Vaughan / Walton 22/09/23
Rafael Torres | Tlaqná
Fantasía Sobre Un Tema De Thomas Tallis / Sinfonía No.1
Obras maestras de la música inglesa del siglo XX
Vaughan Williams (1872-1958)
Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis
Ralph Vaughan Williams, de 37 años, se preparaba para dirigir el estreno mundial de su obra recién terminada, Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, ante una audiencia de 2 mil personas en la catedral de Gloucester el 6 de septiembre de 1910. El compositor nos presenta una dotación completamente innovadora formada por dos orquestas de cuerda –una de tamaño tradicional y otra en formato reducido– y un cuarteto de cuerdas. La Fantasía contiene interpretaciones abstractas de una melodía de un compositor isabelino casi olvidado, Thomas Tallis, que parecían diseñadas para resonar dentro de los arcos de la catedral.
La Fantasía surgió en un momento en que los tesoros de la música inglesa largamente olvidados estaban siendo exhumados, en su mayoría durante los siglos XVI y XVII. Los compositores de la generación de Vaughan Williams (Holst, Butterworth, Howells, Bridge) estaban descubriendo una línea sonora que se extendía desde la música del periodo Tudor (Byrd, Tallis, Gibbons, Taverner, Dowland) hasta la música de la Restauración de Purcell y William Lawes , motivados por el concurso anual del filántropo musical Walter Willson Cobbett para escribir una pieza de cámara inspirada en la "fantasía" del Renacimiento. La Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis es un viaje en el tiempo representado con música, un puente temporal entre los compositores Tudor y los eduardianos modernos.
Vaughan Williams dividió la sección de cuerdas en dos partes, cada una de las cuales contenía repeticiones de preguntas y respuestas entre sí, como si estuvieran situadas en ambos lados de la sillería del coro. De vez en cuando se escucha un cuarteto, pero en los primeros compases todos están conectados, rodeando al oyente con un velo de acordes misteriosos.
Las líneas de Tallis se presentan desde el registro grave y luego todas las cuerdas "cantan" rapsódicamente la melodía formando así una de las obras más brillantes del compositor. En todo momento se repite una frase ascendente en el modo frigio, una escala que Vaughan Williams detectó repetidamente en la música folclórica inglesa. Acude a ella como un portal que guía al oyente a través de cada uno de los breves y concentrados segmentos de la Fantasía hasta llegar al acorde final que evoca la ilusión de un órgano de iglesia.
La obra contiene rasgos característicos de composición de Vaughan Williams: en particular, la forma presenta sus acordes con la séptima bemol –un elemento básico del folclor inglés– y la tercera menor –un elemento clave del tema de Tallis–. La pieza también hace uso de las terceras de Picardía, un recurso común en la música del Renacimiento, mediante el cual una tonalidad menor se establece de manera repentina en una mayor, impactando con la fuerza de una revelación.
La segunda suborquesta es deliberadamente menos fuerte que la primera, dando a sus intervenciones una palidez fantasmal. El cuarteto incorpora temas vertiginosos derivados de la canción popular a medida que disminuye el ritmo orquestal.
La pieza está abierta a una rica variedad de lecturas, incluso fantasías, entre ellas que representa y enmienda la ruptura entre el catolicismo y el protestantismo ingleses. Lo que está claro es hasta qué punto había avanzado más allá de la sombra del romanticismo tardío de Edward Elgar.
Para Vaughan Williams, la herencia de música Tudor fue "directa a la fuente en busca de inspiración... heredando su energía y vitalidad del arte no escrito ni registrado del campo" (Williams 1934, 36). Con esto se refería a los vastos recursos de la tradición popular inglesa, mantenida como una tradición oral no oficial entre los campesinos de la nación.
