Prokofiev / Berlioz / Tchaikovsky 09/02/24

Francisco Beverido Duhalt | Tlaqná
Romeo y Julieta (Fragmentos)
Apuntes sobre Romeo y Julieta Romeo y Julieta es, junto con Hamlet y Macbeth, una de las obras más populares de Shakespeare, sin duda por la historia de amor entre sus dos protagonistas. No es, empero, la única obra en que el autor se ocupa de las relaciones amorosas (aparecen también en Mucho ruido y pocas nueces, El sueño de una noche de verano y, aunque con otro cariz, en La fierecilla domada, por ejemplo). La obra debe su éxito a otros factores igualmente importantes: la maestría con que el autor maneja no sólo a los personajes principales sino también a los secundarios; además, la presencia de subtramas o acciones secundarias, y por supuesto la alternancia entre escenas cómicas, serias y trágicas. Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de una tragedia (el título completo es The Most Excellent and Lamentable Tragedy of Romeo and Juliet). El punto de partida de la historia no es el súbito enamoramiento de ambos protagonistas –cuyo primer encuentro sucede al final del primer acto–, sino la rivalidad entre dos familias, Montescos y Capuletos, presente ya en la primera escena, que ha ensangrentado las calles de Verona al menos tres veces, lo cual lleva al Príncipe Scala a decretar la pena de muerte para quien inicie una nueva reyerta. Hay otro detalle que se suma al carácter trágico de la obra: en la segunda escena, cuando Capuleto y Paris están arreglando el matrimonio entre éste y Julieta, el padre menciona que ella aún no cumple catorce años, mientras que Romeo tendrá alrededor de quince, por lo que se trata de un enamoramiento casi infantil. (En nuestra época correspondería casi a un romance de secundaria, mientras que los personajes de Mucho ruido… o de El sueño… serían más bien jóvenes). Recordemos que la idea del amor romántico se remonta a cuando menos dos siglos antes de la época de Shakespeare, con la presencia de los trovadores, que cantan precisamente a ese amor, con gran frecuencia platónico, y muchas veces también unilateral. Recordemos también que las hazañas de los héroes medievales –como los de la Mesa Redonda del Rey Arturo– están siempre dedicadas a una dama, aunque el concepto de los matrimonios arreglados –o convenidos por los padres– venga desde la Antigüedad hasta ya entrado el siglo XX. Y menos podemos olvidar a Don Quijote, quien dedica sus andanzas a una muy idealizada Dulcinea, y cuyo autor, Miguel de Cervantes, fue contemporáneo del propio Shakespeare. Dada la extensión de la obra (como sucede también con Hamlet), para la puesta en escena se recurre casi siempre a la labor del dramaturgista o editor, que busca reducir escenas o al menos parlamentos –cuando no personajes–. En el caso de las obras Romeo y Julieta de Berlioz, Tchaikovsky y Prokofiev, dado que se trata de lenguajes diferentes, cada uno de los tres compositores ha acudido a la participación de un libretista, cuya función es semejante a la del dramaturgista: seleccionar las escenas o fragmentos que van a ser trasladados a ese otro lenguaje, el musical, conservando la esencia de la obra. Ninguno de los tres, entonces, acude directamente a Shakespeare. Quizás quien más se acerca al original sea Berlioz, y ello se debe a que la idea surgió en él después de haber visto en París a una compañía inglesa que presentó Romeo y Julieta y Hamlet, si bien la composición final y definitiva quedó terminada 14 años más tarde. Esta visita al teatro despertó el enamoramiento del músico por Harriet Smithson, la actriz que interpretaba a Julieta y a Ofelia, hasta que se casó con ella, para darse cuenta después de que se había casado con una actriz y no con un personaje. La siguiente composición que podríamos considerar como apegada al original sería la de Tchaikovsky, dada la cercanía que podemos encontrar entre el teatro y el ballet, sobre todo cuando este tiene la posibilidad de narrar escénicamente una historia. Es cierto que en los tres casos aparecen los nudos o escenas esenciales de la obra original: la rivalidad entre Montescos y Capuletos, el baile, el encuentro y enamoramiento súbito de los dos protagonistas, la famosa escena del balcón, el enfrentamiento de las dos casas y la muerte de Teobaldo y Mercucio, el matrimonio de Romeo y Julieta por Fray Lorenzo y la escena de la alcoba, la noticia de la boda, la fingida muerte de Julieta y el suicidio de Romeo, y la rivalidad entre Montescos y Capuletos. Sin embargo, cada uno de los compositores le da un valor diferente a algunos de estos nudos –y se extiende sobre ellos–, pero también uno le da más importancia a Paris que otro –alguno incluso lo hace desaparecer–, y lo mismo sucede con Fray Lorenzo. Hay quien omite la presencia de la Nana de Julieta (quizás porque es el personaje que ofrece el contraste de las escenas cómicas con las serias), entre otras cosas. Los tres compositores coinciden en abordar el enamoramiento y la pasión de los protagonistas y la tragedia de su muerte, pero lo hacen con perspectivas diferentes, lo cual se refleja incluso en la instrumentación. (La presencia de un Coro en los dos primeros actos de la obra haciendo funciones de Narrador pudo haber sido lo que inspiró a Berlioz a incluir un coro en su obra, lo mismo que los comentarios –o lamentaciones quizás– de los miembros de ambas familias ante el resultado de sus acciones).