Strauss 25/07/23

Herminio Sanchez de la Barquera y Arroyo | Tlaqná
Intermezzo Op.72 / Lieder / Zueignung / Befreit / Waldseligkeit / Cacilie / Freundliche Vision / Die / Ruhe / Meinem Kinde / Wiegenlied / Morgen / Winterweihe
Uno de los compositores más representativos, creativos y polémicos del Romanticismo tardío fue Richard Georg Strauss, nacido en Múnich el 11 de junio de 1864. Fue célebre particularmente por su música programática, pues de su genio creador surgieron varios poemas sinfónicos; también se le admira por sus “canciones de arte” (Lieder) –que exigen del intérprete una acabada maestría– y por sus óperas. Su productividad como compositor en la segunda mitad del siglo XIX y en la primera del XX lo sitúa entre los músicos del periodo señalado. Su actividad no se limitó a la composición, sino que también fue un reconocido director de orquesta y de teatro. Por si esto fuera poco, se distinguió igualmente como un férreo promotor de los derechos de autor de los compositores y como un defensor de la dignidad del trabajo tanto de los compositores como de los músicos en general. Strauss está considerado como uno de los máximos representantes de las corrientes alemanas posteriores a Richard Wagner (1813-1883), caracterizadas por un desarrollo muy complejo de la orquestación y de la armonía. Strauss murió el 8 de septiembre de 1949. Sin embargo, como apuntábamos líneas arriba, Este compositor alemán estuvo rodeado de polémica y controversia, pues mucho se ha discutido sobre su actuación como partidario del nacionalsocialismo. Algunos estudiosos ven en este compositor simplemente a un músico apartidista, es decir, un desinteresado en la política de partidos, sino que simplemente colaboró con quienes estaban en el poder, aunque estos fueran Adolf Hitler y sus nacionalsocialistas. Dicha visión, quizá demasiado inocente, no es compartida por otros, quienes resaltan el hecho de que al haber aceptado Strauss el cargo de presidente de la Cámara de Música del Imperio (Reichsmusikkammer, como rezaba su nombre en alemán) de 1933 a 1935, se convirtió en un representante oficial de la Alemania nazi. Esta institución estaba encargada de varias tareas: por un lado, promovía la “buena música alemana”, es decir, aquella proveniente de la pluma de compositores “arios”, acorde con los ideales del nacionalsocialismo y apta, por lo tanto, para fundamentar la supremacía cultural de Alemania; pero también se ocupaba de prohibir la llamada “música degenerada”, es decir, la que no cuadraba con la muy estrecha estética nacionalsocialista: la música atonal, el jazz (que los nazis llamaban Negermusik, “música de negros”), las composiciones de músicos judíos, que tuviesen parientes judíos o que se hubiesen declarado como enemigos del régimen nacionalsocialista. En las manos de este órgano de control estaba, por lo tanto, la carrera de los músicos alemanes, por lo que sin más podían quedarse sin trabajo y sin futuro. Sin embargo, Strauss, al menos en el ámbito privado, decía no ser partidario del régimen; es posible que haya aceptado presidir la Reichsmusikkammer para estar en mejor posición de proteger a su nuera y a sus nietos judíos. Además, apoyó a Bruno Walter (1876-1962), famoso director de orquesta de origen judío, quien no era del gusto de la camarilla nazi. De hecho, Strauss fue despedido en 1935 cuando el gobierno alemán interceptó una carta suya dirigida a su colega y libretista Stefan Zweig (1881-1942), judío de origen y crítico del régimen nazi. Richard Strauss, como decíamos, luchó por mejorar la valoración del músico y del compositor en la sociedad de su época. Hay que considerar que su madre provenía de una familia muy acaudalada, por lo que, económicamente, Strauss era independiente y autosuficiente; sin embargo, se sentía muy comprometido con sus colegas músicos y luchó por que los compositores pudiesen vivir dignamente de su trabajo, lo cual no era en esa época algo normal y comprensible. Por eso era partidario de que, después de que una obra hubiese sido ejecutada en algún concierto, el compositor tuviese por lo menos parte en las ganancias. Su idea era que el trabajo del compositor