NOV. 08 - TEMPO. 2 2024
Moisés Mayolo Barradas Cinta | Xalapa
Rachmaninov - Mozart
Concierto para Piano y Orquesta Núm. 2 en Do menor, Op. 18 de Serguéi Rajmáninov (1901)
El Concierto para Piano y Orquesta Núm. 2 en Do menor, Op. 18 de Serguéi Rajmáninov es una de las composiciones más queridas y representativas del repertorio pianístico clásico. Estrenada en 1901, esta obra refleja no solo la maestría técnica del compositor, sino también su profunda conexión emocional con la música.
A finales del siglo XIX y principios del XX, Rusia experimentaba un periodo de intensos cambios políticos, sociales y culturales. Este contexto influyó en muchos compositores de la época, quienes buscaban expresar la esencia de la identidad nacional a través de su música. Rajmáninov, nacido en 1873 en una familia de la aristocracia, vivió estos cambios de cerca y su obra se convierte en un espejo de las tensiones y aspiraciones de su tiempo.
La Revolución Rusa de 1917 trajo consigo un cambio radical en la vida artística y social del país. Sin embargo, el Concierto para Piano Núm. 2 fue compuesto en un periodo anterior a estas convulsiones, durante un tiempo en el que los compositores buscaban reafirmar su identidad cultural frente a las influencias occidentales. En este sentido, el nacionalismo musical cobra especial relevancia, ya que muchos artistas se esforzaban por incorporar elementos de la música folclórica rusa en sus obras. Rajmáninov, aunque admirador de la tradición romántica europea, también se dejó influir por su herencia cultural, lo que se refleja en las melodías y ritmos que utiliza.
En 1900, Rajmáninov se encontraba en una severa depresión, tanto profesional como emocionalmente. Su Sinfonía Núm. 1 había tenido su estreno con críticas desastrosas tres años antes, y este contratiempo desencadenó una depresión paralizante que él mismo relató en sus Memorias: “No hacía nada y no encontraba placer en nada. Pasaba la mitad de mis días tumbado en un sofá, suspirando por mi vida arruinada”. En un acto de desesperación familiares de Rajmáninov lo persuadieron a acudir con el Dr. Nicolai Dahl, quien también era un músico aficionado. Dahl, utilizando técnicas hipnóticas, implantaba pensamientos alentadores para motivar nuevamente a Rajmáninov a componer. Rajmáninov relata: “Escuchaba la misma fórmula hipnótica mientras yacía medio dormido en mi sillón en el estudio del Dr. Dahl, el me decía: ‘Comenzarás a escribir tu concierto... Trabajarás con gran facilidad... El concierto será de excelente calidad...’. Aunque pueda sonar increíble, este tratamiento realmente me ayudó”. Con el apoyo del Dr. Dahl, Rajmáninov pudo completar el concierto. Fue un éxito instantáneo, y al año siguiente, cuando se publicó el Opus 18 con el concierto Número 2, Rajmáninov lo dedicó a “Monsieur N. Dahl”.
La música de Rajmáninov está impregnada de un sentido de melancolía y nostalgia, emociones que pueden ser rastreadas hasta las tradiciones literarias y pictóricas de Rusia. La literatura rusa de la época, con autores como Tolstói y Dostoievski, exploraba las profundidades del alma humana y la lucha entre el individuo y la sociedad, temas que también resuenan en la música de Rajmáninov. En el ámbito pictórico, los paisajes de la Rusia rural, retratados por artistas como Levitan, ofrecen un trasfondo visual que complementa la intensidad emocional y la grandiosidad de la música del compositor.
El Concierto para Piano Núm. 2 está dividido en tres movimientos, cada uno con su propia personalidad y carácter.
I. Moderato: Comienza con una introducción a piano solo, seguido de la orquesta, que presenta un tema principal lleno de lirismo y fuerza. En esta introducción se podrán escuchar lo que representaría campanadas de iglesia en los bajos del piano. Este elemento, es representativo del estilo de Rajmáninov. La interacción entre el piano y la orquesta es dinámica, creando un diálogo musical que refleja la tensión entre la individualidad y la comunidad.
II. Adagio sostenuto: Es un oasis de calma y belleza. Aquí, el piano despliega una serie de arpegios (acordes tocados en sucesión) que crean un ambiente de ensueño. La melodía principal es una de las más memorables de la literatura pianística, evocando sentimientos de nostalgia y anhelo. Este movimiento es un claro ejemplo de cómo Rajmáninov utiliza el "rubato", un término que se refiere a la flexibilidad en el ritmo que permite al intérprete expresar emociones de manera más libre. La orquesta, en este movimiento, actúa como un fondo sonoro que complementa y enriquece la línea melódica del piano.
III. Allegro scherzando: Es un torbellino de energía y virtuosismo. Se caracteriza por su ritmo vibrante y su carácter festivo. Aquí, Rajmáninov despliega su talento para la creación de contrapunto, una técnica que consiste en entrelazar varias melodías de manera armónica. El piano y la orquesta compiten en una serie de diálogos apasionados, culminando en un final triunfal que celebra la vida y la creatividad.
Los temas melódicos son otro sello distintivo de la obra de Rajmáninov. A menudo, estas melodías están construidas sobre escalas que evocan la música folclórica rusa, lo que les otorga una calidad nostálgica y familiar. El contraste entre las secciones más líricas y las más enérgicas añade profundidad a la experiencia auditiva, llevando al oyente a través de un viaje emocional.
La instrumentación también juega un papel crucial. La orquesta, compuesta por cuerdas, vientos y metales, se utiliza de manera que cada sección aporte su color y textura a la música. La interacción entre el piano y la orquesta está cuidadosamente elaborada, creando un equilibrio que permite que ambos se destaquen sin restarse protagonismo mutuamente.