La Fantasía anunció el inicio de su carrera, así como una nueva claridad en su arte. Después de su estreno en 1910, en la revista Musical Times de ese mes un colaborador comentaba: "Es nuestra idiosincrasia como nación preferir el sentimiento religioso al sentimiento patriótico y nacional". Para Vaughan Williams, los dos estaban inextricablemente entrelazados, y la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis es la expresión más perfecta de esa unidad. "Siento", escribió el compositor poco después, "que tal vez por fin estoy empezando a emerger de las nieblas” (Saylor 2022, 55).
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William Walton (1902-1983)
Sinfonía n.° 1
"Quizás pueda lograr sacar a [Arnorld] Bax del mapa". Así escribió el joven William Walton, de apenas 30 años, al aceptar un encargo sinfónico. Aunque se puede afirmar que Walton logró desbancar a la mayoría de las otras sinfonías británicas contemporáneas cuando estrenó su Sinfonía n.° 1 en 1934 (solo estaban terminados tres movimientos para el estreno y la pieza completa de cuatro movimientos tuvo que esperar hasta noviembre del año siguiente), el esfuerzo de componerla fue una de sus experiencias musicales y personales más traumáticas. Durante su creación mantuvo una relación tormentosa con la baronesa Imma von Doernberg; sin embargo, después de escribir el tercer movimiento comenzó a relacionarse con Alicia Wimborne, quien le dio la inspiración para escribir el cuarto y último.
Desde el primer compás, esta sinfonía es una erupción volcánica de pasión oscura y sensual. El primer movimiento, “Allegro assai”, que se caracteriza por una transición gradual de tensión hacia el final del movimiento, es una de las experiencias más implacablemente intensas y una de las estructuras más notables de la música del siglo XX.
En el segundo, el “Scherzo” es un “presto con malizia” mordazmente amargo. A veces su compás de 3/4 se ve interrumpido por la irregularidad del 5/4. Continúa la relación tensa del compositor representada, antes de caer en un estado de tristeza en el siguiente movimiento.
El movimiento lento, “Andante”, es un dolor melancólico, un sentimiento de tristeza; la maldad anterior se ha convertido en nostalgia. Empieza con un tema triste tocado por la flauta. Siguen las frases expansivas del oboe y el clarinete. En su punto más alto expresa un profundo sentimiento de pérdida que se eleva hasta un fuerte grito de dolor; luego regresa a su tristeza inicial.
La apoteosis de la obra es el movimiento final: “Maestoso-Allegro, brioso ed ardentemente- Vivacissimo-Agitato-Maestoso”. Contiene unas frases fugadas en la cuerda. La introducción sigue con una breve sección de cuerda sola. La trompeta nos transporta a tiempos pasados. Después, la parte inicial regresa con fuerza y nos lleva a una coda con silencios característicos, un final optimista que canta, hace fugas y grita de alegría.
Suele ser peligroso para un compositor recurrir a la inmediatez de su vida emocional para convertir ese material oscuro y crudo en los cimientos de una enorme estructura sinfónica; no obstante, en los primeros tres movimientos –y el inicial, sobre todo– Walton logra exactamente eso, y la música es una herida emocional devastadora que es a la vez candente en su intensidad y ferozmente convincente como estructura sinfónica.
Walton se siente frustrado y temeroso, así como dudoso y enojado cuando su relación con Imma von Doernberg llega a su fin en la pieza: ese malvado presto es una disputa tormentosa entre los dos amantes. Pero después de conocer y enamorarse de Alice Wimborne, una vizcondesa 22 años mayor que Walton, compuso el final. Aunque mapear el dolor emocional y el placer posterior en la estructura de la sinfonía es un desafío, esa historia fue un componente esencial para desarrollar la obra.
En 1934, Hamilton Harty estrenó los tres movimientos de la sinfonía escritos hasta ese momento con la Orquesta Sinfónica de Londres. Después, el 6 de noviembre de 1935, tuvo lugar su estreno, ya terminada, por la Orquesta Sinfónica de la BBC bajo la batuta de mismo Harty. A pesar de todo, Walton dedicó la partitura a la baronesa Von Doernberg.