Bonis / Ortiz / Stravinsky / Scriabin 16/02/24

María de Jesús Cuevas Mesa | Tlaqná
Salomé / Fractalis / Cantos Fúnebres / El Poema Del Éxtasis
Mel Bonis: Tres mujeres legendarias Mélanie Hélène Bonis (1858-1937) fue una compositora francesa con una producción musical inaudita de alrededor de trescientas obras, la mayoría para piano, música de cámara, coral y de orquesta. Su música posee una inigualable belleza, un estilo elegante, romántico, con tintes de impresionismo, lleno de colores y ritmos interesantes. Mélanie Bonis provenía de una familia profundamente católica que no estaba de acuerdo con que ella se dedicara al estudio del piano y la composición; más bien tenían la idea de que ella consiguiera un buen matrimonio. Sin embargo, gracias a un amigo cercano que vio el interés de Mélanie por la música, sus padres aceptaron que tomara clases de piano y que posteriormente, a los 18 años, ingresara al Conservatorio de París, donde fue alumna de César Franck y compañera de Claude Debussy. En 1881, a los 23 años, realizó sus primeros trabajos de composición. Era una época en la que una mujer difícilmente sería aceptada para ser compositora, por lo que Mélanie tuvo que firmar sus obras con el seudónimo Mel Bonis, que no tenía ninguna connotación femenina. Más tarde, en 1891 ganó un concurso de composición con la obra Les Gitanos y se incorporó a la Societé des Compositeurs de Musique, acontecimientos que reafirmaron su deseo de continuar. Entre sus obras de música orquestal encontramos “Salomé”, originalmente escrita para piano alrededor de 1909 e inspirada en el personaje bíblico que aparece en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas; es la hija de la reina Herodías, que consigue la cabeza de Juan el Bautista tras seducir al rey Herodes bailando frente a él. Es una historia que puede ser analizada desde una perspectiva en la que la mujer es apreciada por sus características físicas y no por su capacidad intelectual. Gabriela Ortiz: Concierto para piano Fractalis Este concierto fue escrito durante la pandemia del 2019 y estrenado en el 2022. Surge de la reflexión sobre la naturaleza, el cambio climático y lo que vivió Gabriela Ortiz (1964) en ese tiempo de confinamiento de la humanidad. Su estructura se relaciona con elementos extramusicales provenientes de las matemáticas, concretamente de los llamados fractales (del latín fractus, que significa fragmentado, roto o irregular), un concepto utilizado para definir formas irregulares de la naturaleza en las que se repite el mismo patrón o estructura a diferentes escalas, como en una coliflor, la corteza cerebral, el ojo humano, las nubes o copos de nieve. La inspiración inicial de Gabriela Ortiz fueron imágenes psicodélicas e inexistentes, como el sonido y el color del agua de ríos celestes flotando en el espacio; la danza de los cactus en el desierto y el movimiento de la arena; además, el sonido de máquinas con diferentes velocidades para producir cristales, lo que genera una gran riqueza polirrítmica en la obra. Ella relaciona la idea de los fractales mediante la repetición y el desarrollo de motivos musicales usados para crear unidad y coherencia en la música. Ígor Stravinsky: Canto fúnebre La música de Stravinsky (1882-1971) se caracterizó por buscar una nueva forma de cohesión por medio de motivos rítmicos y melódicos yuxtapuestos o repetidos con algunas variaciones; está llena de colores armónicos y de un dominio claro de la instrumentación. Su música posee un fuerte sentido lógico y organizado con un poderoso sentido rítmico; desarrolló un sistema de construcción musical por pequeños fragmentos e incluso llegó a experimentar con el jazz de negros americanos. Por estas razones, algunos autores lo han llamado “el Picasso de la música”. Canto fúnebre es una obra escrita en uno de los momentos más difíciles de la vida de Stravinsky: la muerte de su querido maestro Rimsky-Korsakov en 1908. A lo largo de ella el tema principal es presentado por los instrumentos de la orquesta, que simulan desfilar frente a la tumba de su maestro. Por medio de esta organización Stravinsky logró liberarse de la tradición y dependencia melódica tonal al incorporar un nuevo elemento de cohesión lógica por medio de los diferentes timbres o colores de los instrumentos orquestales. Es la primera composición que realiza de manera autónoma y puede considerarse el inicio de su genialidad; a través de ella podemos apreciar a Stravinsky desde sus inicios, dejándonos ver su sentido del color y de la instrumentación. Alexander Scriabin: El poema del éxtasis El primer músico ruso que influyó en el desarrollo del pensamiento creador musical del siglo xx fue Alexander Scriabin (1872-1915). La sonoridad de su música, con inspiración directa de Chopin, Liszt y Wagner, estuvo justificada por el misticismo reflejado en la complejidad armónica y tímbrica que utilizaba. Su estilo evolucionó hacia una modalidad exótica basada en colores y sensaciones que pueden ir desde la tranquilidad hasta lo más misterioso. La música de Scriabin tiene una estrecha relación con la filosofía. Por ello, resulta muy interesante explorar las corrientes literarias y filosóficas que influyeron en este compositor, como lo fue el simbolismo ruso. Esta corriente tenía como principio despertar en el lector la reflexión sobre su propia existencia y su propia construcción del yo. Los simbolistas rusos, seguidores de Nietzsche, veían en la música un arte supremo que permitía la mayor libertad de expresión al compositor y la máxima libertad al oyente como receptor; como un arte capaz de permear irracionalmente en su subconsciente y estimular las emociones que llevan hacia una fuerza incomprensible, imposible de determinar y que se transmite sólo en alusiones. El poeta simbolista no pretende ser comprendido sino despertar en el lector sus propios pensamientos y sentimientos y alcanzar lo que considera la realidad suprema. El poema del éxtasis, terminado en 1907, es una de sus últimas obras, lo que indica que ya había alcanzado su madurez como compositor. Lo inició en 1904 como un poema escrito, donde el éxtasis es entendido como un tipo de absoluta consciencia, apertura total, iluminación y dicha. Este poema describe cómo el espíritu se va liberando gradualmente de tormentos al acceder al éxtasis, en este caso por medio del poder intoxicador de la música. Musicalmente se basa en dos motivos: uno que representa lo femenino, a cargo de los instrumentos de viento, y otro a cargo de la trompeta, que representa la fuerza y la voluntad del espíritu para salir de la adversidad. Este segundo motivo es muy repetitivo al final de la obra, la cual concluye con una armonía de estabilidad que manifiesta la conquista del éxtasis.