fuese considerado como el trabajo de otros profesionistas, como médicos y abogados, lo cual contrastaba con el papel que la sociedad de ese entonces fijaba para los músicos. Muchos le echaban en cara que lo único que le interesaba con esta lucha era el dinero y no el bienestar de sus colegas; quienes así se expresaban olvidaban –o querían olvidar– que él no dependía de la recaudación de las entradas de un concierto para vivir. En cuanto a Intermezzo, se trata de una comedia burguesa con interludios sinfónicos en dos actos (op. 72, TrV 246)?; es la octava ópera de Richard Strauss. El libreto lo escribió el propio compositor y el estreno tuvo lugar el 4 de noviembre de 1924 en el teatro de Dresde. La ópera fue un gran éxito entre el público debido a las revelaciones autobiográficas, pero por la misma razón la crítica la trató con mucha rudeza. Paul Hindemith (1895-1963) fue una notable excepción al respecto. Esta obra causó irritación entre la crítica y el público debido a que en lugar de recurrir al típico material mitológico o antiguo, el compositor llevó al escenario su propia vida matrimonial de manera muy poco disimulada, cruzando así provocativamente la línea entre lo privado y lo público. Lo que se pasó por alto fue que Strauss demostró una vez más que no sólo seguía de cerca las tendencias contemporáneas del teatro musical de su época, sino que las integraba en su personal rango de expresión. De hecho, el Intermezzo es la respuesta de Strauss a la necesidad del público de la década de 1920 de experimentar material operístico nuevo y moderno en el escenario y, por lo tanto, está en línea con las óperas contemporáneas de vanguardistas como Arnold Schönberg (1874-1951) y Paul Hindemith. Sin embargo, a diferencia de estos, Strauss se mantiene fiel a su lenguaje tonal clásico incluso con este material y, sobre todo, con el papel principal de Christine, la esposa del compositor protagonista de la ópera, para lo cual crea más ejemplos de sus famosas partes de soprano, como ya lo había hecho en otras obras. Y así como la esposa de Strauss, la soprano Pauline Maria Strauss –de Ahna (1863-1950), se esconde detrás de la figura de Christine, su esposo ficcional, el codiciado director de orquesta Robert Storch representa al propio Richard: las iniciales son las mismas. Además, mientras que Strauss significa avestruz, Storch es cigüeña. La confusión que lleva al matrimonio en ambos planos al borde del fracaso se basa en un incidente real. Como suele suceder en la comedia, la llegada de una carta equivocada de una mujer de dudosa posición moral lleva a Christine a creer que su esposo la está engañando. Solo después de aclarar el malentendido regresa la paz doméstica. Pero este incidente es más una ocasión para dibujar el retrato multifacético y psicológicamente sensible de una mujer que lucha contra su existencia insatisfecha pero que también se define a sí misma a través de su papel como la cariñosa y comprensiva esposa de un músico exitoso. Después de que la sensación inicial entre el público se esfumara, para gran pesar del compositor la obra desapareció rápidamente de los teatros y de las casas de ópera. Incluso hoy en día Intermezzo sólo se representa muy esporádicamente. En su introducción a la partitura, Strauss mismo explicó el objetivo de su trabajo en Intermezzo: la comprensión clara del texto. Las partes vocales están en primer plano, mientras que la orquesta asiste, apoya y subraya el sentido de las palabras. Strauss quería crear una especie de parlando alemán, es decir, una suerte de declamación con música. La rápida secuencia de escenas en esta ópera está conectada por numerosos interludios en los que la acción se introduce o continúa musicalmente (por ejemplo, barajar las cartas por el piano antes de una de las escenas). Es por eso que el autor sólo quiso componer en un estilo grandioso hacia el final de la ópera. Desafortunadamente, el olvido en el que las orquestas, las casas de ópera y el público tienen esta partitura nos ha impedido antes conocer una obra sumamente interesante. Con Intermezzo, Richard Strauss se revela nuevamente como un poeta tonal verdaderamente genial.