SEP. 12 / 13 - TEMPO. 2 2024
Cuando hablamos de mariachi, seguramente nos vienen imágenes de aquella agrupación musical varonil, alegre y caracterizada por su gallardía, que con sus sonrisas, bigotes y barrigas, amenizan nuestras fiestas y festejan con nosotros compartiendo ciertas bebidas, mientras de fondo se escucha la música ranchera.
Esta vaga descripción, es la imagen que algunos hemos creado en la mente, debido a los medios de comunicación o por propias experiencias. Sin embargo, así como todo en el mundo, el mariachi se encuentra en una constante evolución.
Desde el surgimiento del mariachi, que con exactitud es incierto (durante el siglo XIX en el occidente de México), es una tradición musical que se ha transformado y llegado a ser un símbolo de la identidad mexicana, representando la cultura y el espíritu festivo del país.
En sus inicios, la parte musical se influenció por una mezcla de tradiciones indígenas, españolas y africanas. Los grupos que tocaban esta música eran conocidos por su estilo único, conformado por violines, arpa y guitarra de golpe. Posteriormente se agregó la vihuela, el guitarrón y la trompeta.
Los mariachis eran parte de las jornadas laborales y eventos realizados en el campo, especialmente en áreas rurales. La música acompañaba a los trabajadores y proporcionaba entretenimiento en los momentos de descanso. Frecuentemente tocaban en plazas durante celebraciones comunitarias, debido a que esos espacios eran ideales para actuaciones al aire libre que podían ser disfrutadas por todos los miembros de la comunidad. Las cantinas y restaurantes eran lugares concurridos para las presentaciones y puntos de encuentro social, donde la música ayudaba a animar las veladas. Además de los eventos públicos, los mariachis también eran contratados para tocar en reuniones privadas, como hoy en día.
Dentro de su repertorio se podían escuchar: sones, jarabes, canciones tradicionales y canciones rancheras, que se han convertido en un estandarte de dicha agrupación, narrando historias de amor, desamor y vida rural.
Posteriormente se añadió la trompeta. Al principio, enfrentó cierta resistencia por parte de músicos y puristas del mariachi que preferían el sonido tradicional. La inclusión del instrumento de metal, que aportaba un sonido más fuerte y brillante, contrastaba con la instrumentación más suave y acústica. Esta nueva formación del mariachi, creció y se enriqueció musicalmente, por lo que el repertorio se expandió. La trompeta, facilitó la exploración de nuevos estilos y a su vez, modernizó a la agrupación.
Inicialmente, la preparación de las actuaciones consistía en estudiar “de oído” o “de vista”, con el fin de memorizar el mayor repertorio posible con el tiempo y en el momento del evento, se reunían todos los integrantes para interpretar lo que cada uno de ellos sabía. Hoy en día, la preparación se ha convertido en una serie de ensayos previos a cada presentación, leyendo y memorizando canciones de manera individual y grupal. La mayor parte de la comunidad de mariachis en la antigüedad, tenían una relación diferente con la música en comparación con los músicos de mariachi contemporáneos, muchos de ellos, no contaban con una educación formal en la música, su aprendizaje era a través de la transmisión oral y mediante la práctica directa con otros músicos experimentados en el estilo. Su habilidad para tocar y cantar, se desarrollaba a través de la práctica y la experiencia, en lugar de estudios académicos.
Con el paso de los años, los músicos comenzaron a incorporar nuevos elementos y técnicas, lo que llevó a una mayor sofisticación en el repertorio y en la interpretación. Actualmente gran parte de los músicos dedicados al mariachi, cuenta con una formación académica. Esto ha permitido expandir el repertorio incorporándose nuevos géneros y arreglos. En nuestros días podemos escuchar al mariachi interpretar géneros como: bolero, jazz, cumbia, salsa, rock, música norteña, sones, jarabes, valses, polkas, canción ranchera y más.