En la obra de Rajmáninov, se pueden rastrear elementos ideológicos que reflejan su visión del mundo. La búsqueda de la belleza y la verdad en la música puede interpretarse como una respuesta a los tumultuosos cambios políticos y sociales que vivía Rusia, aunado a las situaciones personales del compositor. La obra se convierte, por tanto, en un refugio emocional, una manera de conectar con lo más profundo de la experiencia humana.
Desde su estreno, el Concierto para Piano Núm. 2 ha disfrutado de una recepción entusiasta tanto del público como de la crítica. Su popularidad ha crecido con el tiempo, y hoy en día es una de las piezas más interpretadas en conciertos de piano en todo el mundo. La obra ha sido grabada por innumerables pianistas, cada uno aportando su propio enfoque e interpretación, lo que demuestra su versatilidad y su capacidad de resonar con distintas generaciones.
La música de Rajmáninov ha trascendido las fronteras culturales, siendo apreciada en diversas partes del mundo. Esto se debe no solo a la belleza de su música, sino también a la forma en que logra comunicar emociones universales que resuenan con oyentes de diferentes contextos.
El Concierto para Piano y Orquesta Núm. 2 de Serguéi Rajmáninov es una obra maestra que encapsula la esencia del romanticismo ruso. A través de su complejidad emocional, su riqueza melódica y su virtuosa instrumentación, Rajmáninov crea un universo sonoro que invita a la reflexión y a la conexión personal. Esta obra, que ha sobrevivido al paso del tiempo, no solo se erige como un hito en la música clásica, sino que también sigue inspirando a músicos y oyentes, recordándonos el poder de la música para tocar nuestras vidas y elevar nuestro espíritu.
SINFONÍA NÚM. 36 EN DO MAYOR, K. 425 “LINZ” DE WOLFGANG AMADEUS MOZART (1783)
La Sinfonía Núm. 36 en Do Mayor, K. 425, conocida como “Linz”, es una de las obras maestras de Wolfgang Amadeus Mozart, compuesta en 1783. Mozart compuso la Sinfonía “Linz” durante su estancia en la ciudad austriaca homónima, donde fue invitado por el conde Thun-Hohenstein. La obra fue escrita en un tiempo relativamente corto, en apenas cuatro días, lo que demuestra la prodigiosa capacidad del compositor. Este periodo es crucial en la vida de Mozart, ya que se encuentra en la cúspide de su carrera y ha alcanzado un nivel de madurez artística que le permite explorar nuevas ideas musicales.
El siglo XVIII es un tiempo de grandes cambios en Europa, tanto en el ámbito político como cultural. La Ilustración, un movimiento intelectual que promovía la razón y el pensamiento crítico, influía en las artes y la música. En este contexto, la sinfonía se convierte en un vehículo para la expresión de ideas y emociones, reflejando las tensiones y aspiraciones de la sociedad de su tiempo. La Sinfonía “Linz” es un ejemplo de cómo la música clásica puede transmitir tanto la complejidad de la experiencia humana como la elegancia de la forma musical.
La Sinfonía “Linz” está estructurada en cuatro movimientos, siguiendo la tradición sinfónica de la época:
I. Adagio - Allegro spiritoso: Comienza con con una introducción lenta llena de tensión para posteriormente dar inicio al allegro con carácter muy vívido. El término “allegro” indica un tempo rápido y alegre, mientras que “spiritoso” sugiere vivacidad y energía. Aquí, Mozart presenta varios temas melódicos, utilizando la técnica del "desarrollo" (variación y transformación de los temas a lo largo del movimiento) para mantener el interés y la tensión.
II. Andante / Poco adagio: Contrasta con el primero, ofreciendo una atmósfera más serena y contemplativa. En este andante, la melodía es lírica y expresiva, destacando la habilidad de Mozart para crear líneas melódicas. De igual manera, Mozart integra trompetas y tambores dentro de este movimiento, que hasta ahora había sido inusual en los movimientos lentos de las sinfonías de Mozart, dando un sentido más solemne a este movimiento.
III. Menuetto - Trio: Retorna a una sensación más festiva. Esta danza de origen italiano es ligera y elegante, y aquí Mozart introduce un juego de ritmos y contrastes que añaden dinamismo. La forma de minueto y trío, común en la música de la época, permite una variación de la textura musical, que en este caso resalta la alegría y la diversión. Podremos escuchar en el Trio una magistral y elegante interacción a duo del fagot y el oboe.
IV. Presto: El último movimiento es un presto vibrante y lleno de energía. En el cual mozart hace la anotación que deberá ser tocado lo más rápido posible. Esta sección es un brillante cierre a la sinfonía, donde la rapidez y la intensidad musical se combinan en una explosión de sonido. El uso de la "coda" (una sección final que concluye una obra) llevará al oyente a un desenlace contundente y emocionante.
La música de Mozart -incluida la Sinfonía “Linz”- se sitúa en un cruce de influencias culturales y artísticas. Durante el siglo XVIII, la música clásica experimentó una evolución significativa, y compositores como Haydn y Beethoven también comenzaron a establecer sus propias voces. La obra de Mozart refleja esta búsqueda de innovación, al mismo tiempo que se adhiere a las convenciones de su tiempo.
La obra de Mozart podría estar influenciada con las corrientes de pensamiento de su época. La narrativa de la Ilustración, que buscaba expresar ideas de libertad y humanismo, también puede encontrarse en su música. La claridad y la estructura de la Sinfonía “Linz” podrían interpretarse como un reflejo de estos ideales, donde cada sección musical tiene un propósito claro y definido.
M. Mus. Moisés Mayolo Barradas Cinta, Presidente de CIBAR A.C. y Director artístico del festival CIBAR.