas veces las mujeres no eran tomadas en serio como compositoras y tenían dificultades para encontrar trabajo. A pesar de todo, fue una de las primeras mujeres en ser admitida en el Conservatorio de Leipzig en Alemania, donde estudió composición.
Su primera pieza orquestal fue la Serenata en re, escrita en 1889. Esta obra que lleva el título mencionado bien pudo haber tenido el nombre de Sinfonía ya que está compuesta por cuatro movimientos y cuenta con una orquestación importante. Además, el juego que hace con la instrumentación y las técnicas compositivas recuerdan más al modelo sinfónico que había sido establecido por Brahms. Fue en 1890 cuando se estrenó en el Palacio de Cristal de Londres después de enfrentar cierta controversia. Smyth había recibido críticas en Leipzig por su Sonata para violín en la menor de 1887, de la que se dijo que no tenía suficiente "encanto femenino". En esa ocasión quiso evitar que ocurriera lo mismo en el estreno de su Serenata, que era también su primera obra presentada en su país natal. Para impedir cualquier prejuicio y obtener una crítica imparcial, la compositora firmó el programa de su obra orquestal con sus iniciales, E. M. Smyth; sin embargo, esto no fue suficiente y la crítica rechazó la obra por considerarla demasiado "delicada". El crítico George Bernard Shaw escribió sobre ésta: “primero hubo una serenata de la señorita Smyth, quien escribió el programa analítico de modo que su sexo quedara oculto, hasta que dio un paso al frente para recibir los aplausos al final. Sin duda la señorita Smyth despreciaría recibir cualquier indulgencia como mujer, y lejos está de mi intención desanimar su legítimo orgullo. Sin embargo, estoy convencido de que hubiéramos sentido una menor decepción de haber sabido que nuestra paciencia era reclamada por una jovencita en de vez de un señor Smyth”.
Además de su labor musical, Smyth destacó por su lucha para lograr el voto femenino, sumándose a la Unión Social y Política de las Mujeres en Inglaterra. Sus ideales de igualdad democrática le llegaron a costar dos meses de encarcelamiento por romper las ventanas de políticos que desaprobaban el sufragio femenino, pero, gracias a su espíritu combativo logró salir adelante.