Durante mucho tiempo, el mariachi se destacaba por ser una agrupación masculina en su totalidad, debido a las normas sociales y culturales de la época.
Las mujeres solían tener poca o nula representación en diversas áreas profesionales y artísticas. Sin embargo, a mediados del siglo XX, el género femenino comenzó a tener visibilidad en este tipo de agrupaciones. La integración de mujeres en el mariachi, ha enfrentado desafíos debido a las normas que históricamente han limitado la participación femenina. Nos hemos tenido que enfrentar a barreras relacionadas con la aceptación y el reconocimiento dentro de la tradición del mariachi.
A pesar de las dificultades, la inclusión de la mujer ha diversificado y enriquecido a dicha agrupación. La voz, la dedicación en el instrumento y la presencia del género femenino, ha aportado nuevas perspectivas y enfoques al género, ayudando a modernizar y a expandir aún más el repertorio.
La evolución de la notación musical en este género, ha sido notable. Al aprender las canciones “de oído”, permitía una mayor interpretación y facilidad de transposición (habilidad de poder interpretar la misma canción en diferentes tonalidades, dependiendo de la tesitura del cantante). Con el paso del tiempo, el mariachi fue ganando popularidad en el país y en el extranjero, esto provocó un fuerte interés de preservación y difusión de esta tradición musical, es así como comenzaron a plasmarse las canciones en partituras. Durante la historia del mariachi, han existido figuras cruciales para la evolución del género, como es el caso de Rubén Fuentes, quien comenzó a escribir y arreglar partituras de manera más sistemática, incorporando elementos de la música clásica, como la polifonía y arreglos orquestales.
Actualmente, las composiciones y arreglos para mariachi, se han vuelto más sofisticados, incorporando influencias de la música clásica y el jazz. El plasmar la música en partituras, ha permitido que el mariachi se enseñe de manera formal en escuelas y conservatorios, contribuyendo a su preservación y evolución, adaptándose a nuevas audiencias y contextos musicales.
La relación entre la “música clásica” o música orquestal y el mariachi, ha sido históricamente una relación de contraste y fusión, con diversas barreras y puntos de convergencia que han influido en cómo se perciben y se integran estos dos estilos musicales. La primera cuenta con un enfoque en la complejidad armónica y contrapuntística. Las composiciones suelen seguir una forma rigurosa y están sujetas a reglas estrictas de armonía. La notación es altamente precisa y detallada, permitiendo interpretaciones uniformes.
Por otro lado, el mariachi, tiende a ser más flexible en su forma y estructura. Sus canciones a menudo siguen formas tradicionales como el son, la ranchera y el corrido. Es una expresión musical libre de la cultura popular mexicana, con un enfoque tradicional a la hora de interpretar.
La inclusión de la música de mariachi en instituciones educativas y su estudio académico, ha llevado a un mayor aprecio por la complejidad del género. Conciertos y festivales internacionales han ofrecido plataformas para que el mariachi se presente junto con orquestas de alto nivel, promoviendo un intercambio cultural y musical que enriquece ambos géneros. La evolución continua en el mundo de la música, permitiendo que estos estilos se unan de manera innovadora, mostrando la flexibilidad y la riqueza de ambos.
Esta noche tendremos excelentes referencias para darnos cuenta del desarrollo del mariachi. Escucharemos un estreno mundial, orquestaciones y arreglos escritos por destacados músicos que han sido parte importante del progreso, como: Rubén Fuentes, Jeff Nevin, José Hernández, Eddy López, Chucho Ferrer y Emilio Huerta.
La interacción entre la música tradicional y orquestal, enriquece el panorama cultural, reflejando la diversidad de influencias.
La incorporación de música tradicional en las salas y orquestas de alto prestigio, celebra nuestras raíces.
¡Celebremos el orgullo de ser mexicanos a través de la cultura, el arte y valores que siguen inspirando a las generaciones presentes y futuras!